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Isaac Newton

Isaac Newton

Cuando Newton combatió el crimen y acabó con el mayor falsificador de Inglaterra

A pesar de ser uno de los científicos más influyentes de todos los tiempos, muy poca gente conoce que elaboró una técnica para acabar con las falsificaciones de monedas

Dos años después de la publicación de su obra maestra, Isaac Newton fue miembro del Parlamento de Inglaterra en representación de la Universidad de Cambridge. Desde 1689 hasta 1701 desempeñó esta labor, aunque con menos destreza que en su carrera científica.

Sin embargo, su traslado a Londres en 1696 para ser guardián de la Casa de la Moneda supuso un punto de inflexión en su carrera, pues se tomó su nueva responsabilidad con extrema seriedad, hasta tal punto que renunció a sus deberes en Cambridge en 1701 para centrar toda su atención en el trabajo que debía realizar en la Casa de la Moneda: no solo tenía que supervisar la acuñación de monedas, sino que también era clave en el desarrollo de métodos para combatir la falsificación, un problema muy grave de la época.

Así, en 1696 se encargó del ambicioso proyecto del Gran Reacuñado, un plan para reemplazar la moneda antigua y desgastada. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el 20 % de las monedas recibidas para su reemisión eran falsificaciones, un delito considerado como alta traición y castigado con la horca y el desmembramiento.

Identificar a los culpables iba a ser tarea difícil, por lo que Newton decidió implementar una serie de rigurosas medidas para garantizar la calidad y uniformidad de las nuevas monedas; incluso él mismo se encargaría de supervisar personalmente la aleación de los metales, el peso y el diseño de cada una de ellas. Gracias a su excepcional trabajo, en 1699 fue ascendido al cargo de director de la Casa de la Moneda.

El terror de los falsificadores

Pero su papel más destacable en la Casa de la Moneda fue la persecución de los falsificadores. Su determinación para llevar a los criminales ante la justicia fue tal que incluso llegó a disfrazarse y frecuentar bares y tabernas para recoger pruebas él mismo.

Descubrió que una de las prácticas más comunes de estos falsificadores, conocidos como clippers, era la de fabricar monedas falsas a partir del polvo de plata que obtenían limando el borde de las auténticas, sin que la reducción de tamaño fuese perceptible. Tras conocer este dato, Newton pensó en dibujar unas estrías en el canto de la nueva divisa, una marca para evitar futuros fraudes.

Tenía a su disposición «un nuevo invento para redondear las monedas y grabar letras o estrías en sus bordes», consiguiendo monedas perfectamente redondas fabricadas a máquina con bordes estriados que hacían imposible raspar incluso la más mínima pieza de plata sin ser detectado.

Falsificadores acorralados , xilografía de Richard Brend'Amour (1831-1915). El taller de William Chaloner debió ser similar al que imaginó el artista alemán en el siglo XIX

Falsificadores acorralados , xilografía de Richard Brend'Amour (1831-1915). El taller de William Chaloner debió ser similar al que imaginó el artista alemán en el siglo XIX

Durante su tiempo como detective, el genio científico se topó con William Chaloner, que pasaría a la historia como el mayor falsificador de Inglaterra. Este era un antiguo fabricante de clavos que había desarrollado una técnica muy refinada para la falsificación.

Durante años, mientras se lucraba con la producción de monedas falsas, escribía panfletos contra los de su propia calaña y representaba el papel de ciudadano honesto ayudando a la Corona a capturar a otros falsificadores. Si se sentía en peligro, denunciaba que los robos los organizaban los propios trabajadores de la Casa de la Moneda.

Su engaño continuó hasta que apareció en escena Isaac Newton: «Nada en su carrera anterior había preparado a Newton para el desorden de una investigación criminal», escribe Thomas Levenson, autor de Newton y el falsificador.

Sin embargo, gracias a su observación y su astucia, el científico consiguió recopilar las pruebas y testimonios suficientes como para llevar a la horca al mayor falsificador de Inglaterra en marzo de 1699. «Nadie era tan bueno como él encadenando causas y efectos hasta que una única conclusión fuese posible», considera Levenson.

Entre junio de 1698 y la Navidad de 1699, Newton llevó a cabo más de 100 interrogatorios a testigos, informantes y sospechosos, logrando ajusticiar a 28 falsificadores de monedas. Además, al igual que sus brillantes deducciones científicas, el legado de Newton sigue estando vivo en las monedas actuales.

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