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Asalto al monasterio de Santa Engracia de  Louis-François, barón Lejeune

Asalto al monasterio de Santa Engracia de Louis-François, barón Lejeune

¿Héroe o traidor? La oscura vida del general Renovales

Como muchos de los militares que habían hecho carrera en la guerra, sintió que sus méritos no eran suficientemente recompensados y empezó a entrar en contacto con las conspiraciones liberales

Los españoles de principios del siglo XIX tuvieron que vivir una época convulsa, marcada por la invasión napoleónica, las luchas civiles y el colapso del imperio. Este contexto fue propicio para las personalidades aventureras, como la del vizcaíno Mariano Renovales y Rebollar (1774-1819).

Renovales nació en la localidad vizcaína de Arcentales, pero siendo muy joven emigró a Buenos Aires como muchos otros vascos para dedicarse al comercio. Allí ingresó en las milicia local, obteniendo su primera experiencia militar. En 1806 se produjo la gran invasión inglesa de Buenos Aires, que cayó en poder británico. Las milicias bonarenses se reorganizaron y plantaron cara a las tropas invasoras. Renovales se distinguió en el combate de Pedriel, y poco después los ingleses fueron severamente derrotados y se vieron obligados a retirarse tras una humillante capitulación.

Primer Escuadrón de Húsares, Húsares de Pueyrredón

Primer Escuadrón de Húsares, Húsares de Pueyrredón

De combatir a los ingleses, Renovales pasó a luchar contra los franceses, pues en 1808 volvió a España para unirse a la resistencia contra la invasión a traición de Napoleón. Su papel más destacado, y que le granjearía la fama, tuvo lugar durante los dos cruentos sitios de Zaragoza en 1808 y 1809. A las órdenes del general Palafox, el militar vasco combatió en ambos con enorme valor y audacia. En los duros combates calle a calle y casa a casa, Renovales dirigió la resistencia a ultranza de varios reductos como el del convento de San José. A pesar de la fiereza de los zaragozanos, la ciudad cayó finalmente en el segundo sitio de 1809 y Renovales, como Palafox y los demás oficiales supervivientes, fue capturado por los franceses.

Sin embargo, a su paso por Pamplona consiguió fugarse y unirse a la guerrilla del navarro Pedro Vicente Gambra, con cuya hija Josefa contrajo matrimonio. La fama de sus gestas en Zaragoza le permitió ascender desde simple sargento hasta mariscal de campo, llegando a ser nombrado comandante general de su Vizcaya natal. Alcalá Galiano, que lo conoció en esta época, lo describió como «hombre de arrojo, gran presunción, pocas letras y tal cual entendimiento».

Una enigmática conjura contra el rey

Pese a su meteórico ascenso, acabada la guerra Renovales se vio decepcionado con el trato que le dio Fernando VII. Como muchos de los militares que habían hecho carrera en la guerra, sintió que sus méritos no eran suficientemente recompensados y empezó a entrar en contacto con las conspiraciones liberales. En concreto, Renovales se vio implicado en la más misteriosa de todas las conjuras, la llamada «Conspiración del Triángulo». Se trataba de un plan secreto para secuestrar y, llegado el caso, asesinar al propio Fernando VII, organizado por el liberal Vicente Richart. La conjura fue delatada y en los interrogatorios bajo tortura salieron varios nombres, entre ellos el de Renovales.

Se trataba de un plan secreto para secuestrar y, llegado el caso, asesinar al propio Fernando VII

¿Estuvo realmente implicado en esta oscura conspiración? Renovales nunca lo aclaró, pero al saber que se le buscaba huyó a Londres, donde estaban exiliados la mayoría de los liberales españoles, y también muchos agentes americanos independentistas que reclutaban hombres para luchar en los ejércitos de Bolívar y San Martín. La llegada de un general heroico de la guerra a la capital inglesa no pasó desapercibida. Los enviados venezolanos entraron en contacto con él y le pidieron que se uniese a la causa de la independencia.

El 13 de diciembre de 1817 ofreció sus servicios por carta a Bolívar para liderar una expedición con otros oficiales españoles exiliados. Pronto circularon los rumores más alarmantes sobre esta expedición, que se decía que podría desembarcar en México o Cuba, que quería proclamar en América la constitución de 1812 y dar la corona a Carlos IV o incluso que atacaría Galicia o el País Vasco, donde muchos liberales ocultos esperaban para alzarse.

Renovales llegó a Nueva Orleans y lanzó una proclama pidiendo perdón y declarándose leal súbdito del Rey de España

El embajador español en Londres, Duque de San Carlos, recibió esta información por medio de sus espías y consiguió infiltrar varios agentes cerca de Renovales para tenerlo vigilado. En junio de 1818, a través de José Yandiola, un viejo amigo de Renovales y compañero de la conspiración del Triángulo que ahora trabajaba en secreto para San Carlos, el embajador ofreció al militar rebelde el perdón real si en vez de unirse a los independentistas, al llegar a América se unía a las tropas españolas. Renovales aprovechó la oportunidad y firmó un convenio secreto con San Carlos, por el que recibiría la gran suma de cinco mil libras a cambio de poner a disposición española todas las armas, barcos y hombres de su expedición.

En 1819 Renovales llegó a Nueva Orleans, y efectivamente, en lugar de unirse a los independentistas lanzó una proclama pidiendo perdón y declarándose leal súbdito del Rey de España. Sin embargo, las autoridades españolas descubrieron que la famosa «expedición» era casi inexistente, pues Renovales apenas tenía barcos, hombres ni armas. Sospechando que había intentado estafar a la Corona, se le negaron las cinco mil libras y fue apresado en la Habana a la espera de enviarlo a Madrid «para que se califique si es tan buen español como blasona, y si ha cumplido y merece las gracias que se le prometieron». La culpabilidad o inocencia de Renovales en este turbio negocio nunca quedaría esclarecida, pues murió en la Habana en 1819, llevándose a la tumba los muchos interrogantes de una vida llena de misterios.

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