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20 de mayo de 2024

antonio lopez

Antonio López, en el Real Jardín Botánico

Entrevista

Las flores que la Casa Real regaló a Antonio López y ahora tiene en su jardín

En un mundo dominado por el marketing y el algoritmo, Chanel, apoyando la cultura, se desmarca y triunfa.

Antonio López tiene en su jardín rosas rojas del Palacio Real de Madrid y la rosalista, Matilde Ferrer creó la rosa Condesa de Barcelona. Ambos se juntan una mañana de mayo en el jardín que fundó el Rey Fernando VI y lo hacen no por una cuestión monárquica aunque confluyan esas casualidades. No, esas dos ilustres eminencias se juntan porque los une una Casa de Moda que es tan elegante que no muestra su logo en ningún lugar.
En el año 2021, la firma familiar Chanel, celebró los cien años del pijama de Marilyn Monroe, el famoso perfume número 5, Nº 5, que no existiría si no hubiera rosas de mayo. Y como son exquisitos y diferentes a cualquier casa de lujo, se les ocurrió firmar un acuerdo con el Real Jardín Botánico de Madrid y ayudarles a restaurar y engrandecer su rosaleda que ocupa cuatro parterres de 2.800 metros cuadrados.
Desde hoy, seis nuevas rosas singulares, que sólo pueden disfrutarse en La Rosaleda madrileña, forman parte de su colección. Danubio azul, Cecilio Rodríguez, Violinista Costa, Recuerdo de Felio Camprubí, Jardinero Ortiz y Tarde gris, son sus nombres y han sido adquiridas a la rosalista valenciana, Matilde Ferrer.
La única mujer que queda en España que inventa rosas. Ella, con ayuda de un cepillito y de mucha maestría, poliniza 15.000 rosas al año y lo hace una a una. Es una eminencia en este campo y tan generosa que se ofreció a crear la rosa Antonio López, que también estaba presente en el Jardín Botánico. Los dos son creadores de rosas, una las inventa y otro las dibuja, y aunque el pintor manchego rehusó amablemente el ofrecimiento «antes no había tantos nombres, las rosas eran rosas y a mi no me gustan ni las calles con nombres de personas. Prefiero la calle de la sal, de la constancia o del pensamiento».
María Paz Martín, directora del Real Jardín Botánico de Madrid. Matilde Ferrer, rosalista y Antonio López, pintor y escultor

María Paz Martín, directora del Real Jardín Botánico de Madrid. Matilde Ferrer, rosalista y Antonio López, pintor y escultor

Respirar el mismo aire que el pintor realista es un privilegio, pero verlo pintar lo es aún más y conocer su vinculación con las flores es recrearse en uno de sus cuadros «la primera flor que yo pinte fue un alhelí. Para mí y para mi pintura, las flores del jardín de la casa de mis padres de Tomelloso son especiales porque han tenido relación con mi infancia, son las que olí y conocí. Luego he conocido flores muy atractivas que se venden en cajas y se regalan (se refiere a las orquídeas), pero yo no puedo pintarlas porque no tengo relación sentimental con ellas. Yo pinto, lirios, alhelíes, rosas o clavelinas que son las que conozco».
En la presentación de los seis nuevos ejemplares de rosas, han convivido periodistas, influencer y youtuber porque Chanel es tan elegante que no discrimina en una época de arrinconamiento a la prensa. Cayetano Carral, uno de los guardianes de la buena educación y del saber organizar eventos, maneja los hilos de este exquisito encuentro botánico que permite que podamos trasladarle a usted lector, el sentimiento que tienen estos seis nuevos ejemplares de rosas.
Detalle de una de las rosas

Detalle de una de las rosas

Ahora cuando visiten el Botánico verán detrás de estos rosales algo más que una simple rosa. ¿Recuerdan El Principito? Pues a eso me refiero, aunque Antonio López se sorprenda de la realidad tan extraña en la que vivimos que hasta afecta a la naturaleza «¿Qué está pasando ahora?. Me impresiona mucho que ahora las flores no huelen. Siempre han olido los jazmines, las rosas, los lirios, las clavelinas…en mi casa las flores huelen. Los olores del sándalo, la hierbaluisa, la hierbabuena, las rosas siempre han sido importantes. Ahora tienen muchos nombres, pero no huelen, las flores antes tenían mucha relación con el perfume. Yo pienso que tenía mucho significado sanador para las personas porque la vida era dura y la flor era una compañía maravillosa para las personas pero no se hablaba de ellas».
Antonio López estuvo años acudiendo al Palacio Real de Madrid para pintar el cuadro de la Familia Real «cada vez que iba me quedaba un rato viendo un rosal rojo que había en los jardines, estaba fascinado con su color intenso y con su olor. Un día le pedí al jardinero que los cuidaba, si me podía dar un esqueje y me regaló diez plantones que ahora tengo en mi jardín».
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