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La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda DíazEuropa Press

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De Yolanda Díaz a Intxaurrondo: por qué se ha puesto de moda la corbata en las mujeres

El magnífico accesorio que los hombres comienzan a repudiar se hace un hueco en el universo femenino

Algunas señoras ocupan un tiempo desmesurado a su físico y a pensar qué van a ponerse. Sin ánimo de criticar, más compensaría tener mejor amueblada la cabeza que el guardarropa. Y ayer, Yolanda Díaz demostró de nuevo que sigue la moda de cerca, que le importa y que pasa de burda aldeana desaliñada de Fene, con jersey de punto gordo de botones tamaño mamut y pelo oscuro en cresta, a delicada fémina rubia platino con vestido de seda rosa plisado o, ahora, a una masculina suerte de Mortadelo sin gafas con soltura en el micrófono del Hemiciclo.

Hay que reconocer que la señora Díaz, en su ya conocido proceso de pijificación, va acertando a estar a la moda, que no quiere decir ir bien ni mal, sino en tendencia. Mientras nos contaba ayer detalles sobre los estatutos del becario, apareció con camisa blanca de corte masculino y corbata oscura formal. Al menos, en esta ocasión, la corbata le llegaba al pantalón: dejó atrás la corbata de largo de niña de kinder setentero. Se gusta y se «encontró tablita» con su nuevo look.

La natural de Fene apareció con camisa blanca de corte masculino y corbata oscura formal

La natural de Fene apareció con camisa blanca de corte masculino y corbata oscura formalEuropa Press

Los orígenes de la corbata se remontan no obstante a la Antigua Roma, cuando los legionarios utilizaban una tira de tela alrededor del cuello para proteger su garganta del frío y su boca del polvo del aire. En el siglo XVII, los soldados croatas que servían al rey de Francia usaban un pañuelo amplio anudado alrededor del cuello –vestigio de la tela romana– al que llamaban «hrvatska», palabra que en croata significa «Croacia».

Los franceses adoptaron este accesorio llamándolo cravate y haciéndolo popular en el resto del planeta. De ahí surgió más adelante la Lavallière, un lazo grande anudado al cuello de modo vistoso que se convirtió en una pieza llevada por ellas y ellos y popularizada junto a una joya/broche como hacía la duquesa de la Vallière, amante de Luis XIV. El pañuelo Lavallière comenzó a formar parte del vestuario de los dandies como el británico Beau Brummell o, más tarde, el famoso escritor irlandés Oscar Wilde.

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El pañuelo Lavallière comenzó a formar parte del vestuario de los dandies

Brummell, que había estudiado en Eton College, era a menudo tachado de «macaroni» por sus compañeros de estudios, palabra que se adjudicaba a aquellos británicos que habían visitado Italia y habían vuelto excesivamente acicalados, afectados o relamidos. Cursis, en una palabra. Cuando abandonó la universidad y entró en los húsares del Príncipe de Gales, se acabó convirtiendo en el confidente del heredero al trono, influyendo enormemente en él y en la moda masculina desde entonces. Brummell ideó hasta 100 formas de anudar la corbata que ahora lleva sin pestañear la vicepresidenta tercera (uff, perdón, la vicepresidenta segunda).

La Reina Letizia apostó por ella en el Día Mundial de las enfermedades raras

La Reina Letizia apostó por ella en el Día Mundial de las enfermedades rarasGTRES

Desde entonces, la corbata suave, grande y relajada de Lavalllière ha estado fuera de la moda, solo recuperada en los dos últimos años por Gucci y Tom Ford. Ahora son Cindy Crawford, Melania Trump, o Doña Letizia las portadoras del fabuloso estilismo con corbata que puso de moda la recientemente desaparecida Diane Keaton desde el comienzo de su carrera como actriz.

La periodista Silvia Intxaurrondo

La periodista Silvia IntxaurrondoTVE

Símbolo de fuerza y de masculinidad, la corbata gana terreno en el guardarropa femenino con estupendos resultados que conseguirán integrarla para siempre en el armario de las mujeres. Ahora que muchos señores se niegan a llevarla, aumenta su atractivo entre nuestras filas. Buena idea y amplias posibilidades para declinar los atuendos más aburridos y convertirlos en un «lookazo», como se dice ahora.

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