Vista de la ciudad de Calahorra, en La Rioja.
La ciudad medieval de La Rioja con uno de los patrimonios históricos más sorprendentes de España
La riqueza de su huerta es una de sus señas de identidad actual, pero Calahorra, la segunda ciudad de La Rioja, alberga una historia y un patrimonio más que interesantes para una escapada
Cuando se piensa en La Rioja, la mente viaja a viñedos interminables, bodegas históricas y pueblos como Haro, Briones o Laguardia, este último en la llamada Rioja Alavesa. Sin embargo, hay una ciudad riojana que sorprende por la importancia y fuerza de su pasado y la belleza de su trazado urbano, Calahorra, segunda urbe de la región tras Logroño y un destino todavía poco explorado por los viajeros. Su patrimonio es uno de los más interesantes de España. Vestigios romanos, palacios señoriales y una imponente catedral conforman un escenario que combina siglos de historia en cada rincón.
De Roma a la Edad Media
Arco romano de San Andrés.
Calahorra hunde sus raíces en la Antigüedad. Su situación entre los ríos Cidacos y Ebro y su emplazamiento en un cerro que domina las fértiles llanuras que lo rodean hicieron de Calahorra un lugar estratégico habitado por primera vez en torno al siglo IV a.C. que no pasó desapercibido a las legiones romanas, que conquistaron el lugar en el siglo II a.C. y Calagurris se convirtió en municipio romano de pleno derecho en época del emperador Augusto.
Calagurris se convirtió en municipio romano de pleno derecho en época del emperador Augusto
Puertas, restos de acueductos, termas y mosaicos aún dan fe de aquel pasado romano esplendoroso. El Museo de la Romanización de Calahorra alberga un millar de piezas que en cinco salas que invitan a realizar un recorrido desde el siglo IV a.C. al IV d.C. a través de diferentes aspectos de la vida romana.
Calagurris fue asimismo la cuna de los mártires San Emeterio y San Celedonio, posiblemente hermanos y que servían como soldados en la ciudad riojana a finales del siglo III. Sufrieron persecución por su fe cristiana y fueron encarcelados en el lugar llamado Casa Santa, torturados y finalmente decapitados en un arenal del río Cidacos a las afueras de la ciudad, lugar donde más tarde se levantó la catedral, de ahí su extraño emplazamiento, extramuros de la ciudad.
Iglesias y conventos
Monasterio de San José, conocido como el Convento de las Monjas Encerradas.
Pero fue en la Edad Media cuando la ciudad adquirió su fisonomía actual, levantando murallas, iglesias y conventos que hoy marcan el perfil de su casco antiguo. Entre sus edificios religiosos destacan la catedral de Santa María, las iglesias de San Andrés (con origen en el siglo VII), San Francisco (donde se exponen 14 de los 19 pasos de la Semana Santa calagurritana) y Santiago (que preside la Plaza del Raso), el Monasterio de San José (conocido popularmente como el Convento de las Monjas Encerradas, fundado en 1589) y el Santuario del Carmen, convento de los Carmelitas Descalzos fundado en 1603 a las afueras de la ciudad. Por Calahorra asimismo pasan dos caminos de peregrinaje: el camino Jacobeo del Ebro y el Camino Ignaciano.
La catedral, joya del casco histórico
Catedral de Santa María en Calahorra.
El corazón monumental de Calahorra es la Catedral de Santa María, un edificio que comenzó a construirse en estilo románico y culminó en gótico y barroco. Su claustro, su retablo mayor y su archivo, uno de los más ricos de La Rioja, convierten la visita en un recorrido por siglos de arte y espiritualidad. En ella destaca la Puerta de San Jerónimo, situada en el lado Norte del edificio. Construida a lo largo del siglo XVI, combina en sus tres cuerpos los estilos plateresco, gótico, renacentista y manierista. Desde aquí, las callejuelas estrechas de Calahorra conducen a plazas donde se respira la esencia medieval.
Fuente de los Trece Caños.
Cercano al aparcamiento de la catedral hay otro lugar interesante de estilo neoclásico, la Fuente de los Trece Caños, símbolo de modernidad y ejemplo del desarrollo urbanístico que experimenta Calahorra en el siglo XIX. Hoy es el lugar de partida de la Senda del Cidacos, ruta perteneciente a los llamados Senderos de la Verdura, y a escasos metros está el Antiguo Lavadero, adonde acudían tradicionalmente las calagurritanas a hacer la colada.
La Judería
La Torá que custodia la catedral de Calahorra.
Calahorra también albergó una importante judería en época medieval. Este barrio judío estaba formado por un recinto amurallado propio, contaba con una sinagoga y sus habitantes gozaban de una completa organización jurídica, social y religiosa. Actualmente, la Judería de Calahorra se encuentra integrada en la Red de Juderías de España, los Caminos de Sefarad.
El primer documento que nos habla de la presencia de la comunidad judía en Calahorra data de finales del siglo XI
El primer documento que nos habla de la presencia de la comunidad judía en Calahorra data de finales del siglo XI. Posteriormente, la Aljama llega a conseguir su mayor auge en el siglo XV, contando en ese momento con unas 600 personas. A través de la abundante documentación del archivo catedralicio sabemos que fue el mayor barrio judío de La Rioja, con una importante actividad agrícola, comercial y artesanal a lo largo de la Edad Media.
Aquí vivió la última etapa de su vida el poeta y teólogo Abraham Ibn Ezra. Al mismo tiempo, la judería contó con numerosos médicos, arrendadores y recaudadores de impuestos. La catedral de Calahorra custodia una antigua Torá, texto sagrado sobre la historia del pueblo de Israel, en la que se narra el encargo por Yahveh a Moisés de sacar al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia y las plagas sobre las tierras de Egipto.
Murallas, plazas y palacios
Palacio Episcopal de Calahorra.
Los restos de la muralla medieval, con sus torreones, recuerdan la importancia estratégica de la ciudad durante siglos de disputas fronterizas. Junto a ellas, surgen rincones como la Plaza del Raso, verdadero corazón de la vida calagurritana, o la Plaza de San Francisco, presidida por antiguos conventos.
Los palacios renacentistas y barrocos salpican el casco histórico, testimonio de la prosperidad que vivió Calahorra en épocas pasadas. Entre ellos, el Palacio Episcopal o el Palacio de los Ramírez de Velasco, con sus fachadas blasonadas, hablan de linajes y familias influyentes.
Una ciudad que se vive
Vista de Calahorra al atardecer.
Lo mejor de Calahorra es que su patrimonio no se contempla en silencio, sino que se vive en el día a día. Sus bares y restaurantes llenan de ambiente las plazas y la tradición gastronómica se respira en cada mesa. La ciudad es famosa por su huerta, que da lugar a las populares Jornadas Gastronómicas de la Verdura, en primavera. Alcachofas, pimientos, espárragos o borrajas se convierten en protagonistas de recetas que combinan sencillez y sabor.
Fiestas y tradiciones
Plaza del Raso, el corazón de la vida calagurritana.
El calendario festivo también conserva un aire medieval. Las fiestas en honor a San Emeterio y San Celedonio, a finales de agosto, son un estallido de color y devoción popular. En Semana Santa, las procesiones llenan las calles empedradas y ofrecen un marco único que une religión y tradición.
Cómo llegar y qué más ver
Calahorra se encuentra apenas a 45 kilómetros de Logroño y está bien comunicada por carretera y tren. Es un destino perfecto para una escapada de un día, aunque merece al menos una noche para recorrer sin prisas su casco histórico y disfrutar de su ambiente. Desde aquí se pueden organizar excursiones a otras localidades riojanas, como Arnedo, con sus Cuevas de los Cien Pilares excavadas en la roca, o Alfaro, famoso por su colonia de cigüeñas.