Ignacio Hidalgo de Cisneros llegó a ser el jefe de la Fuerza Aérea de la República durante la Guerra Civil
Dinastías y poder
Quién fue Hidalgo de Cisneros, el aristócrata que acabó liderando la aviación republicana
A él se deben parte de las negociaciones con la URSS que facilitaron la llegada a España del armamento soviético
¿Cuántos aristócratas combatieron en las filas republicanas durante la Guerra Civil? Puede parecer contradictorio, pero lo cierto es que un pequeño porcentaje se mantuvo en el Ejército Republicano y luchó hasta el final por unos ideales muertos.
Ricardo Burillo, jefe superior de Policía en Barcelona, venía de una familia de orígenes conservadores; y Emilio Herrera, aunque no pertenecía a una dinastía de linaje aristocrático, había acompañado a Alfonso XIII en su exilio. Pero el personaje más sugestivo resulta Ignacio Hidalgo de Cisneros.
Nacido en una familia de tradición carlista, fue nombrado Jefe de la Aviación Republicana, se casó con Constancia de la Mora –nieta de Antonio Maura– y terminó afiliado al Partido Comunista. Algunos entendieron estas excepciones como una traición a su propia identidad. Ellos se escudaron en su juramento de lealtad al régimen del 14 de abril, pero ¿fue eso así?
Ignacio Hidalgo de Cisneros y López-Montenegro había nacido en Vitoria en 1896, en una familia conservadora y de tradición carlista. Era descendiente del último virrey del Río de la Plata y estaba emparentado con militares notables como los Manso de Zúñiga o Unceta. Él se inclinó también por la carrera militar e ingresó en la Academia de Intendencia de Ávila en 1912 para incorporarse poco después a la Aeronáutica Militar, un cuerpo aún joven y en expansión, en el que tuvo un papel relevante Alfredo Kindelán y el infante Alfonso de Orleans.
A consecuencia de la situación que se vivía en el protectorado español en Marruecos y el clima de insurgencia de muchas de las cabilas, luchó en la Guerra del Rif como piloto de la Escuadrilla de Cazas Bristol. Fue además uno de los aviadores que participó en el exitoso desembarco de Alhucemas que en septiembre de 1925, supuso el inicio de la pacificación de estos territorios. Una operación militar anfibia y combinada, animada por Miguel Primo de Rivera, de incuestionable relevancia. Hidalgo de Cisneros pilotaba un hidroavión de la 1º escuadrilla que mandaba el comandante Franco.
Pero la monarquía de Alfonso XIII se desmoronaba. Hidalgo de Cisneros participó en la sublevación del aeródromo de Cuatro Vientos, junto a Ramón Franco, en un intento de liquidar los estertores de un sistema en decadencia. Fracasado el empeño, se marchó a Portugal y no pudo regresar hasta que en abril de 1931 se proclamó la II República. Él quiso ver en el nuevo régimen, una esperanza de modernización y progreso. Apoyó las reformas militares del Primer Bienio de Azaña y empezó a mostrar un claro activismo ideológico.
Ya familiarizado con los nuevos círculos de poder y tras unos meses en la escuela de vuelo de Alcalá de Henares, le nombraron agregado aéreo en Roma. Y curiosamente, tras la victoria de la CEDA en 1933 y la formación de Gobierno de centro-derecha, le encargaron una visita oficial a la Alemania para conocer sus avances en aviación militar. Aunque no hay constancia de que tomase parte en la Revolución de Octubre de 1934, si se ocupó de sacar de España al líder socialista Indalecio Prieto. Lo hizo escondido en el maletero de su automóvil por la frontera de Francia.
Ignacio Hidalgo de Cisneros
Cuando comenzó la Guerra Civil, se alineó con el bando republicano. A él se deben parte de las negociaciones con la URSS que facilitaron la llegada a España del armamento soviético. Fue un gestor político y logístico, con trato directo con Mijail Koltsov, corresponsal en Madrid de Pravda. Hidalgo de Cisneros terminó afiliándose al Partido Comunista como única forma, entendía, de vencer al fascismo. Como buen estratega creía en la disciplina y organización, algo totalmente ausente en el Ejército Popular.
En octubre de 1938, Negrín le envió a Moscú para entrevistarse tanto con Stalin como con Vorosilov y Molotov, un encuentro que supuso la reanudación de los envíos rusos de material de guerra que casi se habían detenido. Partidario, como Negrín, de resistir para dar tiempo a que empezase la guerra mundial, se mostró muy crítico con el golpe de Casado, que entendió como una traición. Salió de España en marzo de 1939.
Ignacio Hidalgo de Cisneros se había casado con Constancia de la Mora, una de las nietas del político Antonio Maura y también aristócrata renegada, que por entonces ocupaba un puesto como jefa de prensa y responsable del control ideológico de la propaganda republicana en el exterior. Resultaban una pareja poco convencional, pulcros y de aspecto elegante, pero uno y otro parecían comprometidos con el antifascismo. No tuvieron hijos y terminaron separándose.
Ya en el exilio, Hidalgo de Cisneros se estableció primero en México, después en la URSS, en Polonia y terminó en Rumanía. En pleno Telón de Acero. En estos años participó en las emisiones de Radio España Independiente, Radio Pirenaica y escribió sus memorias tituladas Cambio de Rumbo. El primer volumen se publicó en 1961, el segundo en 1964. Falleció en Bucarest en 1966.
La vida de Hidalgo de Cisneros recorre, como pocas, los extremos ideológicos de la historia de España del siglo XX: desde la vieja tradición carlista al comunismo, del Rif a los cielos del Madrid bombardeado para terminar sus días en un exilio dominado por los ideales totalitarios del comunismo. Ya en la Transición, otros nombres como el de Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias Bohorques, parecieron heredar este testigo.