
Los trabajadores de Barcelona celebran en las calles tras derrotar a la rebelión militar franquista en 1936
«Este país se encamina a una hecatombe»: la advertencia que nadie escuchó en junio de 1936
Una serie de cartas inéditas fechadas en junio de 1936, describen el día a día en Santander a un mes de estallar la guerra civil y del asesinato de Calvo Sotelo
La familia del ingeniero santanderino Domingo Betanzos, amigo personal de José Calvo Sotelo, conserva dos cartas inéditas hasta el momento presente, dirigidas a otro buen amigo, el político gallego Arturo Salgado Biempica, secretario personal de Calvo Sotelo y del partido Bloque Nacional. En estas cartas, fechadas el 14 y el 25 de junio de 1936, se describe el día a día en Santander a un mes de estallar la Guerra Civil y del asesinato de Calvo Sotelo.
Asimismo, Betanzos pide encarecidamente que ese verano no fueran a Comillas a veranear. Un hecho curioso, pues en ningún momento presagia el inicio de la guerra. Sin embargo, la persecución comenzó antes del 18 de julio de 1936 en Santander.
«En estos momentos de encrucijadas de cobardías incalificables, de amenazas constantes a la vida y de casi total amnesia en los sentimientos cristianos en muchos sectores de derecha y de exacerbación desbordada para el crimen en los otros sectores que antaño gesticulaban pregonando la Solidaridad humana», escribía.
A continuación, Betanzos relataba la situación en Santander en junio de 1936 y la desidia de muchos ante lo que ocurría:
«El virus criminal que se ha sembrado en esta provincia se ha inoculado como la peste entre las ratas, y la cosecha de asesinos y de inconscientes criminales jóvenes va dando un fruto muy abundante, como podrán juzgar por los hechos que casi a diario se suceden, con la abstención de toda defensa ciudadana por parte de las autoridades y con el silencio cobarde de esas fuerzas llamadas vivas, que cuando gobernaban personas competentes y de orden maniobraban o protestaban enérgicamente, pero que ahora permanecen emboscados en los puestos de relumbrón sin dar ni la más leve señal de vida, como no sea para alguna adulación a esta anarquía.
Aquí, por orden expresa del alcalde [Ernesto del Castillo Bordenabe, de Unión Republicana], concejal que salió por los Monárquicos y hoy es de Unión Republicana porque le echaron de Izquierda Republicana, se toca diariamente 'La Internacional' al final de los conciertos de la Banda Municipal en el Paseo de Pereda».

Soldados y milicias que se dirigen a Almería para incorporarse a los distintos frentes del combate.
Los atentados estaban a la orden del día. Del 16 de febrero al 18 de julio de 1936, según Eduardo González Calleja, hubo un total de 19 víctimas mortales. En cuanto a la represión por razones políticas, se contabilizan tres militantes socialistas, cuatro comunistas, tres falangistas, tres de Acción Popular, uno de Agrupación Regional Independiente, uno de la Comunión Tradicionalista y una persona calificada simplemente como derechista.
Sobre este estado de desasosiego, el ingeniero escribe: «Ayer tarde, a cincuenta metros de mi oficina, me dijo el mecánico que cuatro chicos de unos 17 a 18 años estaban, pistola en mano, cacheando a otros tres muchachitos de unos 14 a 15 años, y los hombres que lo presenciaban se quedaron tan tranquilos. Y ya en pleno paseo, a las 20:30 de la noche, se tirotea a jóvenes indefensos y ajenos a toda contienda política, empleándose ya pistolas silenciosas».

Celebración de la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936
El 3 de junio de 1936, el director del diario La Región, de tendencia marcadamente izquierdista, fue tiroteado cuando se encontraba en el bar «La Zanguina», situado en la calle del Martillo de Santander. Trasladado al hospital Valdecilla, falleció al día siguiente. Al respecto escribe:
«En 'La Región' de hoy me dicen que concretamente ha declarado la mujer del director que fue muerto que los culpables son los directivos de la SAM [Cooperativa Lechera SAM, acrónimo de Sindicatos Agrarios Montañeses], y se acusa de una manera villana al caballero don José Santos, que desde hace muchos meses permanece totalmente alejado de cuanto con la SAM tiene relación, y en la campaña de virulencia de que ha sido verdadera víctima no ha hecho otra cosa que lamentarse de las injurias que se le han venido haciendo y de la injusticia con que se le venía tratando, después de haberle llevado a la ruina la defensa de los campesinos. Precisamente acaba de llamarme don José y me ha leído lo que dice el periódico citado, y no es más que una incitación directa al asesinato. ¿Qué país es este, querido Biempica?».
A continuación, se centra en José Calvo Sotelo y en las cercanas vacaciones, que este pasaba cada año en Comillas. Teniendo en cuenta la situación, no era conveniente ir:
«Con referencia al próximo veraneo de nuestro queridísimo jefe y amigo, voy a permitirme darle mi sincera y obligada opinión, que debe usted hacer llegar a Enriqueta [Grondona, su esposa]. Si las circunstancias por las que atraviesa España, pero muy especialmente esta provincia, no cambian considerablemente, estimo muy peligroso que venga a pasar el verano a Comillas, pues si bien es cierto que la posición de la finca es magnífica, saludable y tranquila en un país civilizado y de orden, no debemos aconsejar que vengan para vivir en constante zozobra y que una mano criminal pueda aprovechar la soledad de aquel paraje para llevarnos a una hecatombe que, aparte de ser terrible para sus familiares, sería la mayor desgracia para España entera y para los que tanto le queremos.

Una de las últimas fotos del diputado José Calvo Sotelo en su despacho de Madrid, en el año 1936.
De persistir las cosas en este estado de anarquía, no deben pensar en venir a Comillas, salvo que se redoblase mucho la vigilancia personal y de la finca; que se resignasen a estar bastante en la finca y poco por estas carreteras tan propicias a la impunidad de los cobardes, cosas ambas un tanto difíciles para el temperamento de nuestro jefe. Así que creo deben meditarlo antes de decidirse a venir, o por lo menos consultar con otras personas de más autoridad que yo, puesto que bien pudiera suceder que sea exageradamente pesimista, aunque por desgracia no me he equivocado en nada y he previsto desde el año 1929 todo cuanto en relación con la Gobernación del país y su economía viene ocurriendo».
La carta del 25 de junio de 1936 finaliza con la mención a dos nuevos atentados. El primero, el de Benjamín Piñera Alberdi, de 25 años, hijo de Benjamín Piñera Queimadelos y de su madre Estefanía Alberdi Unzueta. Lo asesinaron el 23 de junio:
«El pobre joven Piñera Alberdi, hijo de un directivo de la Casa de Galicia, que fue agredido en plena calle de la Blanca hace cuatro días, y cuyo joven no estaba afiliado a ningún partido político, ha muerto anoche».
Y concluye escribiendo: «A un afiliado de Falange que fue agredido a tiros hace pocos días al salir de la cárcel, le han matado anoche a su anciana madre cuando se encontraba en su casa de los Corrales con una niñita en brazos. La asesinaron de siete tiros y la censura no ha dejado decir nada… y a un chico, empleado en el Banco Hispano Americano, le han tirado cuatro tiros al retirarse a casa hace pocas noches».
Pocos días después, José Calvo Sotelo era asesinado en Madrid y, cinco días más tarde, se iniciaba la guerra civil. Entre 1936 y 1939, en toda la comarca de Santander se asesinó a 307 personas, de las cuales 205 solo en la capital.