Napoleón Bonaparte, 1888. Obra de Ernest Crofts
¿Por qué Napoleón siempre posaba con la mano en el chaleco?
En sus retratos más famosos, el emperador francés posa con su mano derecha dentro del chaleco, un gesto que no fue exclusivo del Gran Corso, sino una moda de los siglos XVIII y XIX
Tal vez una de las imágenes más representativas de Napoleón Bonaparte, además de su icónico retrato ecuestre cruzando los Alpes, sea la del Gran Corso con la mano derecha escondida en el chaleco o chaqueta. Y es que el artista francés Jacques-Louis David se encargó de inmortalizar al emperador con esa pose en numerosas ocasiones.
Aunque se ha llegado a afirmar —a pesar de no existir ninguna evidencia— que este gesto se debía a que había sufrido una herida de guerra y esta había quedado deformada, por lo que, vista por el militar como una debilidad, quiso ocultar su mano entre los botones del chaleco. O que, en realidad, estaba presionando su estómago para aliviar su dolor crónico —una hipótesis que podría tener más sentido, ya que se cree que fue un cáncer de estómago lo que le causó la muerte en 1821—. Lo cierto es que su explicación es mucho más sencilla.
El Emperador Napoleón en Su Estudio en el Palacio de las Tullerías (1812), exhibiendo el gesto con la mano en el chaleco
La mano en el chaleco o en la chaqueta era una moda en los retratos de los siglos XVIII y XIX. En este sentido, Arline Meyer, en su artículo Volver a vestir la estatuaria clásica: El retrato del siglo XVIII con la mano en el chaleco, señala que este tipo de retrato «con la mano dentro» apareció con una «frecuencia impecable» durante el siglo XVIII y se convirtió casi en una pose «tópica» en la pintura de retratos. «En la vida real, la ‘mano metida’ era una postura habitual en los hombres de alcurnia», observa Meyer.
¿Pero qué significa la pose? El gesto simbolizaba «la audacia varonil templada con modestia», según explica el libro Los rudimentos del comportamiento gentil, de 1738, que escribió el francés François Nivelon sobre etiqueta. Asimismo, Edward Bulwer, en su Sexto canon para retóricos, afirma que «la mano contenida y mantenida dentro es un argumento de modestia, y la pronunciación frugal, una acción quieta y tranquila adecuada para una declamación suave y remisa».
Encontramos otra explicación más temprana en el libro Las reglas del decoro y la urbanidad cristiana, publicado en 1702 por el sacerdote Juan Bautista de La Salle, en el que enseñaba cómo debían comportarse los niños y adolescentes pobres de las escuelas que había fundado: «… si no se tiene bastón, ni manguito, ni guantes, es bastante común posar el brazo derecho sobre el pecho o sobre el estómago, poniendo la mano en la abertura de la chaqueta […]. En general, hay que mantener los brazos en una situación que sea honesta y decente», indica La Salle.
El duque de Wellington, George Washington, Karl Marx y Iósif Stalin
Pero el origen de esta pose se remonta a la época clásica, cuando el orador Esquines declaró que hablar con un brazo dentro de la capa era un signo de modestia, mientras que no hacerlo estaba considerado de mala educación. Así, como gran admirador de la Antigua Grecia, Napoleón quiso ser recordado o asociado a la imagen de caballero educado, noble y modesto.
Sin embargo, conforme la reputación del emperador fue menguando, el significado de esta pose también fue cambiando: «'Orgullo' es el título que se dio a la actitud diez años más tarde en 'Ilustraciones prácticas de gestos y acciones retóricas', de Henry Siddons, un texto que se utilizaba como manual de interpretación», advierte Meyer en su artículo.
A pesar de esta asociación casi emblemática con la figura de Napoleón, otros personajes relevantes en la historia fueron retratados o fotografiados con la mano en el chaleco. Este es el caso de George Washington, Gilbert du Motier, marqués de La Fayette; Arthur Wellesley, duque de Wellington; Simón Bolívar, Karl Marx o Iósif Stalin, entre otros.