¡Se acabaron las fiestas!... Pues va a ser que no
Ya pasó la Semana Santa y todo ha ocurrido, más o menos, como estaba previsto. Hemos disfrutado, rezado y elevada nuestra plegaria. Durante estos largos días la calle estaba hirviendo. Los bares, estaban hasta la bola, y encima el personal se queja de que no hay un duro. Ese ha sido el comentario general que existía en la calle, eso es lo que se escuchaba al pasear por nuestra acera.
Y Resucitó El Señor. ¡Aleluya!. Y nos fuimos al campo, a la parcela del amigo o al terreno del cuñado a celebrar los hornazos y la Pascua de Resurrección. Y comimos la clásica torta con huevo duro, la panceta y el solomillo o las costillas ahumadas que teníamos guardadas desde antes de la Cuaresma, las migas, las azucaradas flores y pestiños y hasta el cubata después del café. Y cantamos hasta lo que no sabíamos, por no quedar mal delante de los demás. Y volvimos a casa… ¡Uffff!... Y al trabajo.
Precisamente, la noche anterior de incorporarnos a nuestro puesto, -al que vamos cuando no tenemos teletrabajo-, miramos la agenda del móvil y vimos que teníamos algunos días para descansar, porque necesitábamos días de sosiego, de reflexión para recuperar fuerzas, y de ahorro para reconquistar la cuenta corriente, que bajó a líneas rojas. Pero también comprobamos que el tiempo nos asecha y las fiestas y celebraciones están a la vuelta de la esquina otra vez. Ya están aquí las comuniones, que en estos tiempos son como una boda, o la boda del sobrino o del amigo, que son como una comunión. Y el sobrecito que tenemos que entregarle para cumplir a pesar del pellizco que nos da en la boca del estómago.
Solo nos faltó tener un poco más de fondos para habernos ido unos días a la playa, o Sierra Nevada, Londres, Pirineos, Italia, Villarrubia o Alcolea, según la hucha, o al polígono de Chinales. Pero a pesar de todo, esto es un no parar, porque sabemos que con la Semana Santa ha empezado el gasto, aparte de la reconciliación y la diversión. Y si no se lo cree, mire y lea.
«La cata del vino» XXXVIII edición, del 24 al 27 de abril. Allí nos encontraremos con los mejores caldos de nuestra tierra, y con los políticos de este turno, y con el amigo Manuel López Alejandre. Y con Salvador Fuentes, Adolfo Molina y Jesús Aguirre. Y con la mayoría de los sindicalistas liberados.
«La Romería de Santo Domingo» de Scala Coeli , el día 27 de abril. Y veremos un montón de carrozas artesanamente montadas, y comeremos arroz cordobés y tomaremos un vino con Julián Urbano, Madruga, Luis Martín o Nany Caracuel. Y hasta con Marcelino Ferrero.
«Fiesta de la Virgen de Belén», también el día 27 de abril. Y comeremos habas en las ermitas con los otros que no fueron de romería y quizás hasta con Ricardo Rojas, que está presente en todas las comidas, que nos volverá a hablar de su rabo de toro y la jugada que le hizo el Arguiñano con el concurso que hizo en Córdoba, sin contar con él. No se yo, si le dolería más el rabo que no salir en la tele.
«Concurso de Cruces de mayo» del 30 de abril al 4 de mayo. Y nos tiraremos de nuevo a la calle a medio día o al atardecer y nos acercaremos a la barra a tomar otro vinito. Y charlaremos con Isabel Albas de la cultura de la calle y de Sadeco que no para de limpiarla cada vez que hay una movidita en estas fiestas populares.
«La batalla de las flores», el día 4 de mayo, acudiremos al Paseo de la Victoria. Esperemos que el ir y venir de rosas y claveles no nos den con «un capullo en to el ojo» y nos provoque un desprendimiento de retina. Allí estará el amigo Juan Serrano con su séquito, incluso con Paco Lara, y algún que otro concejal acompañando a José María Bellido.
«Romería de la Virgen de Linares», el día 11 de mayo. Más carrozas y arroz, y vino y… veremos por la ermita a Isabel, no la Albás, sino la presidenta de la hermandad, Isabel Carrión, a Urbano y Madruga y a Alfonso Morales, Aurora Barona y a Luis Martín y Amelia Caracuel, que no se pierden una.
«Festival y concurso de los Patios», del 3 al 18 de mayo. Ya con el traje de flamenco o de gitana, volveremos a saborear el vino y encontrarnos con muchísimos conocidos. Alguno un poco mareadillo. Inclusive políticos, -no mareados-, como Miguel Ángel Torrico, Marian Aguilar o Cintia Bustos. Seguro que a Bernardo Jordano no lo veremos por ningún lado, porque estará ultimando el proyecto de rectificación y modernización de la seguridad de los carriles bici de la Avenida de Barcelona. No me lo creo ni yo.
«Concurso de rejas y balcones», del 5 al 18 de mayo. Recorriendo el casco histórico, quizás aprovechemos para echarnos una o dos fotos en una reja. Seguro que nos encontramos al amigo Antonio Hurtado, con su pajarita y sombrero cordobés, y contándonos cosas que ve por la calle y denuncia solo en redes sociales, cuando pasea por el carril bici, aunque ahora parece que se desplaza en canoa.
«Feria de Nuestra Señora de la Salud», del 24 al 31 de mayo. Aquí sí que acudiremos con los niños, los nietos, los primos y primas, y hasta con la suegra. Y caerán más fotos, porque ¡hay que ver lo bien que nos queda el traje de gitana!, y las penitas que hemos tenido que pasar para quitarnos esos kilitos que hacían que la cremallera no subiera.
Y esto solamente en Mayo. Que luego vienen las verbenas populares de las barriadas y poligonos y muchas fiestas más hasta llegar otra vez a Semana Santa, pasando por la playa, la piscina y el lebrillo en el balcón, la Navidad y Reyes y la «Cuesta de enero».
Por cierto, otra fiesta para antes del verano, que se me olvidaba. El acercamiento cordial con Hacienda. «La declaración de la Renta 2024». Esta celebración sí que es importante. Y seguro que gracias a los trucos del gobierno de Pedro Sánchez y de la Montero, nos saldrá a pagar. Porque la cosa estuvo bien estudiada. “Les subiremos 300, pero en la renta pagarán 1600. Estas son las cosas del querer.
La verdad es que no tendremos tiempo de aburrirnos. Tampoco de recuperar el saldo de la cuenta corriente, porque si en Semana Santa los bares y hoteles hicieron «el Agosto», nosotros hemos empezado otra «cuesta de enero». Una larga cuesta que se aliviará un poco cuando llegue la esperada «Paga de Julio», sí, esa que creó un tal Francisco Franco, que a pesar de llevar mucho tiempo muerto, algunos todavía no lo pueden ver, pero no paran de nombrarlo.