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06 de mayo de 2024

Un familiar de Edemon Okutu, uno de los tripulantes gallegos del 'Villa de Pitanxo'

Un familiar de Edemon Okutu, uno de los tripulantes gallegos del «Villa de Pitanxo»AFP

La dura vida del pescador en Galicia: largas travesías en condiciones extremas

«Eso le pasa a los marineros, tú llegas a casa y no te conoce tu hijo», cuenta el senegalés Makhtar Diakhate en el puerto español de Marín, donde otros colegas coinciden en las duras condiciones de la pesca: meses navegando en circunstancias complicadas y remuneraciones bajas.
Esta localidad pesquera de Galicia saltó a las noticias por el naufragio el martes del pesquero «Villa de Pitanxo», cuya base era Marín, en las aguas glaciales del Atlántico frente a la isla canadiense de Terranova.
Solo sobrevivieron tres de sus 24 tripulantes. Con nueve cadáveres recuperados y doce desaparecidos, las autoridades canadienses suspendieron las labores de rescate por las malas condiciones climáticas.
Una tragedia, la peor para la pesca española en casi 40 años, que puso el foco sobre las condiciones laborales de los pescadores en esta zona de Galicia, región que concentra más del 10 % de las descargas de pescado fresco de la Unión Europea, según datos del gobierno regional.
«Es muy duro, muy sacrificado y no te pagan lo que te tienen que pagar; antes aún pagaban, ahora no pagan nada», afirma Jerónimo Martínez, de 51 años, mientras se toma un café en el Castro, un conocido bar en la barriada de pescadores Virgen del Mar, en Marín.
«Te tiras tanto tiempo fuera que marchabas para el mar y acababa de nacer tu hijo, y cuando volvías, ya estaba haciendo la primera comunión», ironiza Martínez, quien solía salir por seis meses en un barco que pescaba bacalao cerca de Terranova, hasta que tuvo que parar recientemente por una operación de una hernia.
«La mayoría de la gente que es marinera, la cabeza de familia es la madre, porque es la que está en casa, los padres estamos todos fuera, trabajando», señala Martínez, quien muestra un dedo sin un pedazo por un accidente en un barco.

Ver a la familia una vez al año

Makhtar Diakhate, quien nació hace 64 años en Dakar (Senegal), veía solo una vez al año a su mujer y sus dos hijos, quienes siguieron viviendo en el país africano.
«Me sentía mal, porque a veces pasaban cosas (en casa) y no podía ayudar», dice Diakhate, ya jubilado, que pasó toda su vida trabajando en barcos y reside desde 2004 en Marín, uno de los cinco principales puertos de Galicia, según las autoridades locales.
Así como hay marineros de Senegal, en Marín también hay pescadores de otros países africanos, sobre todo Ghana, y de Sudamérica, en su mayoría peruanos, que vienen a trabajar en un oficio que los jóvenes de la zona ya no quieren ejercer, a juicio de Fran Sola.
«Por eso no hay jóvenes (españoles), prefieren ser albañiles, ganan lo mismo o más y a las 9 de la noche están en su casa con su familia», dice Sola, quien dejó la pesca a los 26 años y ahora, a sus 49 años, trabaja en un taller mecánico.
«El trabajo en el mar es un poco peligroso, pero hay que ir», señala John Okutu, tío de Edemon Okutu, uno de los desaparecidos del «Villa de Pitanxo». Vario integrantes de esta familia ghanesa trabajan en la pesca en Marín.
En el mar «tienes que trabajar todos los días, hacer 60 horas a la semana, no hay respeto al trabajador, se hace lo que dice el patrón», se queja Sola, quien también casi pierde un dedo con una pesada puerta del barco.
«Hace veinte años te ibas al mar y en cinco años tenías casa, coche», pero ahora ya no, asegura.

«El mar es el mar»

Pese a que dentro del barco las condiciones son exigentes, los marineros coinciden en que sucesos como los del «Villa de Pitanxo» son muy infrecuentes, sobre todo con los avances tecnológicos en las embarcaciones.
«No estás seguro nunca porque el mar es el mar, pero tienes más miedo a que te pase algo dentro del barco que fuera, no vas pensando en que vayas a tener un naufragio, más bien te puedes llevar un golpe a bordo», dice Jerónimo Martínez, pese a que cuando estuvo por Terranova hizo «muy mal tiempo».
¿Volverá Martínez al mar cuando se recupere de su operación? «Ganas no tengo, aunque no me quedará otra, pero al mar, si puedo, no voy más, porque es muy duro», agrega este padre de dos hijos, de cuatro y tres años.

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