El restaurante con estrella Michelin que brilla con su gastronomía murciana

Magoga, el sabor de Cartagena, en la plaza del doctor García Marcos en pleno centro de esta ciudad murciana descubrimos un restaurante en el que se apuesta por el producto de la región, cuidando presentaciones y ensalzando la armonía entre la sala y la bodega. Con orígenes en una casa de comidas en 2014 se reinventa hasta convertirse en un espacio culinario con estrella michelín.

Apuesta decidida por la región para promocionarla, con un lema «que todo el que entre por sus puertas sepa que está en Cartagena». Magoga cuyo nombre encuentra su raíz en la de sus chef María Gómez y Adrián de Marcos, quienes tras pasar por las cocinas de los legendarios Zuberoa y Arzak, nos brindan una apuesta por recuperar un legado milenario de sabores y técnicas, redescubriendo orígenes en delicados juegos de expresión culinaria que enlazan el pasado con el presente, las recetas tradicionales con los guiños de vanguardia.

Propuestas de menú y carta que comienzan con snacks recordando un paseo nocturno por Tarragona a la altura del puerto mientras una noche de verano pone sus acordes con un «sobra decirte» de Valeria Castro, juegos visuales y gustativos de ensaladilla caramelizada con notas cremosas y perlas de salmón. Delicadeza de una magnífica gamba roja y codium, caldos de toda la vida que reconcilian con la gastronomía de siempre a través de la intensidad de un caldo de ave con cítricos y suero de oveja.

Flores del campo de Cartagena que revelan una sobrasada vegetal con finales de dulzura a través de la miel para dar paso a un bombón cítrico con notas de limón y hierbas de nuestro entorno. Aperitivos que ya anuncian la filosofía de Magoga en una apuesta por la materia prima en cuidadas presentaciones que pintan lienzos culinarios. Primeros envites que maridaremos con una interpretación del vino de pueblo, un «Pura Viña» de 2024, macabeo de ensamblaje de los valles más representativos de la zona, denominación de origen de Bullas, vino de marcada acidez y paso elegante en boca con matices sutilmente refrescantes.

Escenas adictivas con un pan brioche artesanal acompañado de mantequilla de oveja y sal de San Pedro del Pinatar, secuencias de panes de masa madre de centeno y trigo escotados por aove de rojiblanca ecológico, bocados que ensalzan la suavidad para dar paso a uno de los platos culmen de Magoga. Unas superlativas quisquillas de la costa murciana de considerable tamaño, puro producto mimado en cocina para alcanzar una textura perfecta y un sabor inigualable presentándonos un mediterráneo de almendra y caviar.

Marisco de huevas azules que encandila y eleva al infinito la experiencia culinaria rivalizando con un magnífico bogavante azul del Mediterráneo que define la esencia de Magoga, búsqueda de la alta materia prima para engalanarla en la presentación y cuidarla en la cocina con el maravilloso arte de acariciarla presentándonos la materia prima en su punto exacto. Legado milenario que rescata recetas como el «sconbrum», versión pura de la salsa garum o reivindicación del potencial de ingredientes como la algarroba con el que elaboran el chocolate de los deliciosos petit fours.

Carta de temporada que continúa en permanente evolución con una anguila ahumada para enlazar el mar con la tierra acompañándola con foie e hinojo. Ligereza en los bocados dando entrada a otra de las estrellas de la propuesta culinaria de «Magoga», imperial ventresca de atún rojo con un escabeche de tomates y fresas. Materia prima elevada a la enésima potencia, insuperable textura e inmejorable trato en las brasas para encumbrar unos lomos de ventresca cocinados en su punto exacto, materia que enamora a la vista anticipándonos el homenaje a la delicadeza, a un producto que se deshace cual mantequilla en la boca, brindándonos la parte más exquisita del atún rojo.

Verdadero disfrute culinario que maridamos con un «Monte Diva» un moscatel seco de 2022 de la bodega de Gutiérrez de la Vega, blanco encurtido con pieles elaborado con moscatel romano procedente de viñedos del Valle de Jalón, un año en barrica para conseguir una singular expresividad repleta de toques mentolados, aportando personalidad aromática y el carácter salino y mineral. Vino totalmente seco para un blanco lleno de originalidad y expresividad. Color amarillo dorado que en nariz sobresale con aromas a monte de lavanda, romero o tomillo con ligeros toques mentolados, en boca pura untuosidad de notas salinas y minerales con final que recuerda a la piel de naranja.

Mar mediterráneo que nos brinda un oasis de paz con decoración inspirada en el paisaje cartagenero , escenario de navegación para alcanzar la tierra y descubrir un arroz bomba denominación de origen de Calasparra con esencia de melosidad enriquecido por setas encurtidas. Imprescindible el cochinillo deshuesado con su piel crujiente con guarnición de puré de patatas y chutney o con un cordero lechal de Calblanque para encumbrar la mirada más bella de Valladolid en el producto más puro y emblemático de los parajes de Ribera.

Esencia de elegancia y suavidad con placeres gustativos crujientes que abren el paso a un excelente carro de quesos culminando en petit fours de algarroba y regaliz o en un «bocasue» de pistacho y rosas. Rincón culinario de obligada visita, con un precio en torno a ciento veinte euros por persona, que tiñe de romanticismo culinario las tardes noches más bellas del mediterráneo cartagenero, infinitud y expresividad en el petricor gastronómico de las noches de verano.