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16 de junio de 2024

Penelope Knatchbull, Countess Mountbatten of Burma attending a Service of Thanksgiving for Prince Philip, Duke of Edinburgh at WestminsterAbbey in London, Tuesday, March 29, 2022.

En las escenas se muestra al marido de la difunta Reina Isabel en cierta intimidad con PennyGTRES

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¿Quién es Lady Penny, la supuesta amante del duque de Edimburgo que aparecerá en 'The Crown'?

Al Príncipe Felipe siempre le han relacionado con varias mujeres, pero su íntima confidente solo fue una

Que The Crown ha puesto el foco en cada uno de los hechos enjuiciosos de la Casa Real británica es un hecho. Al combinar realidad y ficción, la popular serie de Netflix que estrenará en noviembre su próxima temporada puede darse el lujo de abordar temas que no podrían tratarse en un documental de carácter más histórico o político. Si en la cuarta temporada nos asombramos con la crudeza con la que se representaba a Diana de Gales, ahora lo haremos con el duque de Edimburgo.

Mucho se ha dicho y nada probado sobre las supuestas infidelidades del Príncipe Felipe. Sin embargo, es un hecho que hubo una mujer que apoyó al duque de Edimburgo toda su vida, en una relación tan estrecha que se convirtió en su confidente más cercana: Lady Penelope Knatchbull. Y es precisamente en el fortísimo vínculo entre ambos en lo que se centraron los guionistas para sugerir que la pareja tenía una relación.

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Según informa el Daily Mail, habría algunas escenas donde incluso se muestra al marido de la difunta Reina Isabel en cierta intimidad con Penny. Escenas en las que los dos se tocan las manos mientras el duque revela algunos detalles de su matrimonio y que Dickie Arbiter , exsecretario privado del soberano, ya ha definido como «basura cruel».

Pero, ¿quién fue realmente Lady Penelope Knatchbull? Confiada del príncipe a pesar de su diferencia de 32 años, la plebeya, interpretada por Natasha McElhone, fue su amiga íntima hasta su muerte y la segunda mujer más importante de su vida.

Tal y como publicó The Sun en su día: «su amistad duró décadas y levantó muchas asperezas». Sobre todo cuando se convirtió en la única invitada sin sangre real y sin lazos familiares que estuvo invitada al entierro en plena pandemia del duque de Edimburgo. Cerrar una lista con tan solo 30 invitados fue de lo más complicado para la Reina, pero decidió que la condesa de Mountbatten de Burma estuviera presente por su entrañable relación con el Príncipe.

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Las imágenes de ambos juntos vienen de muy lejos. De hecho, se conocían desde que ella tenía 22 años y era novia de Lord Brabourne, ahijado del Príncipe, con quien compartía el primer apellido. Entonces él tenía ya 55 años, pero la diferencia de edad no impidió que forjase un vínculo que no se perdió con el tiempo. Ella se casó al poco tiempo con Lord Brabourne y tuvo tres hijos, una de los cuales, Leonora, murió de cáncer cuando solo tenía cinco años.

Fue esta tragedia, junto a una indudable afinidad, la que terminó de unirles. Entre carreras de polo, charlas, confesiones, risas, se convirtieron en cómplices a la hora de afrontar sus complicadas vidas. A lo largo de los años, incluso, Penny fue apodada «and also» –traducido como «y también»– dado que, cada vez que había que confeccionar la lista de invitados en algún evento Real, el Príncipe Felipe decía: «y también… Penny».

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La vida sentimental oficial de cada uno siguió oficialmente por cada lado, pero la relación nunca se rompió. Y no se escondieron. Su pasión compartida por el deporte les ha unido en multitud de actos y su vínculo hizo que ella también se relacionase con sus hijos, especialmente, con el Príncipe Carlos, de quien se convirtió en confesora y hombro sobre el que llorar. De hecho, se publicó que fue ella quien le dejaba su casa del barrio de Chelsea para encontrarse con Camila –entonces– Parker Bowles.

Durante gran parte de su vida, el duque de Edimburgo arrastró una fama de mujeriego de la que no pudo librarse a pesar de su sólido matrimonio con la Reina Isabel II. Una vez a la monarca le preguntaron sobre las amistades íntimas de su marido y ella dijo: «A su edad, flirtear es muy bueno para él. Le mantiene alegre». Al fin y al cabo, tal como dijo en más de una ocasión, le pedía lealtad, no fidelidad.

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