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Mephisto es un tanque alemán de la Primera Guerra Mundial, el único ejemplar superviviente de un A7V

Mephisto es un tanque alemán de la Primera Guerra Mundial, el único ejemplar superviviente de un A7V

Picotazos de historia

La última misión de Mephisto, el único tanque alemán A7V que queda en el mundo

El gobierno alemán encargó al Departamento General de Guerra, sección Transportes, el desarrolló y puesta en practica de la nueva arma: el resultado fue el A7V

Tras la primera aparición de los tanques en los campos de batalla (15 de septiembre de 1916, en el frente del Somme) quedó claro la necesidad de un arma parecida por parte del lado de los imperios centrales. El gobierno alemán encargó al Departamento General de Guerra, sección Transportes, el desarrolló y puesta en práctica de la nueva arma: el resultado fue el A7V.

El tanque alemán A7V fue un monstruo cuadrado de 3,3 metros de altura, 7,34 de largo y 3,1 de ancho. Sus dos motores Daimler de cuatro cilindros le proporcionaban una velocidad de unos 15 km/h sobre camino y unos 5 Km/h campo a través. Pesaba entre treinta y treinta y tres toneladas, estaba armado con un cañón de 57 mm, seis ametralladoras de calibre 7, 92 mm y una ametralladora ligera 08/15 de 7,92 mm. El tanque estaba al mando de un teniente y contaba con una tripulación total de dieciocho individuos. A esta nueva creación la denominaron Sturmpanzerwagen (vehículo blindado de asalto). Esta es la historia del número 506.

Fabricado por la empresa de motores Daimler de Berlín –en total se fabricaron y entraron en activo veinte unidades. No hubo tiempo para más–, el vehículo que nos interesa fue entregado a finales de diciembre de 1917, se le asignó el número 506. El 21 de marzo de 1918 participó en un ataque cerca de Saint-Quentin. Tras el combate fue trasladado al deposito de Charleroi para que le realizaran unas pequeñas reparaciones y para ser pintado. A mediados del mes de abril fue reasignado. El nuevo comandante del vehículo – Leutnant (teniente) Heinz Theunissen– lo bautizó como «Mephisto» e hizo que le pintaran un dibujo de un sonriente demonio llevando un tanque inglés bajo el brazo, en la parte frontal, junto a su nombre.

El 29 de abril trece A7V, incluyendo al Mephisto, se encontraban alineados y listos para atacar la población de Villiers-Bretonneux, al este de Amiens

El 29 de abril trece A7V, incluyendo al Mephisto, se encontraban alineados y listos para atacar la población de Villiers-Bretonneux, al este de Amiens. Los tanques fueron divididos en tres grupos de ataque. Mephisto fue asignado al grupo central al que se le encomendó la toma del bosque de Aquennes, al oeste de la población. Atacaron a las 6:00 AM, el grupo de Mephisto asaltó la posición de Ferme de la Couture. En esta posición el tanque tuvo que parar al sufrir una pequeña avería en la alimentación del combustible. Por fortuna fue una menudencia y al poco rato estaba reparado. Mephisto se había quedado rezagado con respecto a sus compañeros debido a la inoportuna avería. Deseando reunirse con el resto de los tanques, Theunissen ordenó que se avanzara a la máxima velocidad. Dense cuenta de que cualquier mínimo bache, desnivel –¡lo que fuera!– era dolorosamente repercutido en la tripulación que se apiñaba dentro de unos vehículos que no habían sido diseñados para la comodidad de la tripulación y la visión era muy limitada.

14 de junio de 1919, el tanque Mephisto descarga del SS Armagh en Brisbane

Estaban avanzando a toda velocidad cuando, delante del Mephisto, impactó un proyectil de gran calibre que creó un enorme cráter. El conductor, atontado por la onda expansiva, no bajó la velocidad en ningún momento y no pudo esquivarlos y...¡Pataplúm! El tanque cayó dentro del cráter y quedó atrapado. La tripulación –dolorida por el impacto pero, por lo demás, ilesa– no tuvo más remedio que abandonar el vehículo.

Durante semanas el tanque quedaría derelicto en una fluctuante zona de «tierra de nadie». El 14 de julio, el 26º Batallón del Cuerpo de Ejército Australiano y Neozelandes (ANZAC), avanzó sus posiciones para asegurar la línea del frente, capturando a Mephisto durante el proceso. El comandante del batallón –comandante James Alexander Robinson– viendo la mole de hierro, consideró que era un estupendo trofeo de guerra y movilizó todas las influencias que pudo para trasladar el tanque. Mephisto fue extraído del cráter, donde yacía impotente. Fue arrastrado y luego transportado en tren hasta Dunkerque. De allí lo llevaron a Londres y luego lo embarcaron con destino a Queensland, Australia.

El pobre Mephisto llegó a Australia completamente pintarrajeado. Parece que todo soldado con el que se cruzó, sintió la pulsión de dejar su nombre o una muestra de su arte sobre la coraza del gigante. Además, le habían robado algunas piezas menores. Pero, en conjunto, estaba en muy buen estado. Lo limpiaron, lo repintaron y revisaron su motor. Hoy es el hijo predilecto del Museo de Queensland, la pieza emblemática que se muestra con orgullo. Pues solo se construyeron veinte y, Mephisto, es el único que queda en el mundo. ¡Y encima funciona!