Valle de la Muerte en el desierto de Atacama (Chile).
Destinos Extremos
Viaje al lugar más seco de la Tierra, que puede estar sin lluvia durante décadas
La frase popular de «nunca llueve a gusto de todos» sería extraño aplicarla a este lugar, porque aquí nunca llueve, y cuando lo hace es un acontecimiento realmente excepcional. Entre los lugares más áridos y secos del planeta Tierra hay uno que supera a todos en cuanto a la escasez de precipitaciones: el desierto de Atacama, un escenario lunar al norte de Chile que figura en los libros de récords como el lugar más seco de la Tierra.
Este escenario lunar del norte de Chile figura en los libros de récords como el lugar más seco de la Tierra
Las precipitaciones son tan improbables en las zonas más secas de este vasto desierto que algunas estaciones meteorológicas llevan décadas sin registrar una sola gota, convirtiendo esta franja rojiza en uno de los entornos más extremos del mundo. La explicación está en una combinación de factores casi perfectos para expulsar la humedad: la sombra pluviométrica de los Andes, la corriente fría de Humboldt en la costa del Pacífico y la presencia del anticiclón del Pacífico Sur. Un tridente atmosférico que bloquea cualquier nubarrón y deja como resultado un territorio que parece detenido en otro planeta.
Paisajes de Marte y de la Luna
El Valle de la Luna del desierto de Atacama al atardecer.
Tanto se parece Atacama a Marte que la NASA utiliza zonas de este desierto como banco de pruebas para sus robots y misiones espaciales. El suelo, salpicado de costras salinas, dunas fósiles y rocas de aspecto quemado, forma un ambiente tan pobre en humedad que incluso los microorganismos tienen dificultades para sobrevivir.
El desierto de Atacama se extiende a lo largo de una franja de tierra de unos 1.600 kilómetros de largo en la costa del Pacífico y tiene una superficie aproximada de unos 105.000 kilómetros cuadrados, equivalente a la quinta parte de España. Esta cifra puede ascender a 128.000 kilómetros cuadrados si se incluyen las áridas laderas inferiores de la cordillera de los Andes. El desierto abarca principalmente el norte de Chile, pero también se extiende a zonas fronterizas de Perú, Bolivia y Argentina.
Otra espectacular imagen del Valle de la Luna.
Algunos de los puntos de interés de este desierto son el Valle de la Luna, con sus surrealistas formaciones de roca y arena que lo asemejan a nuestro satélite y el Valle de la Muerte, con enormes dunas de arena perfectas para practicar deportes como el sandboard. La NASA, por su parte, ha realizado estudios en zonas del desierto de Atacama debido a su extremada aridez para probar allí sus vehículos marcianos.
Destino «starlight»
Una viajera contempla un millón de estrellas sobre el desierto de Atacama.
Como contrapunto a su aridez, la casi total ausencia de nubes convierte a Atacama en uno de los mejores lugares del planeta para observar el cielo y las estrellas. De hecho, aquí se levantan algunos de los telescopios más avanzados del mundo, como ALMA, en pleno altiplano de Chajnantor, en el norte de Chile, a una altitud de 5.000 metros sobre el nivel del mar. Las noches son un espectáculo, con una Vía Láctea tan nítida que parece proyectada y constelaciones que se distinguen a primera vista.
Un territorio duro… pero vivo
Camino en el desierto de Atacama.
A pesar de lo inhóspito, Atacama esconde vida. La hay en forma de llamas, vicuñas y zorros culpeos que habitan las alturas; la hay en los géiseres del Tatio, donde el vapor brota a más de 80 grados; la hay en pequeños pueblos oasis como San Pedro de Atacama, que sirven de refugio para viajeros y comunidades indígenas. La existencia en estas latitudes también se abre camino.
Cómo viajar al lugar más seco del mundo
El pueblo oasis de San Pedro de Atacama.
Atacama se visita desde San Pedro, principal punto de partida y base logística para explorar los impresionantes paisajes del desierto. Ubicado a 2.436 metros sobre el nivel del mar, San Pedro de Atacama es famoso por sus cielos prístinos para la observación astronómica y por la cultura Lican-Antay (atacameña). Un destino fascinante donde los haya.
Conviene, eso sí, viajar preparado: la radiación solar es intensa, las temperaturas oscilan bruscamente entre el día y la noche y la altitud exige tomarse las cosas con calma. Pero quienes llegan hasta aquí lo cuentan como una de esas experiencias que te cambian la manera de mirar y percibir a nuestro planeta.