En una de las últimas entrevistas concedidas por Margaret Thatcher, se le pidió que se describiera utilizando una sola palabra. Su respuesta fue clara: imbatible. Y lo cierto es que tras su victoria en las elecciones generales de 1979, logró imponerse en todos los comicios a los que se presentó hasta su dimisión en 1990. No obstante, sus inicios en la política británica distaron mucho de ese aura de invencibilidad que luego la caracterizaría.
Con tan solo 24 años, Thatcher presentó su candidatura al Parlamento por el distrito de Dartford, un bastión del laborismo, y lo hizo bajo el lema «Vote Right to Keep What is Left», un juego de palabras que animaba a votar por la derecha para conservar lo que aún quedaba. Aunque fue derrotada, su campaña no pasó desapercibida y captó la atención de los medios, algo poco común para una candidata tan joven en aquella época. Lo volvería a intentar un año más tarde en el mismo distrito, pero nuevamente fue derrotada. Pero lejos de abandonar su objetivo, perseveró en su carrera hasta lograr, en 1959, entrar en la Cámara de los Comunes.
Su ascenso, aunque paulatino, marcó el inicio de una trayectoria que la llevaría a convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo de primera ministra del Reino Unido, y una de las figuras más influyentes del siglo XX. Su carácter firme, su claridad ideológica y su capacidad de liderazgo la situarían, con el tiempo, como una de las políticas más reconocidas y controvertidas de la historia contemporánea.