Antonia Dell’Atte reabre viejas heridas: acusa de nuevo a Alessandro Lequio de malos tratos

Han pasado casi cuatro décadas desde que Antonia Dell’Atte y Alessandro Lequio sellaron su unión en lo que parecía un cuento de hadas entre la moda y la aristocracia. Ella, modelo italiana nacida en Brindisi, se había convertido en una de las musas de Giorgio Armani, símbolo de elegancia mediterránea. Él, conde de Assaba y descendiente de la familia Torlonia (por tanto, primo lejano del Rey Juan Carlos I), representaba la sofisticación y el encanto del linaje italiano. Sin embargo, tras la apariencia del matrimonio perfecto, se escondía, según el testimonio de la exmodelo, una historia marcada por el miedo, el control y la violencia.

En su última entrevista en El País, la italiana ha roto de nuevo el silencio sobre un pasado que asegura la marcó para siempre. «La primera patada que me dio Lequio, estando embarazada, fue a la vuelta de la luna de miel», recuerda con crudeza. Aquel episodio, afirma, fue solo el principio. «Llegamos, abrí el buzón, cogí una carta con mi nombre y me dijo: ‘Tú ya no te llamas Antonia Dell’Atte, tú eres la condesa Lequio’. Le respondí: ‘No, yo soy Antonia Dell’Atte’». Desde ese instante, dice, el miedo se instaló en su vida cotidiana.

El idilio comenzó en Portofino, en 1986. Un año después, se casaron por lo civil en Milán. Ella tenía 27 años y estaba embarazada de su hijo Clemente, nacido en abril de 1988. Ni siquiera la madre del aristócrata, Sandra Torlonia, asistió a la boda, convencida de que su nuera «no pertenecía a su clase social». Con el paso del tiempo, aquella unión se transformó, según su relato, en una relación de control absoluto. «Yo no podía dar un paso sin que él lo supiera. Tenía que saber dónde iba, dónde trabajaba», afirma. También asegura que su pareja la aisló de amigos y familia, e incluso llegó a amenazarla: «Si tú me dejas, te voy a matar a ti y a tu familia». Las palabras que más la marcaron, sin embargo, fueron las que atentaban contra su identidad y su físico. «Él tenía que operarse la nariz y me dijo: ‘Te voy a destruir la nariz, así no serás más guapa’», ha relatado. Un ejemplo, dice, del intento constante por anularla como mujer y como figura pública.

La pareja residió un tiempo en Polonia y, más tarde, se trasladó a Madrid, cuando el conde comenzó a trabajar para Fiat España. Fue entonces cuando la tensión alcanzó su punto máximo. Los rumores de una relación entre el aristócrata y Ana Obregón se hicieron públicos y, en 1991, Antonia Dell’Atte presentó una denuncia por malos tratos y abandono familiar que poco después retiró, alegando manipulación y miedo. Con el paso del tiempo, la italiana consiguió rehacer su vida entre Barcelona y Milán, donde retomó su carrera y se convirtió en una firme defensora de las víctimas de violencia de género. «He aprendido a no tener miedo, a ser libre», ha declarado en más de una ocasión, reivindicando su experiencia como símbolo de resistencia y superación.

Además de regresar al mundo de la moda, ha encontrado en la televisión un nuevo escenario en el que mostrarse sin filtros. Ha participado en programas como MasterChef Celebrity, Ven a cenar conmigo: Gourmet Edition y ¡Mira quién baila!, donde su carácter fuerte, sentido del humor y elegancia la han convertido en una figura tan mediática como imprevisible. Por su parte, Alessandro Lequio, actualmente casado con María Palacios, ha respondido de forma escueta, limitándose a derivar las declaraciones de su exmujer a sus abogados.