Belén Esteban y Tamara Falcó, unidas por el mismo drama
Si algo tenía claro la novia de Íñigo Onieva era el traje que quería lucir para postrarse ante el altar de su capilla en el palacio de El Rincón
La princesa del pueblo podría poner a disposición de la marquesa del vino sus conocimientos ante la crisis abierta con las diseñadoras de uno de los trajes nupciales de Tamara Falcó. Era cuestión de tiempo que las diseñadoras se plantasen. Recordemos que ya lo hizo su hermana Ana Boyer, cuando Tamara le daba ideas para su traje de bodas y la pequeña de los hermanos Preysler lo rechazó. Ana no quiso llevar en su boda el traje que Tamara le proponía. Si algo tenía claro la novia de Íñigo Onieva era el traje que quería lucir para postrarse ante el altar de su capilla en el palacio de El Rincón. Una capilla, por cierto, que su padre, el difunto Carlos Falcó, le restauró cuando su hija reveló su fervor religioso.
Lo tenía tan claro que quién lo realizase era lo de menos. Lo que no estaba previsto es que las diseñadoras se plantasen en detrimento de una exhibición mediática orbital. Las vascas tienen su reputación, su espacio ganado gracias a su estilo, sus clientas y una cosa es aceptar hacer las pruebas en Madrid, una manga abullonada o un escote en pico y otra es ser las ejecutoras de un patrón, que no es el suyo, ni se le parece. Para eso uno busca una modista y le dice lo que tiene que coser, no necesita un diseñador. No vas a Fernando Lemoniez para que te haga un Teresa Helbig o a Lorenzo Caprile para que cosa un todo en uno; un poco de Balenciaga, un 15 por ciento de Miguel Marinero y el 63 restante de McQueen.
Los modistos tienen una reputación y rechazar un encargo mediático de tal repercusión, como han hecho las diseñadoras vascas, curiosamente, es subir un escaño en su prestigio porque no han sucumbido a la visibilidad que ese traje les habría dado en aras de su profesionalidad, aunque Tamara se encuentre a menos de dos meses de su boda, sin el traje principal, ya que ahora se suelen encargar unos tres trajes.
No hay que entrar en pánico. El mismo drama que vivió Belén Esteban cuando varias marcas no quisieron vestirla de blanco, hasta que llegó El Corte Inglés que se ofreció a realizarle en plazo su traje de princesa. Tamara tiene ya varios pretendientes, su amigo Avellaneda entre ellos, y siempre puede recurrir a las marcas de las que ella ha sido embajadora y estarán encantados de vestirla.