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06 de mayo de 2024

El emperador 'Bokassa I' durante su coronación en Centroáfrica, en diciembre de 1976

El emperador 'Bokassa I' durante su coronación en Centroáfrica, en diciembre de 1976Pierre Guillau / AFP

Picotazos de historia

La ridícula coronación del Emperador Bokassa I de Centroáfrica

Bokassa sorprendió a todos al declarar el cambio de estatus político de la nación pasando de república a monarquía, proclamando el Imperio Centroafricano y él mismo como nuevo Emperador

Jean Bedel Bokassa (1921 – 1996) fue un militar centroafricano. En el año 1966 dio un golpe de Estado que acabo con el gobierno de David Dacko, primer presidente de la República Centroafricana. Bokassa comenzó gobernando por decreto, se declaró presidente del partido Movimiento por la Evolución Social del África Negra, único partido permitido y existente en el país durante su gobierno y asumió cada vez más poderes hasta el control absoluto del país.
Gran admirador del general De Gaulle, quien le consideraba un patán, asistió al funeral de estado del gran estadista francés donde se le vio llorando a moco tendido. Es en ese momento cuando consolida su amistad con el ministro Valery Giscard d´Estaing, quien disfrutaría de magnificas cacerías en Centroáfrica y recibiría costosos regalos que, a la larga, le costarían las elecciones presidenciales de 1981. Pero volvamos al presidente de la República Centroafricana.
El 4 de diciembre de 1976, durante un congreso del único partido político del país (esto es: el de Bokassa) sorprendió a todos al declarar el cambio de estatus político de la nación pasando de república a monarquía, proclamando el Imperio Centroafricano y él mismo como nuevo Emperador. El primer dirigente internacional en felicitar al nuevo emperador fue Giscard d´Estaing.
Bokassa con Nicolae Ceaușescu

Bokassa con Nicolae Ceaușescu

Bokassa decidió que su solemne coronación fuera en esa misma fecha del año siguiente. La elección fue a propósito ya que el 4 de diciembre fue el día que se auto coronó emperador de los franceses su gran héroe y modelo: Napoleón Bonaparte. Inmediatamente se puso a todo el país a trabajar en el gran acontecimiento. Se construyeron alojamientos o se repararon casas particulares con el fin de alojar a los 2.500 invitados a la gran ceremonia.
Se arreglaron las calles de la capital (había que dar buena imagen), se pintaron edificios, se echó a los mendigos y gente pobre, no fuera a ser que los vieran. Se contrató al artista Hans Linus Murnau para que, cual un nuevo Jacques Louis David, retratara al nuevo Emperador. Se encargó a famosos músicos y poetas franceses: una marcha imperial, un vals imperial y una oda que tendría acompañamiento musical.
Se fundió un trono de bronce dorado en forma de águila con las alas extendidas de 3 x 4,5 metros y más de dos tonelada de peso. Se restauró un carruaje y lo transformaron en carroza imperial. Adquirieron unos maravillosos caballos blancos de raza belga para tirar de la carroza. Luego tuvieron que comprar más ya que los pobres bichos no estaban acostumbrados al clima africano y morían a mansalva.
Lo mismo sucedió con docenas de caballos normandos destinados a la escolta imperial, cuyos integrantes tuvieron que aprender deprisa y corriendo a montar a caballo. Una novedad para muchos de ellos. Los ropajes de la coronación, lo mismo que los zapatos, estaba adornado con miles de perlas, el manto de terciopelo púrpura y ribeteado de armiño medía nueve metros y pesaba algo más de veinte kilos... La corona imperial, cuajada de diamantes, lucia en su centro un grueso diamante de ochenta quilates y, junto con la enjoyada espada, costaron más de cinco millones de dólares de entonces.

El kit para la emperatriz, lógicamente más modesto, solo costó dos millones y medio. Se adquirieron sesenta coches de gran lujo a la empresa alemana Mercedes Benz para el transporte de personalidades. Por cierto, Centroáfrica no tiene salida al mar, lo que multiplicó la factura al tener que ser trasladados desde Camerún que cobró los preceptivos impuestos de aduana.
La gran coronación fue un fracaso en el plano internacional. El Papa se negó en rotundo a participar en semejante patochada aunque envió a un representante oficial a la ceremonia. Ni un solo monarca gobernante, incluido nuestro Rey Don Juan Carlos I, asistió y ningún Jefe de Estado europeo. Todos fueron representados en la ceremonia por los embajadores acreditados en el país.
De los 2.500 invitados apenas asistieron seiscientos, la mayoría de ellos del continente africano. La prensa internacional unánimemente condenó, cuando no se cachondeó descaradamente, del gasto y la vanidad. La coronación imperial fue considerada por todos como «la mascarada de un payaso». Todo esto sería para reírse si no fuera por que la broma causó graves daños al presupuesto estatal de la nación Centroafricana. El 20 de septiembre de 1979 el emperador Bokassa I fue derrocado.
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