
El U-156 rescata a los náufragos del Laconia
Picotazos de historia
La tragedia del 'Laconia': cuando un submarino alemán intentó salvar vidas y fue bombardeado
Debido a este incidente, el almirante Dönitz emitió la Orden Tritón por la que se prohibía a las tripulaciones de los submarinos intentar rescatar a los náufragos de sus presas bajo cualquier circunstancia
El RMS Laconia fue un transatlántico de la naviera británica Cunard, la gran competidora de la White Star, propietaria del Titanic. El Laconia tenía 183,3 metros de eslora, 22,5 de manga y un calado de 10 metros. La nave se impulsaba por medio de seis turbinas de vapor que hacían girar hélices dobles y tenía capacidad para unos 2.100 pasajeros y 1.562 m³ aptos para cargas refrigeradas.
En 1939, el Almirantazgo británico lo reclutó para la guerra, artillándolo y transformándolo en un crucero mercante armado, apto para el transporte de tropas. El Laconia ahora tenía ocho cañones de seis pulgadas (calibre 152 milímetros) y montajes antiaéreos MARK 22 de 50 milímetros.
El 12 de septiembre de 1942, el RMS Laconia, bajo el mando del capitán Rudolph Sharp, navegaba con destino a Freetown (Sierra Leona), siendo su puerto de origen Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. El transatlántico, con una tripulación compuesta, entre oficiales y marinería, por 463 personas, transportaba a un pasaje de 87 civiles, 286 soldados y oficiales británicos, más 103 soldados polacos que hacían de guardia armada de los 1.793 prisioneros del ejército italiano que se apiñaban en las bodegas.
Postal fotográfica del RMS Laconia, c. 1921
A las 20:00 horas de ese anochecer, el capitán de corbeta Werner Hartenstein, comandante del submarino alemán U-156, avistó al transatlántico y procedió a su ataque. Un torpedo impactó en el costado de babor y, a las 20:12, el Laconia estaba transmitiendo mensajes de socorro y comunicando que se estaba hundiendo a consecuencia del ataque de un submarino.
Durante la evacuación, los prisioneros fueron abandonados a su suerte en el interior de las bodegas. Desesperados, consiguieron romper las puertas y forzar su salida. Reaccionaron los polacos y hubo muertos por disparos y bayonetas. Aunque había botes salvavidas suficientes para todos, solo uno fue ocupado por los prisioneros.
A las 21:11, la popa del Laconia se sumergió bajo las aguas mientras su proa se alzaba hasta alcanzar la vertical. Entonces, la nave se hundió en el mar como un cuchillo, llevándose con ella a su capitán y a buena parte de los prisioneros que transportaba.
Al emerger, el comandante del U-156 se dio cuenta de inmediato de que el barco hundido transportaba a civiles y a prisioneros de guerra, por lo que procedió a una operación de salvamento. Enarboló la bandera de la Cruz Roja, comunicó al Mando de Submarinos lo sucedido y lo que iba a hacer, mientras enviaba al éter mensajes sin cifrar dando la posición, solicitando socorro y comunicando que se estaba procediendo al salvamento.
Rescate del Laconia. Obra de John Meeks
En los siguientes días se sumaron los submarinos U-506 y U-507, y el italiano Comandante Cappellini (que terminaría en Japón). Los diferentes sumergibles agruparon los botes salvavidas, alojaron a las mujeres y a los niños, junto con los heridos y personas necesitadas de tratamiento médico, en el interior de los submarinos, y acogieron a cuantos cupieran en la cubierta emergida de las naves. Aun así, muchos supervivientes quedaron en el agua, asegurados con chalecos salvavidas, salvavidas y mallas de cuerda.
Los submarinos estaban esperando al crucero de la Francia de Vichy Gloire, así como a las balandras Annamite y Dumont-d’Urville, y también a cualquier otro barco, enemigo o no, que hubiera escuchado el mensaje de socorro enviado sin codificar.
Marineros, soldados, aviadores y marinos mercantes británicos rescatados
A las 11:25 del 16 de septiembre, el U-156, que se había separado del resto durante la noche, fue avistado por un bombardero B-24 Liberator de la fuerza aérea norteamericana. Este avión tenía su base en la isla de Ascensión, perteneciente al territorio británico de Santa Elena (donde encerraron a Napoleón).
Los tripulantes del avión comunicaron que un submarino alemán, enarbolando la bandera de la Cruz Roja y abarrotado con unos doscientos náufragos sobre su cubierta y lanchas salvavidas unidas al casco por medio de cabos, emitía mensajes solicitando ayuda. Un oficial de la RAF que se encontraba en el submarino envió un mensaje por código Morse. Se identificó y explicó la situación, rogando socorro para recoger a tanto náufrago.
El B-24 comunicó con su base, explicó lo que habían visto y los mensajes que habían recibido, y solicitó órdenes al respecto. El oficial de guardia dio orden de hundir el submarino, ignorando a los náufragos. El bombardero volvió y su primera bomba cayó entre los botes salvavidas, matando a docenas de personas y destrozando uno de ellos.
Viendo la reacción del bombardero norteamericano, el comandante Hartenstein no tuvo más remedio que dar la orden de inmersión y cortar los cabos de los botes salvavidas. Para facilitar esta última acción y dar tiempo a los náufragos a abandonar la cubierta, la inmersión se realizó despacio.
Los submarinos U-506 (con 151 supervivientes) y U-507 (con 491) recibieron órdenes del Mando de Submarinos de la Kriegsmarine de abandonar a los náufragos a su suerte, así como la zona del naufragio, y reincorporarse a la misión previamente asignada. Ambos oficiales se negaron, aunque sabían lo que había sucedido con el U-156.
El 17 de septiembre, más aviones norteamericanos aparecieron en el cielo; se trataba de una escuadrilla de B-25 Mitchell de la base norteamericana en Ascensión. Al ver al submarino U-506, procedieron a atacarlo. El submarino alemán apenas tuvo tiempo de cortar los cabos y hacer una inmersión de emergencia.
Los submarinos del Eje consiguieron reunirse con el crucero francés Gloire y, entre ellos, el crucero y las balandras consiguieron salvar la vida de 1.083 personas. En total, habían perdido la vida, en el hundimiento del Laconia, 1.658 personas, de las cuales 1.420 eran prisioneros de guerra.
Debido a este incidente, el almirante Dönitz emitió la Orden Tritón (después mucho más conocida como Orden Laconia), por la que se prohibía a las tripulaciones de los submarinos intentar rescatar a los náufragos de sus presas bajo cualquier circunstancia. Esta orden sería utilizada por la fiscalía, durante los juicios de Núremberg, para acusar al almirante alemán por crímenes de guerra.
El piloto y la tripulación del B-24, así como el oficial de la base de Ascensión que dio la orden de hundir al U-156, jamás fueron investigados y mucho menos acusados de nada. Al contrario: al piloto lo condecoraron, ya que estaban convencidos de que había hundido al U-156.