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28 de marzo de 2024

Russian President Vladimir Putin arrives to attend the military parade during Navy Day celebrations, in the Neva River, St.Petersburg, Russia, Sunday, July 31, 2022.  *** Local Caption *** .

Vladimir Putin cruza el puente de mando de uno de los buques militares para llegar a la parada militar en el día de la ArmadaGTRES

208 días de guerra

Putin y 'El aprendiz de brujo'

Las nuevas órdenes de Putin demuestran, sin lugar a dudas, que la operación militar especial ha fracasado en todos sus objetivos declarados

A finales de febrero, Putin, un líder carismático para la mayoría de los rusos, sorprendió al mundo con su decisión de llevar a su pueblo a la guerra con Ucrania. Es cierto que, por razones políticas, prefirió ocultar la palabra guerra, evocadora de tantos desastres históricos, detrás de la cortina de una falsa operación militar especial.
Trató además de ocultar su propósito bajo una manta de pretextos variados, buscando el apoyo de ciertos sectores de la sociedad rusa y de la parte de la comunidad internacional que, por animadversión a los EE.UU., necesitaba pocas excusas para ponerse de su lado. Pero, incluso antes de decidirse a convocar los referéndums de anexión, su palabrería ya no engañaba a nadie: quiere territorio.

Las nuevas órdenes de Putin demuestran sin lugar a duda que la operación militar especial ha fracasado en todos sus objetivos declarados

Las nuevas órdenes de Putin demuestran sin lugar a duda que la operación militar especial ha fracasado en todos sus objetivos declarados: la desmilitarización de Ucrania, la presunta «desnazificación» de su régimen y la liberación del Donbás. De hecho, los dos primeros objetivos han desaparecido estos días de la prensa rusa, como si hubiera sido orquestada por un orwelliano ministerio ruso de la verdad.

¿Cómo salir del atolladero en que el líder ruso ha metido a su patria?

¿Cómo salir del atolladero en que el líder ruso ha metido a su patria? Ni a Rusia le conviene subir una apuesta que la lleva cada vez más lejos de la lógica política y de la militar, ni el propio Putin se va a ver beneficiado de unas medidas que alargarán la guerra y, como le ocurrió a los EE.UU. en Vietnam, la volverán más y más impopular con cada cadáver de un reservista forzoso devuelto a su familia.
¿Por qué entonces el anuncio de la movilización de las reservas, acompañado de nuevas leyes para castigar a quienes se resistan a cumplir los deberes que pronto se les van a imponer?
Quizá la respuesta nos la dé la interpretación que los estudios de Disney dieron a la obra de Paul Dukas El aprendiz de brujo.

El conjuro equivocado

Un joven mago utiliza los trucos de su oficio para movilizar las escobas que necesita para que hagan su trabajo. Por desgracia para él –como para Putin o como para nuestro inefable Puigdemont– su conjuro despierta unas fuerzas mayores de lo que puede controlar y, una vez concluido el trabajo, se ve incapaz de pararlas.
La retirada forzada de la región de Járkov, una de las que Putin tenía previsto anexionarse, ha dado lugar a que todas las voces de los partidarios de la guerra, como si fueran escobas encantadas, se unan para reclamar a su líder un paso adelante, en lugar del paso atrás que empiezan a pedir a Rusia sus mejores valedores en la escena internacional: China, Rusia y Turquía.
Un paso atrás hacia una verdadera mesa de negociación que, seguramente, aprobaría la mayoría del pueblo ruso porque, a pesar de los esfuerzos del Kremlin, la invasión no ha conseguido verdadero apoyo en la sociedad. De ahí el fracaso de la campaña de movilización voluntaria con la que el Kremlin ha tratado de resolver sus problemas militares.

Una vez que Putin cede a las voces de sus halcones, ¿cómo cambia la situación militar en Ucrania?

Sí tiene en cambio Putin el aval casi unánime de la clase política, o al menos de la que se atreve a dar su opinión públicamente. Una vez que Putin cede a las voces de sus halcones, ¿cómo cambia la situación militar en Ucrania?
Técnicamente, una vez que el Kremlin dé por buenos los resultados que le parezca oportuno conseguir en los referéndums de anexión, Rusia puede enviar a la guerra a sus reservistas, procedentes en su mayoría de los varones que ya han cumplido el servicio militar. Con ello resuelve el problema más grave de su ejército, la falta de personal, pero no obtendrá ninguna ventaja decisiva porque Ucrania responderá con las medidas necesarias para igualar la apuesta.

La magia de los referéndums

¿Cómo cambia la situación política? La magia de los referéndums puede, o eso quisiera Putin, convertir una guerra ofensiva en Ucrania en una guerra defensiva en territorio ruso.
Pero casi nadie se lo va a creer, ni en Rusia ni en la comunidad internacional. La medida tiene, además, un efecto secundario particularmente doloroso para el líder ruso: a partir de la anexión, Ucrania habrá ocupado una parte del territorio ruso y, aparte del recurso imposible al arma nuclear con que nos amenaza un día para negar que nos ha amenazado el día siguiente, no podrá hacer gran cosa para expulsarlos.
Lo que Putin acaba de anunciar no cambia el único final posible de la guerra: un armisticio en torno a las fronteras que el Kremlin consiga defender. No cambia tampoco las consecuencias de la invasión: un mundo más dividido y más empobrecido, una Ucrania parcialmente ocupada y una Rusia que, en lugar del imperio que quería Putin, se habrá convertido en un paria en la comunidad internacional.
Lo que sí cambia, por desgracia, es el camino para llegar a ese final inevitable: más muerte, más destrucción, más guerra.
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