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25 de abril de 2024

Cotopaxi

El volcán Cotopaxi en la ciudad de Latacunga, EcuadorAFP

Ecuador

Se encienden las alarmas en Ecuador por la actividad inesperada del volcán Cotopaxi

La amenaza del coloso de los Andes se extiende sobre unas 300.000 personas que viven en los alrededores de la montaña

Una columna de humo se eleva sobre el cráter del Cotopaxi. A los pies del majestuoso coloso, tres investigadores vigilan los riesgos de erupción del volcán más «peligroso» de Ecuador por su potencial destructor.
Armados con un pequeño equipo de herramientas, miden la temperatura, conductividad y el PH de tres vertientes de agua en la cara nororiental del gigante, de 5.897 metros de altura.
La amenaza comenzó hace casi tres meses cuando el Cotopaxi empezó a expulsar humo gris. La ceniza llegó hasta Quito, a 45 km al norte del volcán. La última columna fue de unos 2.000 metros de altura, según el balance más reciente.
«La idea es llevar un control porque el sistema hidrotermal está muy relacionado con la actividad volcánica», explica el investigador Daniel Sierra, que no para de apuntar datos en su cuaderno a partir de las mediciones que revelan los aparatos especializados sumergidos en un río.
Ubicado en el centro andino de Ecuador, el Cotopaxi se reactivó en 2015 después de 138 años de letargo.
«El volcán tiene aproximadamente una actividad por siglo, así que es importante que esté correctamente vigilado», ya que es devastador para las poblaciones, animales y cultivos cercanos, alerta Hidalgo.
La vulcanóloga lidera al equipo mientras toma muestras del río Pita, que nace en el macizo y atraviesa el poblado de Sangolquí, cercano a Quito y blanco probable de una gran erupción, como la de 1877.
La amenaza se extiende hacia las localidades de Latacunga y Salcedo situadas al sur del volcán.
En la zona de influencia del Cotopaxi, de cobertura glaciar, viven unas 300.000 personas. También hay instalaciones estratégicas alrededor como oleoductos y grandes extensiones agrícolas y ganaderas.

«Por su peligrosidad, por su ubicación geográfica y por el casquete glaciar que tiene, es el volcán más peligroso del país y uno de los más peligrosos del mundo»

«Por su peligrosidad, por su ubicación geográfica y por el casquete glaciar que tiene, es quizás el volcán más peligroso del país y uno de los más peligrosos del mundo», comenta Sierra, otro de los expertos del IG. Por eso es también el «más controlado» de Ecuador, añade.
El primer equipo de vigilancia se instaló en 1976. Hoy tiene 60 estaciones con sismómetros, medidores de gases, cámaras térmicas, detectores de lahares o flujos de lodo y escombros, entre otros aparatos.
El geólogo Marco Almeida es el encargado de analizar los gases que libera el Cotopaxi desde octubre.
«Si vemos que hay más cantidad de dióxido de azufre, podemos asumir que hay un cuerpo magmático nuevo que está subiendo hacia el cráter y puede considerarse una amenaza», explica.
El peligro del Cotopaxi no está en su lava, sino en los flujos piroclásticos, una mezcla de material incandescente, como ceniza y rocas de diversos tamaños, que se desplazan a altas velocidades.
Este cóctel ardiente puede derretir el glaciar y empujar las avenidas de lodo como en 1877, cuando los lahares tardaron algo más de media hora en llegar a Latacunga y casi una hora al Valle de los Chillos –situado en la parte sur oriental de la ciudad de Quito–, según un informe divulgado por el IG.
Asentado en la cordillera de los Andes, Ecuador cuenta con 84 volcanes. De imponente forma cónica, el Cotopaxi fue el último en despertar de los tres colosos actualmente activos en el país, una lista que se completa con el Sangay y el Reventador.
Quienes viven en las inmediaciones del Cotopaxi se han acostumbrado a contemplar su cráter humeante cuando amanece despejado.
En el país «las erupciones son comunes y frecuentes», por lo que es necesaria «la planificación territorial y generar sistemas de alerta temprana», sostiene Hidalgo.
La incertidumbre suele acechar sobre este paisaje de piedras enormes y llanuras inmensas rajadas por las huellas del último lahar.
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