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08 de mayo de 2024

Milagro de Empel por Augusto Ferrer-Dalmau

Milagro de Empel por Augusto Ferrer-DalmauWikimedia Commons

Picotazos de historia

El poderío de un Tercio español en la campaña bretona: Juan del Águila y la conquista de Blavet

Antes de fin de año habían tomado Blavet, Hennebont, Vannes y Crevinque; habían levantado el sitio a la ciudad amiga de Dola poniendo en fuga a los protestantes que la asediaban y saqueado los castillos de Rosbiene, Brotera y Blain

El 2 de agosto de 1589 moría asesinado el Rey de Francia Enrique III. Con él desaparecía la línea Valois Angulema de la dinastía Capeta. Felipe II de España vio una oportunidad y presentó la candidatura de su hija la infanta Isabel Clara Eugenia, ya que su madre había sido hija del Rey Enrique II y de Catalina de Médicis. El Rey Felipe se puso en contacto con el duque de Mercour –el duque de Mercurio lo llaman en los documentos españoles–, jefe de la facción católica tras el asesinato de su hermano el duque de Guisa.
Mercour no dudó un instante y, dado que él era gobernador de la Bretaña, puso a disposición de las tropas que pudiera enviar el Rey católico los recursos de esa región. Al menos los de la zona controlada por los católicos. Para empezar –señaló Mercour– aconsejaba conseguir un puerto donde establecer una primera base y recomendó el puerto y ciudad de Blavet. Así se inició una curiosa campaña que duraría de 1589 hasta la Paz de Vervins (1598) en donde intervendría en acciones navales nuestro amigo Diego Brochero y en las acciones de tierra brillaría el nombre de un veterano del sitio de la isla de Malta, del Milagro de Empel y de otras muchas acciones: el Maestre de Campo Don Juan del Águila.
Retrato de Juan del Águila

Retrato de Juan del Águila

«Rotos, flacos y demacrados»

En agosto de 1590 partió del puerto de La Coruña una flota en la que estaban embarcadas las tropas del Tercio Viejo de Sicilia mandadas por el mencionado Maestre de Campo. Su destino era la Bretaña francesa y su primer objetivo era tomar el puerto de la ciudad de Blavet, en manos de los protestantes. Esta era una villa fortificada por lo que se desembarcaría en la población amiga de Saint Nazaire, próxima a Blavet.

Pero esos desharrapados, a los pocos días de desembarcar, estaban formando cuadros y escuadras, levantado baluartes y cavando trincheras

La travesía fue peor que mala. Malos vientos, tormentas y retrasos varios alargaron a casi dos meses lo que tenía que haber tardado poco más de veinte días. Añadan la cicatería de la intendencia que había cargado los navíos con bastimentos para el tiempo calculado. Así, los vecinos de Saint Nazaire que esperaban ver a la más temida y disciplinada infantería del mundo, se encontraron que de los tres mil soldados del Tercio «seiscientos estaban enfermos, que a los pocos días aumentaron un tercio, desnudos todos, armados con espadas sin vainas, acreedores a seis pagas de atrasos, tan rotos, flacos y demacrados que excitaba la caridad de las damas bretonas». Pero esos desharrapados, a los pocos días de desembarcar, estaban formando cuadros y escuadras, levantado baluartes y cavando trincheras y todo con tal eficiencia y disciplina que la población de la temerosa ciudad se dio cuenta de que no eran soldados de mazapán si no aguerridos veteranos.
Antes de fin de año habían tomado Blavet, Hennebont, Vannes y Crevinque; habían levantado el sitio a la ciudad amiga de Dola poniendo en fuga a los protestantes que la asediaban y saqueado los castillos de Rosbiene, Brotera y Blain. También tomaron la ciudad de Saint Malo, pero Del Águila no tenía suficientes tropas como para dejar allí una guarnición efectiva, por lo que tuvieron que abandonar la ciudad. Todas estas capturas aportaron un cuantiosos botín que sirvió para pagar los atrasos debidos, así como alimentar y vestir a la tropa. Pues no se podía depender de la intendencia general, que no daba porque no tenía.
A principios de 1594 el Maestre de Campo contaba con una fuerza cercana a los cinco mil hombres bajo su mando. Había fortificado la ciudad de Blavet, ordenando al ingeniero Cristóbal de Rojas que levantara una fortaleza a la que bautizaron como Fuerte del Águila. Este enclave bretón, que hoy es conocido con el nombre de Port Louis, será la base de operaciones de la fuerza española, tanto naval como terrestre. De sus aventuras les daré cumplida noticia en los siguientes artículos.
Queden con Dios vuesas mercedes.
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