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25 de abril de 2024

Ester denunciando a Aman, de Ernest Normand

Ester denunciando a Aman, de Ernest Normand

Gastronomía

El banquete de la Reina Ester, una fabulosa estratega

Las mujeres fuertes de la Biblia también eran unas grandes organizadoras y sabían cómo componer un menú

Las mujeres fuertes de la Biblia eran más que fuertes. Eran poderosas, resolutas, inteligentes y también implacables. Una cabeza cortada era un asunto menor si el fin era bueno, que con frecuencia era salvar a sus compatriotas hebreos.
Aunque en general el mundo femenino hebreo estaba vinculado con la familia y con los aspectos domésticos como en el resto del mundo antiguo, muchas mujeres participaban activamente en la vida social, política y económica, incluso en las relaciones diplomáticas, como Sara, la esposa de Abraham, o la Reina Vasti, predecesora de Ester, que organizó un banquete sólo para mujeres aunque finalmente cayó en desgracia con el Rey Asuero, que probablemente era Jerjes I, rey de Persia.
Este poderoso Asuero terminó casándose con Ester, nuestra heroína. Corría el s. V a. C. con todas sus dificultades, mientras el rey, que era un gran aficionado a organizar banquetes espectáculo para impresionar a sus amigos y a sus enemigos, proyectó uno que duró ciento ochenta días. Fue una fiesta descomunal para todos los príncipes y servidores, incluso invitó a los nobles de provincias para que disfrutaran y se admiraran de su esplendor y poderío. La decoración estaba a juego con los platos, y recibía a los invitados un palacio real adornado con colgaduras blancas y violetas, sujetas con aros de plata y cordones de seda sobre columnas de mármol, suelos de alabastro y mármol, haciendo mosaicos con nácar. En distintas salas del palacio innumerables mesas y lechos de oro y plata componían la decoración.
La bebida durante todo ese tiempo ¡seis meses! fue a placer, con innumerables menús servidos en fuentes, platos y vasos de oro. Los mayordomos de palacio ordenaban el servicio cada jornada, ayudados por una numerosa corte de criados, cocineros y músicos que alegraban las jornadas. Podemos imaginar un festival de ese calado, con los platos y vinos que se debieron necesitar y la cantidad de príncipes sin límite para el jolgorio y la diversión. Mientras todos se divertían, soterradamente, la política discurría con todos sus intereses. Como en todas las buenas historias, había un malvado, Amán, que era el principal consejero del rey y que había planeado exterminar a todo el pueblo judío, en un auténtico genocidio, diríamos hoy. Pero la astuta reina Ester, que era judía, conociendo los planes de Amán, organizó un primer banquete para el rey Asuero, convocando a él y a Amán a un segundo banquete. Al rey le debió gustar el primero y accedió a presentarse en el segundo, tras el que finalmente, Ester obtuvo lo que quería: la muerte de Amán al que sustituyó por su propio primo, Mardoqueo, y el perdón para su pueblo.
Los judíos siguen celebrando la fiesta de Purim en recuerdo de la salvación de la matanza, y hornean unos pasteles tradicionales a los que llaman orejas de Amán, una jocosa y estilosa manera de recordar al ministro. Pero la cuestión sigue siendo la poderosa, inteligente, astuta e implacable Ester, capaz de conseguir con la diplomacia y la buena mesa sus objetivos. Salvó a su pueblo y adquirió poder y prestigio, y todo gracias a su habilidad para organizar buenos banquetes. Las mujeres fuertes de la Biblia también eran unas grandes organizadoras y sabían cómo componer un menú. 
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