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18 de abril de 2024

1917 Visita oficial al Frente Occidental, con la virgen inclinada al fondo

1917 Visita oficial al Frente Occidental, con la virgen inclinada al fondo

Picotazos de historia

La historia de la Virgen dorada de Albert: la escultura determinaría quien ganaría la Gran Guerra

Durante la Gran Guerra se desarrolló una mística supersticiosa en torno a la imagen de la Virgen María con el Niño en brazos de la iglesia de Notre Dame de Brebières

La iglesia de Notre Dame de Brebières (Francia) fue construida en el año 1897 por el arquitecto Edmond Durthoit y su característica principal, aparte de su estilo neo bizantino, es el alto campanario que se remató con una escultura de la Virgen María ofreciendo al Niño Dios, que se representó con los brazos en cruz. La escultura, obra de Albert Auguste Roze (1861 – 1952), fue completamente cubierta con pan de oro que se bruñó.
El resultado fue espectacular. El Papa León XIII llamó a la iglesia «la Lourdes del Norte» y, en 1899, la elevó a basílica menor. En 1901 la imagen de la Virgen que remataba la cúpula del campanario fue canónicamente coronada por bula papal. La basílica se encuentra en la pequeña población de Albert, en la Picardía francesa.
La Virgen de Oro Basílica Notre-Dame de Brebières

La Virgen de Oro Basílica Notre-Dame de BrebièresWikimedia Commons

En 1914 comenzó el conflicto que llamarían Gran Guerra hasta que llegó otro más grande. La Picardía vio sus campos inundados por una masa de soldados alemanes que se dirigían a París y la guerra llegó a Albert. La alta torre del campanario resultó ser una atalaya ideal para los observadores de artillería y, por lo mismo, un objetivo prioritario para la artillería alemana. El 15 de enero de 1915 un proyectil alemán impactó en la cúpula del campanario, afectando al anclaje de la escultura con su base.
Los desperfectos más la onda expansiva de la explosión (debió de ser un proyectil de 77 milímetros por los daños que produjo) hicieron que la escultura se venciera hacia adelante, quedando colgada con una inclinación de más de noventa grados sobre el vacío. Los ingenieros franceses trataron de asegurar la escultura con una cadena.
La increíble postura de la escultura, sobre una torre ruinosa, agujereada y destrozada por innumerables proyectiles de artillería, demostró tener un enorme poder visual. La imagen, numerosas veces reproducida a lo largo de la guerra, se transformó en una de las más icónicas y representativas del conflicto. Los soldados, en un intento de racionalizar lo absolutamente aleatorio del combate, tienden a ser supersticiosos. Así, en los diferentes grupos que componían cada bando, se desarrolló una mística supersticiosa en torno a la imagen de la Virgen María con el Niño en brazos.
Fotografía de 1915 que muestra la Virgen de Oro inclinada y la Basílica gravemente dañada por el bombardeo de Alberto, Francia, durante la Primera Guerra Mundial.

Fotografía de 1915 que muestra la Virgen de Oro inclinada y la Basílica gravemente dañada

Una versión decía que cuando cayera la escultura la guerra acabaría y disparaban contra la torre; otra decía que el bando que derribara la escultura perdería la guerra y evitaban disparar contra ella. La ciudad de Albert cambió de manos varias veces. Vio pasar por sus ruinas a franceses, ingleses, australianos y neozelandeses, canadienses, sudafricanos, hindúes y alemanes de todos los orígenes y, mientras, testaruda, asombrando y llamando la atención, la escultura permaneció en su extraña postura en el acribillado campanario. Hasta abril de 1918.
El capitán de artillería F. G. Petch (artillería pesada de campaña) estaba destinado en el Estado Mayor del 5º Cuerpo de Ejercito cuando recibió una suplicante nota del comandante del batallón situado frente a la basílica –entonces en poder de los alemanes–, en relación con la torre dominaba su posición. Los alemanes no solo la usaban como atalaya, además habían instalado ametralladoras que barrían el terreno desde arriba, lo que estaba provocando graves bajas entre sus tropas.
El comandante del batallón había enviado varios mensajes similares sin obtener respuesta. Petch sabía el motivo: hacía unas semanas –en marzo– habían pasado una circular por la cual se prohibía disparar contra edificios históricos o singulares sin una autorización expresa del jefe del Ejército. La Fuerza Expedicionaria Británica se componía de cinco Ejércitos mandado cada uno por un Teniente General y todos ellos bajo las órdenes del mariscal Haig. El oficial de artillería lo que hizo fue informar de que se había descubierto una línea de trincheras alemanas, que acumulaban gran cantidad de tropas, detrás de las ruinas de la basílica. Para eliminar al enemigo, Petch pasó las coordenadas del objetivo y la orden de fuego a las baterías de artillería pesada de campaña, dentro de su sector.
Caballería británica pasando por las ruinas de la catedral de Alberto, Francia, durante la Primera Guerra Mundial.

Caballería británica pasando por las ruinas de la catedral de Alberto, Francia, durante la Primera Guerra Mundial.

El proyectil del cañón tenía una trayectoria más tensa que los de los obuses y morteros (de curva a elíptica), así que para alcanzar a las imaginarias trincheras alemanas primero debían de atravesar las ruinas de la basílica. Así cayó la escultura que, por cierto, desapareció. Ese mismo año llegó el armisticio y después la paz. Petch contó su pequeña historia en la revista Air Picture, volumen 30, número 7 del año 1968.
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