
El Rey Carlos III, visitando Middlesbrough, este jueves
La renuncia de Carlos III a sus 76 años por su estado de salud: «Esos días quedaron atrás»
Su condición física, tras ser diagnosticado con un cáncer, le ha obligado a dejar de practicar uno de sus deportes predilectos
Las blancas laderas de Klosters fueron durante más de cuatro décadas testigo de la buena forma física de Carlos III. La Familia Real británica guarda gran cariño hacia esta exclusiva estación alpina de invierno donde el Rey esquió con sus hijos, los Príncipes Guillermo y Harry, o la Princesa Diana. Ubicada en el cantón de los Grisones, al sureste de Suiza y conectada con Davos, cuenta con 320 kilómetros esquiables perfectamente cuidados, que cautivaron a tantos actores y estrellas que se la conocía como el «Hollywood en las rocas», en el siglo pasado.
A sus 76 años, Carlos III no heredó la salud de hierro de su madre y ha decidido abandonar la práctica del esquí. Así lo confirmó durante una conversación con el ingeniero suizo Aviz Jusufi, durante un viaje a una fábrica de turbinas eólicas en Middlesbrough, este jueves. «Creo que mis días de esquí han quedado atrás».
Carlos III aprendió a esquiar los 14 años y casi todos los inviernos ha practicado este deporte. En 2023, canceló un viaje de esquí para someterse a una revisión médica y asegurarse de que todo marchaba bien de cara a su coronación, en mayo de ese año. Un accidente habría sido «desastroso» antes de la histórica ceremonia, aseguró una fuente. Al año siguiente, en febrero de 2024, le diagnosticaron un cáncer, cuyo tratamiento también le impidió viajar para practicar el deporte blanco.

El Príncipe Carlos y sus hijos, en la estación suiza de Klosters
Son muchas las anécdotas que han ocurrido en las pistas de Klosters. En 1980, el Príncipe Carlos se vio obligado a disfrazarse con un bigote postizo, una nariz de plástico y unas gafas de pasta para que los paparazis no le reconociesen. Y aunque solía pactar un posado oficial para que luego no les molestasen, rara vez lo cumplían.
Durante su matrimonio con Lady Di, también compartió largas jornadas de esquí con Sarah Ferguson y el Príncipe Andrés. Los cuatro protagonizaron varias imágenes en las pistas, en 1987. La relación entre la duquesa de York y la difunta Princesa de Gales siempre fue buena.

Los Reyes Carlos III y Camila en Balmoral, en diciembre de 2010
Un año más tarde, en marzo de 1988, el Príncipe Carlos esquiaba con su buen amigo, Hugh Lindsay, en Klosters, por una de las pistas más peligrosas de Europa, cuando se toparon con una avalancha. El Príncipe logró saltar para alcanzar una cornisa, pero su buen amigo Lindsay, antiguo escudero de su la Reina Isabel II, murió.
La conexión de Carlos III con el complejo suizo de Klosters fue tal que dos remontes quedaron bautizados con su nombre para hacerle un homenaje.

El Príncipe Carlos, jugando al polo, en Palm Beach, en 2010
Respecto a la actividad física general del Rey, él mismo ha dado bastantes detalles. El pasado octubre, durante una visita al Jardín Botánico Nacional de Australia, un joven le preguntó cuál era su deporte favorito. «No puedo hacer mucho ahora, tengo demasiadas lesiones». De hecho, padece «dolor constante en el cuello y la espalda», debido a viejas lesiones mientras jugaba al polo, según relató el Príncipe Harry, en sus memorias, Spare. A pesar de ello, según la Reina Camila, su marido sale a caminar varias veces al día. «Es como una cabra montesa, deja a todos muy atrás», bromeó.