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28 de marzo de 2024

Enrico Letta

Enrico Letta, líder del Partido Democrático de Italiatwitter.com

Elecciones Italia

Enrico Letta, brillante epítome de la corrección política

Es el antídoto moderado a la conservadora Giorgia Meloni de cara a los comicios del 25 de septiembre

«La elección está clara: o Meloni, o nosotros». Enrico Letta (Pisa, 20 de agosto de 1966) ha planteado sin ningún tipo de ambigüedades -en contra de las arraigadas costumbres políticas italianas- lo que está en juego en los comicios del próximo 25 de septiembre.
Por una parte, la opción de Giorgia Meloni, nítidamente conservadora -de modo especial en los asuntos antropológicos, o de ingeniería social-, con ligeros ribetes euroescépticos y reivindicaciones identitarias, por lo menos en su retórica.
Por la otra, la coalición encabezada por Letta, que asume plenamente el legado de Mario Draghi y apuesta por su continuidad: rigor presupuestario, estabilidad institucional, atlantismo y compromiso inquebrantable para con la Unión Europea (UE).
El ideario defendido últimamente por Draghi, sí, pero también el de Letta desde que comenzó su dilatada carrera política hace ya más de treinta años. Baste decir que su primer cargo orgánico de cierta enjundia fue el de coordinador, entre 1991 y 1995, de las juventudes del Partido Popular Europeo.
Del Partido Popular Europeo por la sencilla razón de que procede de la Democracia Cristiana (DC), que empezaba a decaer cuando Letta hacía sus pinitos.
Militante disciplinado y calculador, en esa época, con la excepción del europeísmo, no se le conocen posiciones propias en el ámbito ideológico o programático.
Prefirió curtirse en la tecnocracia, como jefe del gabinete técnico de Beniamino Andreatta, ministro de Asuntos Exteriores en el Ejecutivo presidido por Carlo Azeglio Ciampi -futuro presidente de la República- entre 1993 y 1994.
Buena opción a largo plazo -adquirió la práctica de los asuntos públicos, aunque descuidó la política pura y dura: se quedó sin escaño en las elecciones de 1994, que ganó por primera vez Silvio Berlusconi.
La rápida caída de Il Cavaliere -apenas siete meses estuvo en el Palazzo Chigi- propició un periodo de inestabilidad que desembocó en unas elecciones, celebradas en la primavera de 1996 y vencidas por la coalición de centro izquierda, llamada El Olivo, cuyo jefe era Romano Prodi.
Entre tanto, se había producido la escisión del Partido Popular, efímero sucesor de la DC, entre un ala conservadora (cuyo referente era Rocco Buttiglione) y otra más progresista, con Letta en sus filas, que constituyó uno de los pilares del Gobierno de Prodi.
Entre 1996 y 2001, primero con Prodi y luego sin él, desempeñó las carteras de Industria, de Asuntos Europeos, y de Comercio Exterior.
Un buen chute de poder antes de un quinquenio de oposición -Berlusconi volvió a arrasar- que se acabó con la vuelta de Prodi en 2006 y con Letta asumiendo la estratégica cartera de Presidencia.
La experiencia duró menos de dos años y fue para Letta el comienzo de otra etapa de oposición en la que perdió todas las batallas internas a las que concurrió dentro del Partido Democrático, la nueva formación de centro izquierda.
Hasta que llegó el año de gracia de 2013 y Letta fue nombrado primer ministro de un Gobierno que incluyó, en un primer momento. Letta supo dividirles para sobrevivir.
Pero no vio que la conspiración que se tramaba contra él en su propio partido y dirigida por su jefe, Matteo Renzi. El 22 de febrero de 2014, Renzi derrocó a Letta. Este último ha aprendido la lección: ahora controla el aparato con mano firme.
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