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30 de abril de 2024

Los presidentes Volodimir Zelenski y Vladimir Putin

Los presidentes Volodimir Zelenski y Vladimir PutinPaula Andrade

21 días de guerra en Ucrania

Rusia y Ucrania trabajan en un borrador de acuerdo con 15 puntos para lograr la paz

El Kremlin abre la puerta a un encuentro entre Biden y Putin mientras Zelenski pide un estatus propio de «neutralidad», punto clave del boceto de posible acuerdo a futuro tras la sexta ronda de conversaciones

Demasiadas decepciones y violaciones de alto el fuego para pensar que hay posibilidades reales de terminar pronto esta guerra, pero lo cierto es que los indicios de que podría haber un resquicio de luz, al final del túnel de esta invasión, se acumulan.
El diario Finantial Times habla de un borrador de acuerdo que tendría 15 puntos y diferentes voces de Moscú y de Kiev parecen apostar por esta opción.
El portavoz del gobierno ruso, Dmitry Peskov, en su comparecencia matutina con los medios de comunicación, aseguró que «si es necesario» los contactos entre Joe Biden y Vladimir Putin podrían reanudarse, «pese a las sanciones» impuestas por Estados Unidos.
El presidente Volodimir Zelenski, habló de posiciones «más realistas» en las negociaciones de paz y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, no sólo reconoció que hay «alguna esperanza» de consenso sino que se animó a añadir que «está cerca» el acuerdo sobre las garantías de seguridad entre Ucrania y Rusia.
Lavrov, como todo el Gobierno ruso, no pronuncia una palabra sin el visto bueno previo de Vladimir Putin y éste ya anticipó hace unos días que veía «algunos signos positivos» en estos encuentros bilaterales. El de hoy también arrojó ciertos frutos a tenor de las palabras del ministro de Exteriores después de la sexta ronda de negociación.
El día en que Rusia podría entrar en suspensión de pagos si, finalmente, no puede cumplir con los vencimientos, antes de las 12 de la noche, de 4.500 millones de dólares de su deuda, podría pasar a la historia como el día en el que se pusieron los primeros cimientos de un posible acuerdo.
Vladimir Medinski, negociador de Moscú, también se expresó en tono esperanzador cuando dijo que el Kremlin quiere, «llegar a la paz lo más rápido posible». Por la parte ucraniana, Mihailo Podoliak, consejero de Presidencia admitió que «un compromiso» es posible aunque persistan «profundas contradicciones».
Los últimos contactos han tenido un cariz diferente a los anteriores y en efecto, parecen invitar a un moderado optimismo. La vocación de continuidad de las reuniones, aunque sean telemáticas, se ha expresado como gesto de buena voluntad de ambas partes y la agenda parece haber tomado forma concreta.
En ese escenario hay que leer entre líneas las declaraciones de Zelenski en las que asumía que Ucrania nunca podría entrar en la OTAN. «Ucrania no es un miembro de la OTAN. Lo entendemos. Durante años hemos escuchado que las puertas estaban abiertas, pero también hemos escuchado que no podríamos unirnos. Esa es la verdad y hay que reconocerla».

Estatus neutro para Ucrania

Lavrov, en declaraciones al medio ruso RBK, aseguró que el punto principal que estaba sobre la mesa de negociación era la opción de buscar un estatus «neutro» para Ucrania. «Es lo que se discute actualmente. Hay fórmulas muy concretas y creo que están cercanas a un acuerdo» aunque, añadió, las conversaciones «no son fáciles». Rusia proponía un modelo similar al de Suecia y Austria pero Ucrania lo rechazó. «El modelo de neutralidad solo puede ser ucraniano», advirtió Mykhailo Podoliak.

No a bases militares en Ucrania

Según el diario Finantial Times, el borrador de un posible acuerdo consta de 15 puntos, entre los que figura, además del mencionado de la neutralidad, el compromiso de Ucrania a no albergar mases militares o armamento extranjero; protección del idioma ruso e incluirlo como segunda lengua oficial y que Ucrania reconozca que la península de Crimea ya es territorio ruso. En cuanto al Donbás, Rusia exige las demandas de siempre: que se reconozca su independencia.
Los motivos de este cambio de actitud de Moscú, el invasor, pueden atribuirse al efecto de las sanciones financieras sobre Rusia y a la cúpula de poder que rodea a Putin. El hombre que soñaba (difícil pensar que mantenga la ilusión) con reconstruir el imperio soviético o la gran Rusia de los zares, está acorralado en su propia casa, reconvertida más en una dacha de la que, hoy por hoy, únicamente podría salir para visitar a Xi Jinping o Kim Jong un.
Su economía se desmorona y las calificadoras de riesgo han declarado su deuda «bonos basura». Para mayor escarnio de la supuesta tercera potencia mundial, el corralito internacional al comercio y el embargo al patrimonio de los oligarcas, los militares que se han enriquecido con el régimen y a las propias arcas del ex agente del KGB, le están pasando factura.
La vida se le ha complicado más de lo que esperaba, a Vladimir Putin y la sociedad rusa, pese al yugo comunista, se lo hace sentir. Aisladas pero constantes, las escenas de rebelión a la censura, en la calle y en la prensa, se suceden. El desafío, pese a las amenazas de cárcel o de ser «eliminados» se impone al miedo. El caso más reciente es el de Marina Ovsiannikova, la periodista que irrumpió en televisión y que está pendiente de un juicio que podría terminar con una sentencia de quince años de prisión.
La hoja de ruta que se trazó él mismo para reconquistar Ucrania es hoy algo parecido a papel mojado. Los objetivos de su empresa bélica no se han cumplido y alcanzarlos supondrá un baño de sangre de enormes proporciones y la certeza de que un Gobierno advenedizo estaría acosado por una guerrilla urbana.
La victoria de Putin sería militar, pero nunca cultural. Salvando las distancias -y a la inversa-, un escenario similar al que se produjo en Afganistán donde los talibanes siguieron manteniendo el poder en la sombra y la desastrosa salida del territorio les sirvió en bandeja un regreso en forma de retroceso brutal para la población.
Estas razones deberían ser suficientes para que Putin encontrara una salida negociada «digna» a una guerra fruto de su ambición ilimitada pero todo en él es, en el fondo, un enorme misterio y quizás, en esta ocasión también. El supuesto armisticio que parece asomar tímidamente podría ser apenas un paréntesis para ganar tiempo. Dicho de otra forma, dar un paso atrás para coger impulso y terminar de arrasar Ucrania. Todo, es posible.
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