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Josep María Mainat

Josep María Mainat

Mainat defiende su tratamiento para frenar el envejecimiento de 200.000 euros mientras los médicos alertan de sus riesgos

El productor, de 79 años, defiende un tratamiento con testosterona y hormona del crecimiento en el que ha invertido más de doscientos mil euros

Durante décadas, Josep María Mainat ha sido una figura esencial del entretenimiento español. Fundador de Gestmusic, creador de formatos tan influyentes como Operación Triunfo y miembro del histórico grupo La Trinca, su trayectoria ha combinado innovación televisiva y presencia pública constante. También ha estado marcada por episodios polémicos, como el intento de asesinato que sufrió en 2020 a manos de su entonces esposa, Angela Dobrowolski, quien fue condenada a cuatro años y medio de prisión. Superado aquel proceso, el productor vuelve a ocupar titulares por un motivo muy distinto: su inmersión en la medicina antienvejecimiento y los tratamientos hormonales que asegura haber adoptado para prolongar su vida.

Mainat afirma sentirse «más joven que hace veinte años». A sus 79, atribuye su estado físico actual a un programa de longevidad en el que ha invertido más de doscientos mil euros. El plan incluye una inyección mensual de testosterona y una dosis diaria de hormona del crecimiento, dos sustancias cuyo uso fuera de indicaciones médicas muy concretas se encuentra ampliamente cuestionado. El productor defiende que la vejez es «una enfermedad que debe tratarse» y que la terapia hormonal le ha permitido recuperar el equilibrio fisiológico que tenía «a los cuarenta».

Su interés por la longevidad no surgió de la nada. Reconoce que a los 50 años vivió un punto de inflexión: arrastraba 25 kilos de sobrepeso, fumaba dos paquetes diarios, comía sin control y había abandonado completamente la actividad física. Sufría gota, colesterol elevado y múltiples molestias que atribuía a un estilo de vida incompatible con la salud. A partir de ahí inició una transformación basada en ejercicio, nutrición, suplementación, duchas frías y un control casi obsesivo de todos sus parámetros corporales.

Con el fin de contextualizar estas prácticas, El Debate ha consultado al doctor Jesús Esquide, especialista de la Clínica Longevytum. Sobre los baños de agua fría, explica que pueden reducir el estrés durante unas horas y mejorar la recuperación tras el ejercicio, pero que los beneficios que se les atribuyen más allá de ese efecto inmediato «no tienen evidencia científica». Su advertencia es aún más rotunda cuando se refiere a las hormonas. Según Esquide, la testosterona y la hormona del crecimiento solo están autorizadas para pacientes con enanismo, talla baja no familiar o hipogonadismo clínicamente demostrado. «El resto está prohibido», afirma. La hormona del crecimiento puede provocar hipertensión, acromegalia, alteraciones metabólicas e incluso aumentar el riesgo de diabetes. La testosterona, cuando se utiliza sin indicación médica, puede retener sodio, elevar la presión arterial y aumentar el riesgo de cáncer de próstata. Y sobre los productos que prometen beneficios similares sin efectos secundarios, concluye: «Es sobre todo marketing».

La deportista Mariola Corega, bicampeona del mundo de fuerza y resistencia y referente en halterofilia, coincide en la cautela. «Lo que alarga la vida es moverse, amar, respirar, descansar y tener propósito. Todo lo demás, crioterapia, biohacking o inyecciones, son accesorios caros.» Añade que las hormonas, fuera del ámbito clínico, pueden alterar el hígado, la glucemia y acelerar procesos tumorales.

A los cambios fisiológicos, suma una transformación estética. Ha explicado que no lleva injertos capilares, sino una prótesis hecha a medida con cabello natural que, según él, resiste duchas, piscina y mar. «Ni me acuerdo de que la llevo», ha comentado en redes sociales, donde también compartió una imagen de su pasado para evidenciar el contraste con su estado actual: «Hace veinticinco años era un desastre. Suerte que reaccioné a tiempo».

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