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25 de abril de 2024

Aleksandr Lukashenko, gobernante de Bielorruisa

Aleksandr Lukashenko, gobernante de Bielorruisaesp.belta.by/

70 días de guerra

La oposición bielorrusa se prepara para provocar la caída de un tambaleante Lukashenko

La guerra en Ucrania ha puesto al régimen bielorruso en una difícil situación al borde del colapso

La oposición bielorrusa calienta motores para un nuevo asalto contra el despótico gobierno de Alexander Lukashenko y su totalitario régimen neosoviético.
El apoyo de Lukashenko a la invasión rusa de Ucrania, su servilismo hacia Putin, las sanciones internacionales contra el país por su participación en la agresión y el empleo del territorio bielorruso por parte de las tropas rusas han generado el caldo de cultivo necesario para un levantamiento popular similar al que se produjo en 2020.
Entonces, las protestas masivas en las calles explotaron tras el fraude electoral por medio del cual Lukashenko se alzó con una victoria inverosímil.
La oposición, encabezada por la ahora exiliada Svetlana Tikhanovskaya, puso en serios aprietos a la dictadura que necesitó la ayuda de Rusia para recuperar el control del país a cambio de someterse a la obediencia absoluta al Kremlin.
La represión en 2020 dejó un saldo de cientos de presos políticos que lo único que logró fue mantener en el tiempo la tensión. Una tensión que ahora podría volver a estallar en protestas en la calle.

Marioneta del Kremlin

La sociedad bielorrusa es contraria a la invasión en Ucrania. Sin embargo, Lukashenko se echó sin dudar en brazos de Putin, e incluso impulsó una reforma constitucional para albergar en su territorio armas nucleares rusas.
La guerra en Ucrania ha convertido a Bielorrusia en una marioneta del Kremlin, en un apéndice de Rusia que, con solo chasquear los dedos, Putin podría anexionar a la Federación.
Los bielorrusos ven a su presidente como una marioneta del mandatario ruso, un trofeo que Putin exhibe en diferentes escenarios para mostrar la unidad eslava en el frente ucraniano.
A Lukashenko no le queda más remedio que pasar por el aro y renunciar a sus antiguas aspiraciones de obtener absoluta autonomía frente a Moscú.
El régimen bielorruso necesita a Rusia para sobrevivir, mientras Moscú continúa extendiendo sus tentáculos por el país vecino para estrechar más la dependencia y allanar el camino hacia la fusión de ambos Estados.
A pesar de la aparente unidad entre Bielorrusia y Rusia, algo lleva tiempo moviéndose dentro de los movimientos opositores, que aún se están recuperando de los efectos de la represión de las protestas de 2020.
Una encuesta de Chatham House, publicada por The Washington Post, refleja que sólo el 3% de los bielorrusos apoyan una hipotética participación de su ejército en la guerra junto a Rusia.
En el entorno de Tikhanovskaya reconocen que la guerra les ha dado aire. «La posición y el comportamiento de Lukashenko claramente nos ha dado una nueva oportunidad. Ha creado un nuevo impulso y una nueva ventana de oportunidad», declaró a The Washington Post el asesor de Tikhanovskaya, Franak Viacorka.
Viacorka acusó al dictador bielorruso de «vender el país a Rusia». Tikhanovskaya está preparando el terreno para un próximo envite contra Lukashenko.
La semana pasada viajó a Washington y se reunió con el secretario de Estado, Antony Blinken. Tikhanovskaya se presentó en Estados Unidos con dos reclamaciones muy concretas: aumentar las sanciones contra Bielorrusia y privar al régimen de Lukashenko del reconocimiento como gobierno legítimo del país.

Al borde del colapso

Según la oposición bielorrusa, hay signos de que el régimen de Lukashenko está al borde del colapso, informa The Washington Post. El país se enfrenta a una irremediable quiebra económica y, al igual que le sucede a Putin, Lukashenko vive obsesionado con la posibilidad de ser traicionado o asesinado por sus más estrechos colaboradores.
Esa paranoia le ha llevado a extender la represión y poner en su punto de mira a sus propios funcionarios y a miembros de su régimen. Muchos han sido detenidos y encarcelados.
Para Viacorka la caída del régimen es cuestión de tiempo. El país es insostenible y Putin no podrá mantenerlo bajo su órbita cuando la inercia del statu quo deje de jugar a favor del oficialismo.
Aunque por el momento actúan de forma velada, los miembros de la disidencia han sido muy activos desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania el 24 de febrero.
The Washington Post informo de la existencia de una red clandestina formada por trabajadores ferroviarios, hackers y miembros de las fuerzas de seguridad que han trabajado de forma coordinada para sabotear las infraestructuras empleadas por el ejército ruso en Bielorrusia.
El objetivo era dañar las líneas de suministros rusas y, a la luz del estrepitoso fracaso del ejército ruso en la campaña del norte de Ucrania, parece que su contribución ha sido fundamental para forzar a Rusia a retirarse de Kiev y de otras regiones norteñas de Ucrania.
Además, aunque mucho se ha hablado de la posible intervención del ejército bielorruso en apoyo de Putin en Ucrania. Sin embargo, se ha comentado menos la presencia de cientos de voluntarios bielorrusos que están luchando al lado de Ucrania para rechazar a los invasores.
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