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29 de abril de 2024

La última columna de las Fuerzas Armadas Soviéticas

La última columna de las Fuerzas Armadas SoviéticasWikimedia Commons

35 aniversario

Febrero de 1989: las tropas soviéticas abandonan Afganistán en el crepúsculo del comunismo

Dos años después, la URSS desaparecía y de su desintegración nacían trece nuevas repúblicas soberanas

El 15 de febrero de 1989, la última columna militar soviética cruzó los 867 metros del Puente de la Amistad de la frontera entre Afganistán y la URSS. El último en cruzar fue el teniente general Boris Gromov, jefe de las tropas soviéticas en Afganistán, quien ponía punto final a las intervenciones soviéticas en el extranjero. Dos años después, la URSS desaparecía y de su desintegración nacían trece nuevas repúblicas soberanas. La derrota militar fue uno de los motivos, aunque no el único de aquel crepúsculo del comunismo.
Aquella última incursión se había iniciado en 1979. Afganistán era un país de 17 millones de habitantes, el 85 % vivían en el campo, con una tasa de alfabetización baja. La Asabiyyah o el sentimiento de relación clánico que une familiares, sirvientes y clientes todavía resulta indispensable para movilizar a la sociedad afgana. Una tierra difícil que había empezado a ser importante en Europa cuando en la segunda mitad del siglo XIX los rusos llegaron al río Amu Daria, en la frontera norte de Afganistán.
Aquí es donde se inició el «Gran Juego» con los británicos, ocupantes de la India, quienes querían evitar la presencia de una potencia europea cerca de sus territorios coloniales e interfirieron en las discordias tribales y familiares de Afganistán. Después de la Primera Guerra Mundial, el emir Amanullah consiguió en un conflicto localizado con los británicos romper el protectorado que ejercían éstos sobre el país, estableciendo relaciones con la recién fundada URSS. Desde entonces aquel desconocido reino de las montañas recibió toda su ayuda de su vecino del norte.

El «Vietnam» soviético

En 1973, el Rey Zahir Shah fue depuesto por el primer presidente, Daud Jan y cinco años después el presidente golpista sería derrocado a su vez y asesinado por militares afganos formados en la URSS, organizándose la nueva República Democrática de Afganistán.
Su presidente será Nur Mohammed Taraki líder de la facción Khalq (pueblo) apoyada en la mayoría pastún y que estrechó sus relaciones con la URSS, favorable a una línea dura, depuró de sus cargos a los más moderados de la facción Parcham (bandera) integrada por miembros de las etnias del norte, como tayicos y uzbecos mayoritariamente. A continuación, procedió a una profunda reforma social, política y económica que afectó al desarraigo de las tradiciones rurales y a la instauración de una nueva sociedad de tipo comunista.
Las consecuencias serán terribles y tendrán efectos cruentos con la aparición de numerosos grupos de muyahidines (luchadores por la fe) procedentes de la población rural y que procederán a teñir el conflicto de un enfrentamiento de tipo religioso, islam contra el comunismo ateo. La inestabilidad del régimen favorecerá un golpe interno del primer ministro Hafizullah Amin, que eliminó al presidente Nur Mohammed Taraki.
Fuerzas soviéticas tras capturar a algunos muyahidines

Fuerzas soviéticas tras capturar a algunos muyahidines

Este hecho será el que finalmente sirva de detonador de la invasión soviética del país, aprovechando la importante presencia de instructores soviéticos en las fuerzas armadas afganas. Babrak Karmal, embajador afgano en Checoslovaquia y miembro de la facción Parcham (bandera) se convirtió en el nuevo presidente de los soviéticos para Afganistán.
Entretanto, la guerra civil se convirtió en una guerra de liberación contra la presencia soviética en el país. La invasión de Afganistán será la última que lleve a cabo la URSS, después de sus intervenciones europeas en Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968). Sin embargo, la URSS carecía de un liderazgo sólido, al año de la invasión falleció Leónid Brézhnev y sus sucesores, Andrópov y Chernenko duraron un año cada uno, llegando al poder en 1985, Mijaíl Gorbachov, el protegido de Andrópov que pretendía una reforma interna que fracasaría, y traería el fin de la URSS.
En EE.UU. se inició en 1981 la presidencia de Ronald Reagan, quien aportó un importante apoyo financiero y armamentístico a los guerrilleros afganos contra los soviéticos. Arabia Saudí y EE.UU. financiaron la resistencia armada, mientras los servicios secretos pakistaníes (ISI) redistribuyeron aquella ayuda a diferentes grupos islamistas.
La guerra redujo la población afgana en un millón de habitantes y los rusos tuvieron 14.427 militares muertos o desaparecidos, otros 576 entre los miembros del KGB y 28 agentes del Ministerio del Interior. Aquel hecho fue vendido a nivel propagandístico como el «Vietnam» soviético, por la derrota ante una nación de pastores y el abandono posterior que tendrán sus veteranos en la desaparecida URSS.
Manifestación contra la presencia soviética en Afganistán, en La Haya, Países Bajos, 1985.

Manifestación contra la presencia soviética en Afganistán, en La Haya, Países Bajos, 1985.

En 1986 el presidente afgano fue sustituido por Mohammad Najibullah, antiguo responsable del JAD, el servicio secreto afgano, quien tras la disolución de la URSS no consiguió sostener el régimen y será ejecutado por los talibanes en 1996. Los diferentes señores de la guerra como el tayico Ahmed Sha Massud, el «león del Panshir» o el uzbeko general Abdul Rashid Dostum crearon sus zonas de influencias, basadas en las relaciones tribales de sus comunidades.
Sin embargo, a partir de 1992 se reemprendió la guerra, pero con carácter civil, favoreciendo los servicios secretos pakistaníes a los estudiantes islámicos de las madrasas, refugiadas en su país, denominados en pastún como talibanes. El apoyo financiero saudí y la instrucción de un par de millares de extranjeros provenientes del mundo musulmán ayudaron a los «barbudos» a tomar Kabul en septiembre de 1996, gracias a los centenares de camionetas Toyota que les habían hecho llegar.
Los talibanes serán desalojados del poder, pero la retirada de tropas estadounidenses de Afganistán en agosto de 2021 dará el poder de nuevo a los talibanes. La presencia de los estadounidenses y sus aliados se saldó con 3.759 muertos, 2.455 de ellos norteamericanos y 96 españoles, la mitad de estos últimos por el desastre aéreo del YAK-42. Sin embargo, Afganistán ha pasado a ser un foco de inestabilidad internacional permanente, en su tiempo como refugio de Al Qaeda, y ahora del ISIS-K que instruyen a terroristas islamistas para desestabilizar el Asia central. Por otro lado, desde hace décadas, Afganistán es el principal proveedor del mundo de opio, convertido en su principal producto exportador a las mafias delincuenciales, grupos terroristas y servicios de inteligencia en búsqueda de financiación.
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