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24 de abril de 2024

"Little Amal", un títere gigante que representa a una niña refugiada siria, afueras del Consejo de Europa en Estrasburgo

"Little Amal" un títere gigante que representa a una niña refugiada siria, afueras del Consejo de Europa (Estrasburgo)Frederick Florin / AFP

Internacional

La inmigración: el ‘talón de Aquiles’ de Europa frente a gobiernos autoritarios

La falta de consenso interno, el incremento de los flujos migratorios y la disposición extorsiva de los países de paso, ponen en una encrucijada a la Unión Europea

El autor británico-tanzano Abdulrazak Gurnah, nuevo Nobel de literatura, aseguraba este viernes tras ganar ese premio que no dejará de hablar sobre la migración y las políticas de los gobiernos europeos que calificó de «inhumanas». Al mismo tiempo se conocía que doce estados miembros de la Unión Europea han pedido que la Unión financie la construcción de «barreras físicas» para proteger las fronteras exteriores, ante el creciente uso de los migrantes como arma política por parte de terceros países.
Son miles las personas y familias que huyen del extremismo en medio oriente y de la pobreza de la región del Magreb. La presión migratoria sobre la Unión Europea como destino seguro y próspero ha incrementado exponencialmente y ahora se suma la crisis económica que la pandemia ha sumido las ya maltrechas economías de los países africanos.
Las puertas de la Unión Europea están condicionadas por los vecinos que la naturaleza y la geografía no permiten cambiar. Marruecos, Turquía y Bielorrusia no sólo comparten este elemento común de paso natural de las migraciones que se dirigen a países de la Unión Europea, sino que también comparten un particular estilo autoritario en sus gobiernos; autoritarios que les permite tomar decisiones rápidas y drásticas sin cuestionamientos de opositores o auditoria social alguna.
De esta forma, cada uno de estos países, juega un papel fundamental en la regulación de los flujos migratorios que pretenden llegar a Francia, Alemania o España entre otros países de la Unión Europea. Si bien es cierto que los países de paso no son responsables de las causas originales de la migración, también lo es que han demostrado su intención de aprovechar tal condición, ante una Unión Europea que pretende externalizar su control migratorio en ellos.
Seis años después de la crisis migratoria de 2015 el bloque aún no ha emprendido una reforma del sistema de asilo. Así mismo, la ineficacia de la política de la Unión Europea para garantizar el retorno de migrantes en situación irregular a sus países de origen, en realidad, fomenta la migración ilegal, apuntó recientemente un estudio del Tribunal de Cuentas Europeo.
De acuerdo con el estudio, que recoge AFP, de las aproximadamente 500.000 personas de terceros países a las que se les ordena salir de la Unión Europea cada año -porque entraron o permanecen allí sin autorización- apenas un tercio regresa realmente a su país de origen o tránsito a través de un retorno voluntario o forzoso.
Los acuerdos de readmisión de migrantes irregulares que la Unión Europea ya ha suscrito con 18 países y las conversaciones con otros seis (Marruecos, Argelia, China, Túnez, Jordania, Nigeria) no solventan el problema, ni tampoco los acuerdos bilaterales de readmisión celebrados por los Estados del bloque.

Caso Marruecos

El minúsculo enclave de Ceuta, así como el de Melilla, son las únicas fronteras terrestres de Europa con África. En mayo recién pasado, en 48 horas, unos 10.000 migrantes llegaron a Ceuta, entre ellos muchos menores, gracias a un aligeramiento de los controles fronterizos en el lado marroquí.
Esta crisis fue provocada por la hospitalización por «razones humanitarias» en España del jefe de los independentistas saharauis del Frente Polisario, Brahim Ghali, considerado por Marruecos como «criminal de guerra».
Se abrió una investigación «para identificar y detener a todas las personas involucradas en la difusión de 'fake news' que inciten a la inmigración ilegal y pretendan de manera falsa que existe un «aligeramiento de los procedimientos de control fronterizo», señaló la Dirección General de la Seguridad Nacional de Marruecos, sin que a la fecha se aclaren los hechos. 
Las cifras recogen un aumento del 53,8% en la llegada de migrantes por vía marítima

Las cifras recogen un aumento del 53,8% en la llegada de migrantes por vía marítimaEFE / F. G. Guerrero

Caso de Turquía

En diciembre de 2020 Nikolaus Meyer-Landrut, jefe de la delegación de la UE en Turquía, aludió el inicio de una «etapa clave» en los «proyectos que benefician a los refugiados» al tiempo que anunciaba la finalización de «la entrega de 6.000 millones de euros de ayuda de la Unión europea para apoyar a los refugiados y su acogida por Turquía».
Con este acuerdo, Turquía había aceptado el reenvío a su territorio de los nuevos migrantes llegados a las islas griegas, incluso solicitantes de asilo, como los sirios que huyen de la guerra. Actualmente, Turquía alberga una de las mayores poblaciones de migrantes del mundo tras el acuerdo alcanzado con la Unión Europea.
El presidente turco, Recep Tayip Erdogan, afirma que su país, de 84 millones de habitantes, acoge actualmente a cinco millones de migrantes y refugiados, entre ellos unos 3,7 millones procedentes de Siria y hasta 420.000 afganos. Erdogan ya advirtió a los países occidentales -inquietos por una posible nueva ola migratoria- que Turquía no pretende convertirse en su «depósito de refugiados». 
Presión sobre la frontera búlgara
Bulgaria anunció a mediados de agosto que envió entre 400 y 700 soldados a sus fronteras con Grecia y Turquía, en momentos en que los demás países de la Unión Europea temen un gran flujo de emigrantes de Afganistán.
Bulgaria es una de las principales rutas usadas por quienes desde Medio Oriente o Afganistán intentan llegar a Europa. Entre 2013 y 2018 erigió una barrera con alambradas a lo largo de sus 259 km de frontera con Turquía, pero la falta de mantenimiento ha permitido el paso de migrantes.
La migración profundiza las diferencias entre Grecia y Turquía
La caótica situación en Afganistán impide las deportaciones directas de aquellos afganos a los que se les negó asilo, pero enviarlos a Turquía continúa siendo una opción válida para Grecia, indicó hace unos días el ministro de Migración de Grecia.
Desde hace meses, Grecia intenta en vano persuadir a Turquía para que acoja a casi 2.000 inmigrantes cuyas solicitudes de asilo fueron rechazadas por Atenas.
El ministro de migraciones griego, Notis Mitarachi afirma que Atenas ya ha hecho una contribución «sustancial» en este aspecto y que otros países, ubicados «al este de Grecia», deberían ayudar ante una posible oleada de refugiados a causa de la toma del poder en Afganistán por parte de los talibanes. 

Caso Bielorrusia

A inicios de septiembre, la canciller alemana, Angela Merkel, instó a Bielorrusia a ayudar a los migrantes en lugar de intentar enviarlos al otro lado de la frontera, hacia la Unión Europea, y dijo que esas acciones representan «ataques híbridos» según reportó AFP
De visita en Polonia, la canciller alemana aludió al aflujo actual de migrantes, la mayoría oriundos de Oriente Medio, a varios países del este de la Unión Europea (UE), como Lituania, Letonia y Polonia, a través de Bielorrusia.
«El llamado a Bielorrusia es para que se dé cuenta de que se está utilizando a personas indefensas procedentes de otras regiones como objeto de unos ataques híbridos», declaró Angela Merkel durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, y recalcó que esos «ataques» son «completamente inaceptables».
Polonia acusa a Rusia y Bielorrusia de promover esta ola de inmigración clandestina en su frontera oriental y la Unión Europea lo ve como una represalia a las sanciones impuestas al régimen de Minsk por su represión contra la oposición. Polonia reaccionó desplegando 2.000 soldados e iniciando la construcción de una alambrada, y también decretó el estado de emergencia en su frontera con Bielorrusia.
El parlamento de Polonia aprobó el primero de octubre prolongar por 60 días el estado de urgencia declarado a principios de mes en la frontera con Bielorrusia ante la fuerte afluencia de migrantes. Es la primera vez desde la caída del comunismo que Polonia aplica este tipo de medidas, que prohíben el acceso a la zona fronteriza a los no residentes, incluidos los periodistas.
El número de migrantes procedentes de Irak, Yemen o Siria que cruzan la frontera polaca hacia Alemania alcanzó un «nuevo máximo para un fin de semana» en los primeros días de octubre, según la policía federal. Miles de migrantes han intentado cruzar desde Bielorrusia hacia Letonia, Lituania y Polonia -tres países miembros de la UE-, en las últimas semanas, una cifra sin precedentes.
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