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26 de abril de 2024

Napoleón

Pintura de Napoleón a caballo

Cuando la incorporación de Cataluña a Francia significó la prohibición del castellano

Napoleón Bonaparte y José Bonaparte rediseñaron cómo quedaría repartida España. Incorporaba todos aquellos territorios conquistados o bajo su dominio, estuvieran cerca o no de Francia, y en 1812 Cataluña pasó a ser un departamento más del Imperio francés

El 10 de febrero de 1810 las cancillerías de París y Madrid –Napoleón Bonaparte y José Bonaparte– rediseñaron como quedaría repartida España. Dicho de otra manera, dónde finalizaría el Imperio francés y dónde empezaría el Reino de España. Esta distribución en departamentos –provincias– no era una novedad. Era el sistema napoleónico de apropiarse territorios después de ser conquistados. Así, en Italia, creó los departamentos de Turín, Stura, Alpes Marítimos, Génova, Montenotte, Apeninos, Taro, Livorno, Florencia, Siena, Spoleto o Roma.
Napoleón, en el momento de incorporar en departamentos regiones no tenía en cuenta razones de tipo histórico o de cercanía. Incorporaba todos aquellos territorios conquistados o bajo su dominio, estuvieran cerca o no de Francia. Con lo cual aplicaba la política del debilitamiento, dejando la mano abierta a posibles revueltas.

No solo se suprimió el castellano, sino que se arriaron las banderas francesa y catalana. La española fue prohibida

El ejército francés consiguió el dominio efectivo sobre la totalidad del territorio catalán el 12 de enero de 1812. A partir de ese momento, teniendo en cuenta lo establecido en 1810, Cataluña pasó a ser un departamento más del Imperio francés. Cataluña quedó dividida en 4 departamentos: Departamento del Segre, Departamento de las Boques de l’Ebre, Departamento del Ter, Departamento de Montserrat. Las capitales de estos departamentos eran Puigcerdà, Lérida, Gerona y Barcelona. Por aquel entonces Cataluña tenía un millón de habitantes, de los cuales 125.000 vivían en Barcelona.
División administrativa en departamentos bajo el Imperio napoleónico

División administrativa en departamentos bajo el Imperio napoleónico

Para Napoleón, Cataluña era un lugar estratégico en el grand Midi, siendo Barcelona su capital. Para tenerlos contentos, el mariscal Pierre François Charles Argereau oficializó el catalán, como veremos, gracias a un afrancesado. Esta zona sería un núcleo estratégico económico y demográfico del sur de Francia. Y no solo esto, el nuevo gobierno fue conocido como Govern de Catalunya. No solo se suprimió el castellano, sino que se arriaron las banderas francesa y catalana. La española fue prohibida.
Cataluña tenía bastantes afrancesados dentro de la nobleza y clases dirigentes. Entre ellos Ramon Casanova, Juan Madinaveytia, Antonio Ferrater o Melchor de Guardia. Los que antaño fueron austracistas ahora eran afrancesados. Y, como hemos dicho antes, uno de ellos fue el promotor de todos estos cambios. Era el gerundense Tomás Puig. Este escribió, para que el mariscal Argereau lo pusiera en práctica, un opúsculo llamado Plan de Organización política para Cataluña. En él defendía la abolición del castellano y la implantación del catalán y el francés.
«El idioma castellano después del Decreto de nueva planta (de 100 años acá) se usaba como forzado en los tribunales por ser lenguaje del gobierno o de la nación dominante. Sería violento usar de él no advirtiendo los motivos políticos que lo habían prescrito. Se adularia al pueblo escribiendo e imprimiendo en la lengua que el habla, y para la cual ha sido tan tenaz en desprecio de las órdenes. Parece que todo conquistador debe hacer olvidar en el país conquistado a fuerza la lengua extranjera de la nación que antes dominaba, a fin no parezca que se halla dependiente de aquella voz a que estaba acostumbrado a obedecer. Las circunstancias de la España dan más peso a esta razón; pues la lengua castellana ha servido y sirve para publicar las órdenes y papeles incendiarios de la revolución. El idioma catalán es más análogo al francés que al castellano… Las Constituciones de Cataluña, las actas modernas de los notarios, como contratos, testamentos, Inventarios eran en Catalán. Las primeras letras en los pueblos cortos y aun en los grandes, el mismo catecismo se enseñaba en catalán. A muchos se había enseñado por principios el latín, a pocos se había enseñado la gramática castellana. Solo se hablaba por practicar este idioma… Pocos catalanes hablan perfectamente el castellano y conocen por reglas y a fondo el genio y naturaleza de este idioma… La mayor parte de los catalanes no lo entienden y casi tan fácil les sería la inteligencia del francés como de dicho idioma».

Poco a poco se iba afrancesando la administración catalana

A parte de incluir el código civil francés, planteó medidas para incautar los bienes eclesiásticos. Deseaba eliminar conventos y monasterios. ¿Por qué? Eran una mala influencia para el espíritu de los catalanes. Con lo cual Tomás Puig quería convertir Cataluña en una región laica o, como mínimo, importar los principios de la Revolución francesa. Además, como era de esperar, proclamó las ventajas si se separaban de España.
Tomás Puig se inventó –aunque no le puso nombre– el término Països Catalans. Este término fue escrito por primera vez por el valenciano Bienvenido Oliver en Historia del Derecho en Cataluña, Mallorca y Valencia. Código de las Costumbres de Tortosa (1876). Tomás Puig quiso traducir al catalán el código civil francés, porque así lo entenderían los habitantes de Valencia, Vall d’Arán, Mallorca, Cataluña, Languedoc y Provenza. Lo que hoy muchos reivindican con ese nombre ya lo inventó Tomás Puig en el 1812. En segundo lugar afirma que «los catalanes tienen un orgullo nacional que los lleva a creerse superiores a los otros españoles: su odio contra los castellanos es su mejor expresión».
El tamborilero del Bruch en una ilustración de Marcelino de Unceta

El tamborilero del Bruch, en una ilustración de Marcelino de Unceta

Con la llegada del general Charles Mathieu Isidore Decaen –en sustitución del mariscal Argereau– vinieron a Cataluña funcionarios franceses. Poco a poco se iba afrancesando la administración catalana. Ahora bien, no tuvieron en cuenta ni los franceses ni los afrancesados una cosa. Cataluña no quería ser francesa, por eso el timbaler del Bruch tocó el timbal y no se tocó otra cosa, como dijo Carles Fages de Climent. La mayoría lucharía por recuperar sus orígenes. Esto es, seguir siendo españoles. ¡Qué diferencia con hoy en día!
Prueba de ello es que el general Luis Lacy, junto con los lugartenientes José Manso, Francisco Milans del Bosch, Joaquín Ibáñez Cuevas y de Valonga, barón de Eroles iniciaron una guerra total contra Francia. En agosto de 1812, con la derrota francesa ante el ejército anglo-español del duque de Wellington –batalla de los Arapiles– y el desastre en Rusia, hicieron que todo se desmoronara. Napoleón estaba perdiendo el dominio militar y el Imperio francés se desmoronó.
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