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El duque de Ahumada, a la derecha, y un cuadro de la Guardia Civil, obra de Ferrer-Dalmau

El duque de Ahumada, a la derecha, y un cuadro de la Guardia Civil, obra de Ferrer-Dalmau

Grandes gestas de la Historia

La gesta del Duque de Ahumada: lograr 180 años de vigencia de la Guardia Civil

Lea y escuche el relato en podcast de esta nueva gesta que publica El Debate

El bandolerismo en España había sido un fenómeno endémico en desde la Edad Media, pero comenzando el siglo XIX, vivía uno de los momentos de mayor peligrosidad.

Tras el fin de la Guerra de la Independencia, Fernando VII había disuelto la Milicia Nacional, única institución de seguridad de carácter unitario que pervivía, y la debilidad del Estado hizo que frecuentar los caminos españoles fuera más arriesgado que nunca. Aunque se acudió al Ejército para la persecución de malhechores y contrabandistas, sus efectivos eran insuficientes y no estaban preparados para ello.

Bandoleros en el siglo XIX

Bandoleros en el siglo XIX

Una inseguridad insostenible

Los bandoleros se refugiaban en zonas montañosas. Y pese a la leyenda de que robaban a los ricos y repartían a los pobres, lo cierto es que obtenían sus recursos robando ganado, alimentos, enseres, prendas de abrigo y dinero a campesinos que no nadaban precisamente en la abundancia.

Pero la práctica más habitual de los bandoleros era la de asaltar caminos. Acechaban de noche y enmascarados vigilaban el tráfico de transeúntes en carretas, diligencias, a arrieros o viajeros solitarios a los que sorprendían al clásico grito de «la bolsa o la vida».

La crueldad y la falta de escrúpulos los llevaba a cometer crímenes abyectos, atacaban también las casas de los pudientes y religiosos, practicaban la extorsión o el secuestro de niños para pedir rescate. No les temblaba el pulso para asesinar lugareños, ejecutar posibles testigos de sus crímenes, abusar sexualmente de jóvenes o practicar la tortura si sus víctimas no se plegaban a sus requerimientos.

Guardia Civil

Con el fin de la guerra carlista la inseguridad siguió aumentando. Las partidas de delincuentes se veían amparadas por la impunidad y se repartían sus zonas de actuación. La reactivación económica, había conllevado un mayor desplazamiento de personas y mercancías por los caminos —faltaban décadas para la llegada del ferrocarril— y los comerciantes sufrían grandes pérdidas por los ataques.

Suele olvidarse que la desamortización, medida liberal que tanto se parangona, fue letal para los más humildes. Miles de campesinos solían cultivar para su abastecimiento en tierras baldías de la iglesia por pequeños porcentajes de cosecha, o cazaban libremente en sus bosques como complemento a su dieta. Con la expropiación, un robo a mano armada a la Iglesia, los nuevos dueños exigían a los labriegos arrendamientos más onerosos y muchos se echaron literalmente al monte creciendo las bandas armadas.

Esto se convirtió en un problema de primera magnitud, aparentemente irresoluble, ya que los cuerpos regionales y locales que intentaban mantener el orden se veían impotentes para acabar con las cuadrillas. El teniente general Viqueira, estima que los efectivos que existían en 1844 rondaban los cuatro mil sin apenas conexión entre ellos.

Además, el Estado solo controlaba ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla y el poder local lo regían caciques y alcaldes, a veces cómplices de la criminalidad y bandolerismo.

Revueltas en Barcelona

Revueltas en BarcelonaRamón Casas

Una urgente respuesta institucional

Isabel II iniciaba su reinado en 1843 con el gobierno moderado de González Bravo, que consideró que era urgente acometer una respuesta institucional para solventar el problema.

El quid de la cuestión es que reiteradas veces se había intentado crear un cuerpo armado que garantizase el orden en el mundo rural, pero los grupos políticos siempre lo sometían a su control y lo convertían en milicia de partido.

González Bravo, por inspiración de Narváez, encomiendan la puesta en marcha al general navarro Francisco Javier Girón y Ezpeleta, segundo Duque de Ahumada en coordinación con el ministro del Interior, el bilbaíno Mazarredo. Así, un navarro y un vasco ponían las bases la Guardia Civil.

Duque de Ahumada

Duque de Ahumada

El modelo sería el de la Gendarmería francesa y se propuso que el nuevo cuerpo en cuanto a organización y disciplina, debería depender de la jurisdicción militar, pero no pertenecería al Ejército. Sería una institución policial civil y debería garantizar la seguridad de caminos permitiendo la libre circulación de personas y mercancías y la protección de propiedades. No debía perseguir al adversario político, y abarcaría todas las funciones policiales.

El Duque de Ahumada no partía de la nada. No solo era un profundo conocedor de la coyuntura militar en la que vivían, sino que en el Trienio liberal había colaborado con su padre, el teniente general Pedro Girón, en el proyecto de «la Legión de Salvaguardias Nacionales», un cuerpo de seguridad de carácter militar que sería rechazado por las Cortes. Esta Legión y la Santa Hermandad se consideran los antecedentes de lo que será la Guardia Civil. La Santa Hermandad había sido una de las extraordinarias medidas que habían emprendido los Reyes Católicos en su creación del estado moderno: el primer cuerpo policial de Europa sometido a cierta organización y administración gubernamental.

Ferrer-Dalmau

Ferrer-Dalmau

La duda de una niña da el nombre

El Real Decreto de 28 de marzo de 1844, ya se creaba un cuerpo especial de fuerza armada de infantería y caballería. Cuando a la reina, que apenas tenía 14 años, le presentaron el decreto para que lo firmase y se le explicó que era una fuerza de seguridad pública con carácter militar. Y ella preguntó ¿Cómo que unos guardias armados pertenecen al poder civil? No entendía como unos guardias podían ser civiles. Con esto daba el nombre exacto: Guardias Civiles. Y así se quedó.

Ahumada percibió la precipitación del proyecto y plasmó sus salvedades en un informe, como la de ampliar el nivel salarial de los agentes por la gran responsabilidad que acometerían. Añadía que la eficiencia del cuerpo compensaría los gastos del estado.

Por ello saldrá otro decreto «corregido» el 13 de mayo con un modelo híbrido muy eficaz: el Cuerpo quedaba sujeto al Ministerio de la Guerra, que hoy sería Defensa en organización, personal y disciplina y al de Gobernación, que hoy sería Interior, en relación con los servicios que prestaría a la ciudadanía.

Servicio en Despoblado. Ferrer-Dalmau

Servicio en Despoblado. Ferrer-Dalmau

La selección del personal

Una vez al frente, Ahumada logró uno de sus hitos: la selección y formación del personal. Dado el sueldo y la estabilidad del empleo se presentaron miles de aspirantes muy superiores en número a las plazas ofertadas.

La selección fue laboriosa. Quería personal de élite alfabetizado y formado, algo difícil, ya que el nivel de analfabetismo era muy elevado. Después serían sometidos a una intensa instrucción. Llegó a decir «es mejor tener mil hombres buenos que a 15.000 no malos, sino medianos» y como nomenclatura organizativa escogió un término cargado de resonancias heroicas: el de la infantería española invicta durante siglos en los campos de batalla: los Tercios.

Guardia Civil

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El decreto fundacional y un código de honor: La Cartilla

En el verano de 1844 se firmaba ya el decreto fundacional y el Duque de Ahumada pronunciaba un vehemente discurso ante los futuros oficiales, que contenía la lista de las obligaciones, sacrificios y deberes a los que estarían sometidos, insistiendo en la ausencia de militancia política. Lo esencial era que sirvieran a España y a los españoles, independientemente de la forma política que el país quisiera adoptar. Estaba —con esa neutralidad y tal vez sin saberlo— asegurando su longevidad.

Además, Ahumada creó una filosofía de servicio que distinguiría a la Guardia Civil: su soporte moral que se recogerá en un documento clave, la famosa Cartilla. Un código deontológico para dotar a sus hombres de un alto concepto moral, del sentido de la honradez y de la seriedad en el servicio. Para muestra, su artículo más emblemático reza así: «El honor es la principal divisa del guardia civil; debe, por consiguiente, conservarlo sin mancha. Una vez perdido, no se recobra jamás».

La Cartilla ha trascendido los tiempos y se ha convertido en el alma y el espíritu del Cuerpo con una casi mágica supervivencia. Tras casi dos siglos, solo con alguna modificación, sigue componiendo el actual Reglamento.

Ahumada también crearía la figura del Comandante de Puesto, que no significaba empleo militar de comandante, ya que podía ser hasta un cabo, pero era el referente de la máxima autoridad y el mando más visible en el marco rural español.

Guardia Civil

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La uniformidad

El 1 de septiembre la Guardia Civil, se presentaba oficialmente con una parada militar donde casi dos mil guardias desfilaban marcialmente con su nuevo uniforme.

La uniformidad no fue algo secundario. Una de las condiciones que exigió Ahumada fue la de intervenir en el vestuario. Había tres aspectos que consideraba cruciales: que fuese higiénico, ya que el servicio sería fatigoso, con calores y fríos y a la intemperie, que fuese severo, vistoso y elegante, para incentivar el respeto a sus componentes y por último que fuese «verdadero y genuinamente español» huyendo similitudes con el de otras naciones extranjeras. Esto último lo consiguió con creces porque la uniformidad de la Guardia Civil ha sido uno de los símbolos más identitarios de España. Entre sus iconos figura el popular tricornio, nombre que se dice que no era del agrado del Duque que prefería la de «sombrero de tres picos»·

Primera fotografía de un Guardia Civil

Primera fotografía de un Guardia Civil

¿A que nunca se han preguntado por qué se llama tricornio si solo tiene dos cuernos? Los distintos cuerpos militares partían del sombrero clásico de ala ancha que iban modificando para darles personalidad y que fueran distintivos.

El de la Guardia Civil era un bicornio blando y los guardias empezaron a doblar sus lados y por delante para que no se deformase lo sujetaban con un botón adquiriendo casi una punta más, y formaría el tricornio. Como era de fieltro y se estropeaba con el sol y la lluvia, sus mujeres los forraban con fundas de hule negro. De ahí el brillo acharolado.

Los uniformes eran azul oscuro con el cuello, vivos, vueltas y bocamangas en grana y en estas, un característico tresillo con portezuela y los capotes eran verdes. Un verde que, con distintos tonos, desde Alfonso XIII hasta hoy, es el color del uniforme. Los botones fueron plateados hasta 1943, que cambiaron a dorado.

Guardia Civil

Guardia CivilFerrer-Dalmau

El 10 de octubre, día del cumpleaños de Isabel II en la constitución de las Cortes, la Guardia Civil escoltaba a la reina desde el Palacio Real y entraba en la historia por la puerta grande.

Despliegue territorial y organización

Otro de los hitos del Duque fue la rapidez del despliegue del nuevo cuerpo.

Los primeros guardias se fueron desplegando en lo que llamaron líneas por todo el país. Los analistas consideran que fue el mayor y más eficaz instrumento para vertebrar un país mal conectado por caminos de tierra. Llegaron a lugares donde jamás lo había hecho la Administración.

Guardia Civil

El Cuerpo se compondrá de 14 jefes, más de 200 oficiales y casi seis mil guardias repartidos en 14 Tercios. En cada uno se encuadrarían las Comandancias, Compañías de Infantería y un Escuadrón de Caballería. No tenían cuarteles en todos los municipios, pero sí en aquellos enclaves con mayor poder de actuación. Incluso más tarde llegarían a incorporar a mujeres como Matronas que habían servido en el Cuerpo de Carabineros.

La creación de las Casas Cuarteles sería otro de los logros de Ahumada. No solo proporcionaban residencia a sus miembros, sino que reforzaban la cohesión entre ellos, y evitaban la excesiva proximidad con los lugareños. Lo que tal vez no esperaba era el surgimiento de un peculiar ADN, acientífico pero real, que se generó en las familias del Cuerpo y que hizo que se fuera perpetuando la condición de guardia en generaciones familiares por ese vínculo invisible que se forjó entre ellos.

La pareja

Los guardias civiles patrullaban en parejas, a pie o a caballo, salvo que la situación obligara hacerlo en grupos mayores. Este servicio prestado por dos agentes, recorriendo de forma infatigable los caminos, se integraría como un elemento más del paisaje nacional y así se asumió. Tanto que cuando en el siglo XXI se estaban creando las llamadas parejas de hecho, los que se oponían afirmaban: «no reconocemos más pareja de hecho que la de la Guardia Civil»

Pareja de guardias civiles

Pareja de guardias civiles

Primeras dificultades

Ahumada para la puesta en marcha tuvo que superar grandes obstáculos, los partidos de la oposición, su propio partido y fricciones con mandatarios locales acostumbrados a hacer «lo que les diera la gana». Pero las primeras actuaciones ya reflejaron su éxito con la reducción de la delincuencia en tiempo récord. En breve, la Guardia Civil no tendría más enemigos que los criminales. Curiosamente, nunca usaron las palabras bandolerismo ni bandolero. No se andaban con medias tintas y siempre empleaban la palabra Malhechor.

Pronto también demostraron una gran capacidad resolutiva en los servicios humanitarios y sensibilidad y empatía con las víctimas en todo tipo de desastres: incendios, naufragios, inundaciones, accidentes… Ante tal eficacia algunos países hispanoamericanos pidieron la colaboración de España para implantar allí cuerpos similares, el caso paradigmático es el Perú que hoy tiene una Guardia Civil casi gemela a la nuestra.

Y su honor y seriedad en el desempeño de sus funciones le granjearon muy pronto la admiración del pueblo español que haría honor a su código y le pondrá un sobrenombre elocuente: la Benemérita. Y así lo ratificó la Gran Cruz de Beneficencia que se les impondría. El nombre del Duque de Ahumada seguiría vivo en comandancias, cuarteles y en la escuela de Guardias jóvenes. E incluso en el siglo XXI saldrá a la palestra en los estudios los antileyendanegristas como prueba inequívoca del mestizaje hispano, ya que descendía del mismísimo Emperador Moctezuma.

Guardias civiles

Guardias civiles

Una camaleónica adaptación

La creación de Ahumada viviría importantes reformas desde su fundación a hoy: decenas de gobiernos, seis monarcas, dos repúblicas, varias guerras, dos dictaduras y la actual democracia. Participó en contiendas y refriegas, en las guerras de África, de Cuba, Luchó en ambos bandos de la guerra civil, defendiendo Barcelona de la sublevación y a la vez resistiendo el embiste republicano en la heroica gesta de Santa María de la Cabeza. Peleó con fiereza contra el maquis, fue policía militar en la División Azul, estuvo en el Sáhara e Ifni. Y en los 80, en los años de plomo, la sangre de centenas de agentes se derramaba defendiendo el nombre de España. Hoy, la Benemérita participa como fuerza Armada Española en las misiones internacionales. Fueron creciendo en prestigio y consideración adaptándose a los cambios sociales y políticos y se consolidó como una fuerza de seguridad insustituible.

Asedio de Santa María de la Cabeza

Asedio de Santa María de la Cabeza

La institución más valorada y los hitos de Ahumada

Es sabido que hoy la institución más valorada por los españoles sistemáticamente es la Guardia Civil. Lo que no es tan conocido es que para formarse como oficial del cuerpo se exigen las más altas calificaciones. La llamada «nota de corte» de la academia de oficiales supera la de carreras como Ingeniería, Medicina y el resto de los cuerpos militares. Realidad que evidencia su gran atractivo para las nuevas generaciones y que contaremos con futuros mandos de mentes privilegiadas.

Muchos fueron los éxitos de Ahumada que aseguraron la pervivencia la Guardia Civil. Tantos que sería difícil enumerar. Comenzando por su empeño en su carácter militar desde el principio, porque de haber sido civil, hubiera resultado casi imposible lograr esa perfecta organización y la necesaria disciplina en un cuerpo que presta su servicio armado; siguiendo por su estructura; o por la creación de la cartilla cuyos valores de honradez, honor, deber, lealtad, sacrificio, compañerismo y seriedad en el servicio siguen vigentes en los nuevos guardias, cual el corpus emocional de la institución. O su crucial y decisiva insistencia en la neutralidad a algo tan aparentemente anecdótico como la elección del tricornio que se convertiría, asombrosamente tras la bandera rojigualda, en el símbolo más patriótico y genuinamente español.

Guardia Civil

Guardia CivilFerrer-Dalmau

La Guardia Civil, la primera fuerza de seguridad pública con ámbito nacional, supone uno de los patrimonios más queridos y vinculados al pueblo español y una de sus señas de identidad. Y todo fue como recordaba Pérez Galdós en los Episodios Nacionales «Bajo los auspicios del duque de Ahumada fue creado en el seno de España un ser grande, eficaz y de robusta vida: la Guardia Civil».

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