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Alejandro MagnoDominio Público

Por qué Alejandro Magno obligaba a sus soldados a afeitarse y otras tácticas que explican su genio militar

Desde El Debate recopilamos cinco ejemplos, todos documentados por fuentes clásicas, que muestran cómo este gran líder atendía al más mínimo detalle

Alejandro Magno era un genio intelectual, militar y político. Con tan solo 21 años, inició su campaña contra Persia, la cual acabaría controlando, y en solo diez años conquistó la mitad del mundo conocido, según subrayó el escritor Marcos Chicot durante la presentación de su última obra, titulada El asesinato de Aristóteles.

Y es que no solo salió victorioso de grandes batallas —Issos, Gaugamela o Hidaspes—, sino también por algo más sutil: su capacidad para convertir pequeños detalles en ventajas decisivas. Desde El Debate recopilamos cinco ejemplos, todos documentados por fuentes clásicas, que muestran cómo este gran líder atendía al más mínimo detalle.

Uso disciplinado del silencio militar

El historiador romano Plutarco advierte en su obra que Alejandro Magno entrenaba a su ejército para avanzar en un silencio sepulcral hasta el choque final. «Ordenaba mantener silencio y orden en las marchas», escribe en su obra Vida de Alejandro, destacando esta orden como un rasgo característico de su disciplina militar.

Con esto, Alejandro lograba un impacto doble: primero, sorprender al enemigo, que escuchaba solo el ruido de miles de pasos coordinados; y segundo, crear una tensión interna que convertía a la falange en una máquina compacta de guerra, trasladando la batalla a un plano, también, psicológico.

Afeitarse para sobrevivir

A pesar de ser un distintivo de la Antigüedad, el rey macedonio obligó a todos sus soldados a quitarse la barba. «Sobre todo, ordenó a los macedonios afeitarse, pues la barba ofrece un asidero peligroso en el combate cuerpo a cuerpo», advierte el historiador Plutarco en Vida de Alejandro.

No era simple estética, sino que Alejandro vio que podía ser un punto débil en su ejército. Esta orden mínima revela su atención al detalle.

Una meticulosa inspección del equipo

Plutarco también advierte que el líder macedonio «iba entre los soldados inspeccionando sus armas, alabando a los que las tenían bien dispuestas y reprendiendo a los que mostraban descuido». En un ejército que marchaba miles de kilómetros y combatía en terrenos muy distintos, era esencial la uniformidad logística. Con este gesto, Alejandro no solo daba órdenes desde el caballo, sino que controlaba cada engranaje de su máquina militar.

Transformar un ejército terrestre en uno anfibio

En el año 332 a. C., Alejandro orquestó una operación militar que fue un quebradero de cabeza. Tiro era una ciudad insular, fortificada y rodeada de flota enemiga. Así, viendo la dificultad de su conquista, Alejandro reorganizó y entrenó a sus tropas para operar desde las naves y combatir en condiciones marítimas —como describe Arriano en los libros 2.17–2.18 de Anábasis—, convirtiendo de facto a un ejército terrestre en anfibio.

Cambiar de táctica constantemente para ser impredecible

En su obra, Polieno recopila varias maniobras del rey macedonio con las que pretendía evitar ser predecible. Así, cuenta cómo Alejandro modificaba rutas, orden de marcha y disposición de tropas para evitar que su enemigo captase un patrón de movimiento. «Alejandro cambiaba con frecuencia la dirección de la marcha y, modificando la disposición de sus tropas, desconcertaba a los enemigos», recoge el autor en Estrategemata. Esta táctica fue uno de los rasgos más modernos de su estrategia.