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La muerte de Sócrates. Óleo de Jacques-Louis David de 1787

La muerte de Sócrates. Óleo de Jacques-Louis David de 1787Met Museum

Picotazos de historia

¿Y si Sócrates hubiera muerto en batalla?

Si Sócrates hubiera muerto ese día nuestro mundo sería diferente al que conocemos: su pensamiento es sumamente importante para la construcción de nuestra mentalidad, filosofía, sistema jurídico, político...todo

Es el año 424 a. C., durante la llamada guerra arquidámica, que es como se denomina a la primera fase de la guerra del Peloponeso, en la Beocia, al norte de la región Ática, donde se encuentra Atenas, ha tenido lugar una batalla. Las fuerzas de atenienses han sido derrotadas y los soldados, que huyen buscando salvar la vida, son acosados por los vencedores. Entre los fugitivos hay un pequeño grupo, son tres hombres: uno, a caballo, cabalga alrededor de los otros dos en amplio circulo, protegiéndolos; otro ha perdido el escudo y el casco, retrocede vacilante, desconcertado por la dimensión del desastre que ha presenciado; el tercero, de mediana edad, bajo de estatura y fornido, conserva la panoplia completa de un hoplita ateniense, retrocede despacio, pausadamente.

De tiempo en tiempo para y mira a los perseguidores, luego a sus amigos y vuelve otra vez a clavar la vista en los enemigos más próximos. El mensaje es elocuente: protegeré a mis amigos y estoy decidido a combatir. Nadie les molesta. Hay cientos de fugitivos que huyen enloquecidos por el temor. En medio de la victoria nadie quiere morir a manos de un enemigo resuelto a luchar y completamente armado. El joven a caballo se llama Alcibiades y se hará famoso; el soldado desconcertado es Laques, que llegará a general (estrategos) y morirá, más adelante, en batalla; el tercero es un veterano llamado Sócrates.

Los tres fugitivos tenían cuatro vías de huida: el monte Parnes frente a ellos, frontera con la Ática; las playas, donde se encontraban las trirremes que les habían conducido allí; el bosque de Oropos, a un lado del monte Parnes, que conducía a Atenas y el santuario de Apolo junto a la ciudad de Delio. Sócrates siempre había mencionado –así nos lo cuenta Jenofonte– que tenía un daimon (un genio, espíritu, voz divina...) que le hablaba, y había aprendido ha distinguir cuando había que hacerle caso y cuando hacer lo contrario de lo que decía, pues era caprichoso. Esta vez el aviso era claro: que tomara el camino por los bosques de Oropos, donde encontraría protección. Sócrates hizo caso de su daimon y salvó la vida, así como sus compañeros. Pero ¿imaginan ustedes que hubiera sucedido si Sócrates no hubiera hecho caso de su daimon o que no hubiera tenido esa protección y hubiera tomado otro camino?

Si Sócrates hubiera muerto durante esa retirada nada sabríamos de él. Platón, su discípulo predilecto y que nos legó la mayor información que de él tenemos y de sus ideas y métodos filosóficos, tenía doce años y estaba en Atenas. Ya de adulto, pensaba dedicarse a la política, fue su trato con Sócrates quien le llevó a la filosofía y a escribir sus Diálogos, Banquete, República, etc. Por supuesto, no hubiera influido, de la forma en que lo hizo, a Aristóteles. Y lo mismo se puede decir del historiador y ensayista Jenofonte, que tenía la misma edad que Platón y del orador Isócrates y de todos los discípulos y personajes que le conocieron en su faceta de filósofo. Todo eso estaba por llegar, en el futuro. Si Sócrates hubiera muerto ese día nuestro mundo sería diferente al que conocemos. No tengo ni idea como ni de qué manera, pero si sé la enorme importancia que su pensamiento ha tenido para la construcción de nuestra mentalidad, filosofía, sistema jurídico, político...todo. La ignorancia nos impide ser conscientes de la enorme deuda que tenemos con los que nos precedieron. El tonto está convencido que la existencia se inicia con él.

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