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Retrato de Grover Cleveland, el 22º y 24º presidente de Estados Unidos

Retrato de Grover Cleveland, el 22º y 24º presidente de Estados Unidos

Grover Cleveland, el primer presidente que ejerció dos mandatos no consecutivos

Único demócrata en ganar la presidencia tras la Guerra de Secesión, se opuso al expansionismo norteamericano, defendiendo la soberanía española en Cuba

La época posterior al final de la Guerra de Secesión dejó aniquilado a un Partido Demócrata, lastrado por su apoyo a la causa sureña —en esa zona de Estados Unidos se encontraban sus principales feudos—, debido a su negativa a apoyar la abolición de la esclavitud. Tan garrafal error a la hora de interpretar los signos de los tiempos implicó, inevitablemente, un largo periodo de tiempo fuera de la Casa Blanca y en minoría en el Congreso.

Hubo, pues, que esperar veinte años para que un demócrata rompiera ese cerco. La hazaña correspondió al brillante abogado Stephen Grover Cleveland, a la sazón gobernador de Nueva York, tras haber sido previamente sheriff —primero— del condado de Erie y alcalde —después— de Búfalo, formando ambas entidades parte del Estado en el que se ubica la urbe de la Gran Manzana. El hábil político escaló rápidamente los escaños y en 1882 fue designado candidato demócrata al cargo de gobernador de Nueva York. Favorecido por la división del Partido Republicano, ganó con holgura los comicios frente a su contrincante, Charles J. Folger.

Una fotografía antigua, sin fecha, de Grover Cleveland

Una fotografía antigua, sin fecha, de Grover Cleveland

La ventaja de Cleveland era, en aquel momento, la mayor de la historia del Estado de Nueva York, por lo que los demócratas también ganaron la mayoría en ambas cámaras de la legislatura. Sobre todo, y sin obviar la especificidad del Estado de Nueva York, el Partido Demócrata empezaba a sacar la cabeza del agua a nivel nacional. El flamante gobernador entendió el paradigma y se postuló para ser designado candidato demócrata de cara a la elección presidencial de 1884.

El gobernador de Nueva York partió con la ventaja de que cada uno de sus competidores dentro del partido partían con desventajas. Los candidatos que tenían impedimentos para su nominación: el senador por Delaware Thomas Bayard se había pronunciado a favor de la secesión en 1861, lo que le hacía inaceptable para los norteños; el general Benjamin Butler, por el contrario, era vilipendiado en todo el sur de Estados Unidos por sus acciones durante la Guerra Civil; el representante de Ohio, Allen Thurman gozaba de simpatía general, pero ya era de edad avanzada.

Cleveland también tenía detractores —curiosamente, Tammany Hall, la estructura caciquil que controlaba el aparato demócrata neoyorquino, torpedeaba su candidatura—, pero la naturaleza de sus enemigos le generó más amigos: lideró la primera votación de las primarias, con 392 votos de 820. En la segunda votación, Tammany Hall apoyó a Butler, pero el resto de los delegados se decantaron por Cleveland, que ganó. Thomas A. Hendricks, de Indiana, fue elegido su compañero de candidatura.

Una primera victoria que fue acompañada, pues Estados Unidos ya era Estados Unidos, de una campaña de ataques personales. Los republicanos le acusaron de eludir el servicio militar durante la Guerra Civil y le llamaron «el verdugo de Búfalo» por ahorcar personalmente a dos criminales mientras ejercía de sheriff. La acusación más grave contra Cleveland giró en torno a su relación con Maria Halpin. Ella acusó a Cleveland de agredirla y dejarla embarazada en 1874.

Cleveland nunca negó la paternidad e hizo que internaran a Maria en contra de su voluntad para poder quedarse con la custodia del niño, al que llamó Oscar Folsom Cleveland. Los estrategas del Partido Demócrata replicaron insistiendo en que Maria se había acostado con varios hombres, entre ellos el difunto socio de Cleveland, Oscar Folsom, y que Cleveland solo reclamaba al niño para proteger el matrimonio de Folsom. Sin embargo, no hay pruebas que sugieran que Halpin tuviera nunca una relación con Folsom.

Al final, la gruesa acusación quedó en nada y el ya aguerrido político empezó a cortejar a Frances Folsom, la joven hija de Oscar, y ambos se casaron el 2 de junio de 1886 en el Salón Azul de la Casa Blanca. La pareja tuvo cinco hijos. Paternidades tardías y matrimonio feliz.

Cleveland fue el único presidente cuya boda se realizó en la Casa Blanca

Cleveland fue el único presidente cuya boda se realizó en la Casa Blanca

Sí que ayudó al todavía candidato Cleveland, en cambio, la situación de su contrincante republicano, James Blaine, estaba involucrado en varios casos de corrupción, facilitando, de esta forma, la tarea del demócrata, que basó su discurso en la honestidad que ha de acompañar a todo cargo público. Tras el recuento de los votos, Cleveland ganó por un estrecho margen los cuatro estados indecisos, incluido Nueva York por 1.200 votos. Aunque el total de votos populares fue ajustado, ya que Cleveland ganó por solo un cuarto de punto porcentual, los votos electorales dieron a Cleveland una cómoda mayoría de 219 frente a los 182 de Blaine.

A Cleveland no le temblaron las manos en política interior, una vez instalado en la Casa Blanca: aplicó enérgicamente una política que prohibía los favores especiales a cualquier grupo económico. Al vetar un proyecto de ley por el que se asignaban 10.000 dólares para distribuir semillas de cereales entre los agricultores de Texas afectados por la sequía, escribió: «La ayuda federal en estos casos fomenta la expectativa de una perspectiva paternalista por parte del Gobierno y debilita la solidez de nuestro carácter nacional».

También vetó muchos proyectos de pensiones privadas a veteranos de la Guerra Civil, cuyas reclamaciones eran fraudulentas. Cuando el Congreso aprobó un proyecto de ley que concedía pensiones por discapacidades no causadas por el servicio militar, Cleveland también lo vetó. Hasta la presidencia de Franklin Roosevelt, más de medio siglo después, Cleveland fue el presidente que más vetos emitió en toda la historia política de Estados Unidos.

Y sin pararse en barras, pues enfureció a las empresas concesionarias de líneas de ferrocarriles al ordenar una investigación de las tierras del oeste que poseían por concesión del gobierno. Les obligó a devolver 81.000.000 de acres. También firmó la Ley de Comercio Interestatal, la primera ley que impulsaba una regulación federal de aquel sector.

Cleveland retratado como un reformador arancelario

Cleveland retratado como un reformador arancelario

Política ambiciosa, seguramente acertada, que pudo, sobre todo en los inicios de este primer mandato, sacar adelante sin grandes dificultades porque, como explica Aurora Bosch en su Historia de Estados Unidos, «solamente entre 1883 y 1885, un presidente demócrata disfrutó de un Congreso demócrata». Pero que también le generó sólidas enemistades en influyentes sectores económicos y sociales.

Es lo que ocurrió en diciembre de 1887 cuando pidió al Congreso que redujera los elevados aranceles que protegían el comercio patrio. Sus asesores le objetaron que acababa de sentar las bases de una victoria republicana en 1888. Cleveland replicó: «¿De qué sirve ser elegido o reelegido si no se defiende algo?». La realidad es que fue derrotado: aunque obtuvo una mayoría popular mayor que el candidato republicano Benjamin Harrison, recibió menos votos por parte del Colegio Electoral.

Regreso a la Casa Blanca

Cleveland podía haber engrosado, con carácter definitivo, la lista de expresidentes. Sin embargo, volvió presentar su candidatura de cara a los siguientes comicios, los de 1897. Los ganó, convirtiéndose en el primer expresidente que volvía a la Casa Blanca. ¿Cómo logró semejante proeza? Aparte de sus antecedentes como el ser el primer demócrata que se convirtió en presidente tras la Guerra de Secesión, «hubo también asuntos a los que se había opuesto como presidente, como los subsidios a los veteranos de la guerra de la Unión y la plata libre, que le beneficiaron», según explica a El Debate Pedro Fernández Barbadillo, autor de Los césares del Imperio americano, libro divulgativo sobre los presidentes norteamericanos.

La primera preocupación a la que se enfrentó Cleveland en esta segunda etapa fue una devastadora crisis económica que enfrentó sin contemplaciones. De entrada, se ocupó directamente de la crisis del Tesoro en lugar de las quiebras empresariales, las ejecuciones hipotecarias agrícolas y el desempleo. Consiguió la derogación de la ligeramente inflacionista Ley Sherman de Compra de Plata y, con la ayuda de Wall Street, repuso las reservas de oro del Tesoro.

Caricatura de Cleveland como antiplata

Caricatura de Cleveland como antiplata

Cuando los huelguistas de los ferrocarriles de Chicago violaron una orden judicial, Cleveland envió tropas federales para hacerla cumplir. «Si hace falta todo el ejército y la armada de Estados Unidos para entregar una tarjeta postal en Chicago», tronó, «esa tarjeta será entregada». 150.000 trabajadores ferroviarios de todo el país apoyaron la huelga de Pullman.

La llegada de los militares desató la violencia entre tropas y trabajadores, con el resultado de docenas de muertos y millones de dólares en daños. Algunos ciudadanos apreciaron la brusquedad con que Cleveland trató a los huelguistas ferroviarios, pero su agresividad alejó del Partido Demócrata a muchos trabajadores y activistas obreros.

Tampoco le tembló el pulso en política exterior. Sin ir más lejos, amenazó con una intervención armada en Venezuela para evitar un aumento de la influencia británica en el Caribe —la «Crisis del Orinoco»—, aunque el conflicto se resolvió de forma amistosa. «El asunto de Venezuela no era una cuestión extranjera, sino la más nítida de las cuestiones internas», zanjó Cleveland.

En cambio, en relación con Cuba, su Administración, como recuerda Bosch, «creía que la garantía española de autonomía para Cuba era la mejor solución para los intereses norteamericanos, sosteniendo así la soberanía española sobre la isla para evitar la revolución». Cleveland dejó la Casa Blanca para siempre en 1897. De haber permanecido un año más…

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