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Antonino Pío, retrato de Huberto GoltzioReal Academia de la Historia

El emperador más pacífico de Roma murió por comer queso en exceso

Según relata la 'Historia Augusta', «murió de una fiebre que le sobrevino por haber comido en exceso queso alpino»

Roma experimentó períodos oscuros bajo el dominio de emperadores como Nerón y Domiciano, cuyos gobiernos estuvieron marcados por la opresión y el despotismo. Por suerte, el Imperio también contó con una edad dorada en la que gobernaron los considerados como «emperadores buenos», según la célebre clasificación del historiador inglés Edward Gibbon.

Entre ellos se encuentra Antonino Pío, que fue emperador romano desde el 138 al 161 d. C. Fue «un hombre justo y compasivo, querido y respetado por la gente común, así como por aquellos en el gobierno romano», según explica el historiador y profesor de Historia Antigua y Medieval en el Lincoln College, Donald L. Wasson. Su reinado de 23 años estuvo marcado por la paz, «asegurándole un lugar entre los Cinco Emperadores Buenos», advierte.

La ausencia de conflictos militares significativos le permitió concentrarse en el desarrollo interno del Imperio y en el bienestar del pueblo. Su largo y pacífico gobierno se caracterizó por la estabilidad y la prosperidad, así como por el apoyo a las artes y la cultura. También impulsó reformas legales relevantes, como mejoras en el tratamiento jurídico de los esclavos y en la administración provincial, y promovió ayudas estatales en casos de calamidades naturales.

Antonino fue el sucesor del emperador Adriano, quien, con problemas de salud y al borde de la muerte, tuvo que optar por la adopción al no tener hijos propios. Aunque Antonino no fue ni su primera ni su segunda elección, demostró ser, en palabras del historiador romano Dion Casio, un hombre «noble y bueno».

Parte de su misión como heredero incluía la adopción del joven Marco Aurelio, quien se convertiría más tarde en uno de los emperadores más conocidos y admirados de la Antigüedad.

Denario de Antonino Pío y su sucesor Marco Aurelio

A pesar de que ha sobrevivido relativamente poca información sobre la vida de Antonino Pío, una de las descripciones más detalladas procede de Julio Capitolino, uno de los autores de la Historia Augusta.

Allí se le presenta como un príncipe ejemplar: «En apariencia personal era sorprendentemente guapo, en talentos naturales brillante, en temperamento amable; tenía un semblante aristocrático y una naturaleza tranquila, un orador dotado y un erudito elegante, notablemente ahorrativo, un terrateniente concienzudo, amable, generoso y consciente de los derechos de los demás. Además, poseía todas estas cualidades en el medio apropiado y sin ostentación, y, en definitiva, era digno de alabanza en todos los sentidos y en la mente de todos los hombres buenos».

Conviene recordar, no obstante, que la Historia Augusta es una fuente tardía del siglo IV y su fiabilidad es a menudo discutida por los historiadores, ya que mezcla datos verificados con anécdotas de autenticidad dudosa.

Pese a ello, uno de los episodios más llamativos que transmite este texto tardío es el relativo a su sorprendente muerte. Según relata la Historia Augusta, «murió de una fiebre que le sobrevino por haber comido en exceso queso alpino. Al tercer día de fiebre, después de darse un baño, se acostó, llamó a sus amigos y ordenó que Marco [Aurelio] fuese presentado a los soldados como emperador. Luego, como quien se queda dormido, expiró».

Así terminó la vida del emperador más pacífico del Alto Imperio romano, cuyo largo periodo de estabilidad preparó el terreno para el brillante, aunque turbulento, reinado de Marco Aurelio.