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Blanca Romero, durante la entrevista

Blanca Romero, durante la entrevista

Blanca Romero se confiesa y desvela cómo le afectó su divorcio de Cayetano Rivera

La asturiana pasó de ser una figura reconocida en la moda a ser «la mujer de», y más tarde, «la ex de»

Casi un cuarto de siglo después de convertirse en protagonista de una de las bodas más mediáticas del país, Blanca Romero ha decidido compartir su relato más personal. Lo ha hecho en Mis Raíces, el nuevo programa de Isabel Jiménez, donde ha repasado su vida con honestidad, abordando, entre otros temas, su relación con Cayetano Rivera, su matrimonio y el impacto mediático que todo ello tuvo en su trayectoria y su bienestar emocional.

A finales de los años 90, la asturiana era una de las modelos españolas con mayor proyección internacional, con una brillante carrera en ciudades como Londres, Milán o París. Sin embargo, todo cambió tras su boda con el torero en 2001. Aquel enlace, celebrado en la iglesia de San Pedro de Gijón, la situó en el epicentro del foco mediático, eclipsando por completo su carrera.

Ella misma lo admite: pasó de ser una figura reconocida en la moda a ser «la mujer de», y más tarde, «la ex de». Más que la ruptura sentimental, fue la exposición constante lo que realmente la desbordó. «Ponías cualquier canal y ahí estaba yo. Cuando iba al bar, parecía Letizia con escoltas», recuerda. La presión fue tal que necesitó casi dos años para recuperarse emocionalmente: «Lo viví como un luto, lo sufrí, lo pasé mal». A pesar de ese desgaste, ha querido dejar claro que su relación con Cayetano fue sana y que, simplemente, no funcionó. Hoy mantienen una relación cordial, especialmente por el lazo que los une: El diestro adoptó legalmente a Lucía Rivera, hija de Blanca, poco después del enlace, y el afecto entre ambos perdura.

Sin embargo, lo que más ha conmovido de su testimonio ha sido una confesión inesperada: la boda ya estuvo marcada por una tragedia personal. En una intervención en MasterChef Celebrity, al ser preguntada por su sencillo peinado nupcial, la intérprete se rompió. Reveló que solo una semana antes del enlace, murió su primo Iván, de 29 años, en un accidente de coche mientras se dirigía a Gijón para ser testigo en la ceremonia. Aquel golpe la dejó emocionalmente devastada. «No tenía ganas de peinarme ni de vestirme ni de ninguna pijada absurda», explicó entre lágrimas. Iván, contó, le había dejado un regalo en la habitación del hotel, y ese gesto, aún hoy, lo guarda como un recuerdo imborrable. Su melena suelta, su rostro sin apenas maquillaje y su actitud contenida durante el enlace no fueron una elección estilística, sino la expresión de un duelo aún fresco.

Aquel vestido de Karl Lagerfeld, que causó sensación en su momento, adquiría así un nuevo significado: el de una mujer que, en medio del glamour y las portadas, vivía una pérdida profunda. Mientras la multitud se agolpaba en las puertas de la iglesia y los flashes iluminaban la escena, la novia lidiaba en silencio con un dolor que nada tenía que ver con la fama.

El matrimonio duró solo tres años, aunque no fue hasta 2013 cuando Cayetano obtuvo la nulidad eclesiástica que le permitió casarse más tarde por la Iglesia con Eva González, con quien también acabaría separándose. A pesar del paso del tiempo, Blanca mantiene recuerdos cálidos de aquellos años.

Lejos de los focos y el ruido mediático, ha encontrado por fin su lugar. Vive en Villaviciosa, Asturias, el pueblo donde creció, rodeada de naturaleza y paz. Allí, en una casa construida por su padre hace dos décadas, ha echado raíces junto a su hijo Martín. «Estoy a gustísimo, tranquilísima», ha confesado. La vivienda, fruto del esfuerzo familiar, fue levantada poco a poco y en ella Blanca invirtió buena parte de sus ingresos de aquellos años de éxito como modelo y actriz. Hoy, ese refugio en mitad del campo es su verdadero hogar.

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