El presidente Ronald Reagan durante un acto oficial
Cuando Reagan dijo que «la herencia hispana» de Estados Unidos debería hacerles «sentir orgullosos»
En 1984, el presidente estadounidense reivindicó el legado hispano en Norteamérica en un histórico discurso durante la Semana de la Herencia Hispana, subrayando las contribuciones de España y los hispanos a la historia del país
A pesar de que casi 60 millones de hispanohablantes viven en Estados Unidos, las autoridades norteamericanas no siempre han sabido cuidar y valorar el importante legado español que existe en el país americano. No en vano, la Corona española entre los siglos XVI y XIX gobernaba casi todo el continente americano: los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos.
Este reconocimiento tuvo que esperar hasta 1968 cuando el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson instauró la Semana Nacional de la Herencia Hispana para poner en valor las contribuciones e influencia de los españoles, hispanoamericanos e hispanos estadounidenses en la historia, la cultura y los logros de los Estados Unidos.
Esta iniciativa continuó con los presidentes Nixon, Ford, Carter y Reagan, quien comprendió que el voto hispano estaba en juego y aumentó la cuota republicana del voto hispano del 18-20 % en 1976 al 35-37 % en 1980, cuando fue elegido. Reagan consideraba que los valores hispanos estaban estrechamente relacionados con aquellos que predicaba su partido, en especial la religión y la familia. «Los hispanos son conservadores. Sólo que no lo saben», decía a menudo.
Así, para consolidar sus apoyos hispanos, realizó durante sus mandatos una serie de declaraciones positivas a la importancia del legado español en Norteamérica: «La gesta del Descubrimiento fue solo la primera de las muchas contribuciones culturales y económicas de España al Nuevo Mundo», afirmó el presidente en octubre de 1984.
Aquel mismo año, Reagan pronunció un desconocido, pero relevante discurso para inaugurar la Semana de la Herencia Hispana, que él mismo ampliaría a un mes en 1988. A continuación, reproducimos el discurso:
Discurso íntegro
Honramos a todos, a esos varios millones de ciudadanos cuya sola existencia ejemplifica los valores de la familia, el trabajo, el respeto hacia Dios y amor por el país. Cuando se trata de estos bloques fundadores del carácter individual, vemos que ningún otro grupo de ciudadanos debería estar más orgulloso que los americanos de ascendencia hispana. A lo largo de los años, las contribuciones que han hecho al país estos buenos ciudadanos han tenido un enorme impacto en nuestra forma de vida. Con trabajo duro construyeron grandes corporaciones, y consiguieron grandes logros. Y cuando buscamos ejemplos a seguir, individuos que han sufrido y superado toda clase de dificultades, en esta comunidad encontramos a montones. Pero el éxito no puede medirse solo en el ámbito comercial o en logros económicos, hay que reconocer también esos millones de heroicos padres que son parte de la comunidad hispana, quienes aún con dificultades para que el dinero alcance para todo, logran criar a sus hijos con dignidad y con orgullo, asegurándose de que reciban no solo buena educación sino buenos valores, valores que son muy importantes para los hispanoamericanos.
Esos mismos valores que han ayudado a forjar esta nación. Este es el carácter de esa gente a la que aplaudimos en esta semana de la herencia hispana, a la vez que reconocemos ese amor por el país, que subyace siempre, demostrado en tantos actos de coraje y de valor. En la comunidad hispana hay muchos héroes con quienes este país tiene una deuda que jamás podremos pagar.