Perdonen las disculpas
Esta reflexión está dedicada, con cariño y admiración, a todos aquellos andaluces, extremeños y murcianos que emigraron de sus hogares en la segunda mitad del siglo pasado para dejarse el pellejo trabajando en Cataluña.
Lo de prestarles un Premio Nobel lo digo en serio. A nosotros, con uno nos basta.