
Götz ante el Consejo de Heilbronn (representación artística)
Picotazos de historia
La mano de hierro de Götz von Berlichingen o la primera prótesis de la historia
Una bala de culebrina impactó en el pomo de su espada y las esquirlas le destrozaron la mano. El cirujano se vio obligado a amputársela por encima de la muñeca
Hijo de Kilian von Berlichingen, señor del castillo de Jagsthausen, en 1480 nació Gottfried von Berlichingen. Conocido por la historia con el nombre de Götz «Mano de Hierro». El muchacho, antes de cumplir los diecisiete años, había entrado al servicio de Federico I, margrave de Bradenburgo Ansbach, como soldado de su ejército. A los veinte años de edad ya había adquirido suficiente experiencia y fama como para poder formar su propia compañía de mercenarios.
En 1504 fue contratado por Alberto IV, duque de Baviera-Múnich, quien quería reunificar el antiguo ducado y por ello estaba en guerra con sus primos, propietarios del ducado de Baviera-Landshut. Durante el sitio de esta última ciudad una bala de culebrina impactó en el pomo de la espada de Götz. Las esquirlas le destrozaron la mano y se la dejaron colgando por los tendones, por lo que el cirujano se vio obligado a amputársela por encima de la muñeca. Götz sobrevivió a la operación y tuvo la suerte de no contraer infección. Piensen ustedes que el torniquete, algo que nos parece tan básico para evitar las hemorragias, no será medida común en la cirugía hasta cincuenta años más tarde.

Retrato de Götz von Berlichingen, grabado en cobre, Museo Municipal de Colonia
Aunque la vida de Götz von Berlichingen será apasionante, hoy no les hablaré de él pero si del principal motivo de su fama: su mano de hierro. El propio Götz, en su biografía, menciona que viéndose lisiado recordó haber conocido a un caballero llamado Kochle que se llevaba una mano de hierro. No se sabe quien fue el artesano ni la fecha en que se forjó pero es seguro que para 1518 Götz ya tenía la prótesis de hierro por la que sería conocido.
En el castillo de Jagsthausen, en Baden Wurttenberg, que ha pertenecido a la familia von Berlichingen hasta hace muy pocos años, se conserva, como la más preciada de las reliquias familiares, las dos prótesis de hierro que Götz haría que le forjaran a lo largo de su vida. La primera que se mandó hacer tiene forma de mano y debía encajarse al muñón por medio de una correa de cuero que la unía a algún tipo de abrazadera que se ajustaba en el muñón.
Estaba hecha de chapa de hierro forjado, es de aspecto tosco pero robusta y en la actualidad tiene roto el dedo meñique. Los dedos tiene un mecanismo interno de muelles y torniquetes (mecanismo de engranaje que permite girar hacía un lado pero no hacía el otro). La prótesis tenía un botón en el dorso que, al apretarlo, liberaba los muelles y permitía que los dedos recobraran la posición extendida. La mano estaba pintada en un intento de darle un aire más natural que debía hacerla más inquietante aún.

Las dos manos protésicas de hierro, expuestas en el castillo de Jagsthausen
Con el pasó del tiempo el bueno de Götz deseó una prótesis mejor y por ello encargó a un artesano relojero una más especifica que la que ya poseía. Esta segunda, construida en torno al año de 1530 y de autor desconocido, se basó en el mecanismo del primero pero lo refinó. La mano estaba unida a una férula metálica que se encaja en el muñón del antebrazo fijándolo con correas. De una manera muy parecida a las prótesis de hoy en día (de hecho inspiraría la primera prótesis moderna de antebrazo).
También hecha con chapa de hierro, aunque con un acabado más pulido, su engranaje es de mayor complejidad. Los cuatro dedos tiene tres articulaciones cada una y el pulgar dos, la muñeca puede doblarse unos 15º y girar sobre si misma gracias a un cojinete radial. La prótesis mide 37 centímetros de largo y pesa alrededor de 1,5 kilogramos. Al contrario que la anterior se utilizaba sin pintura alguna aunque es muy posible que se le encajara un guantelete o manopla de caballería de cuero. Al parecer con esta mano Götz era capaz de empuñar su espada, disparar un mosquete, firmar utilizando una pluma y sostener una copa llena de vino para llevársela a la boca y vaciarla de un trago.
Goethe escribió un drama histórico basado en la historia del caballero y haciendo hincapié en su mano de hierro, desde entonces las reliquias de Götz –conservadas en el castillo familiar– pasaron a ser objetos de veneración durante el nacionalismo romántico del siglo XIX. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, se creó una división de granaderos blindados de las SS a la que bautizaron como Götz von Berlichingen y cuyo emblema era la mano de hierro.
Esa misma mano la encontraremos en el escudo de armas de las ciudades de Jagsthausen y Schontal. Por cierto, se le atribuye el origen de una peculiar forma de saludo característica de Suabia e inmortalizada por Goethe y Mozart.