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18 de abril de 2024

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro

El presidente de Venezuela, Nicolás MaduroGTRES

Los crímenes de Maduro y las razones por las que no se atrevió a ir a la cumbre de la Celac en Argentina

El dictador venezolano analizó el escenario que le esperaba en Buenos Aires, las órdenes de busca y captura internacional y el precio que tiene su cabeza

Nicolás Maduro dio la espantada de la cumbre de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) a última hora del lunes. La noticia sorprendió a Luiz Inacio Lula Da Silva, que tenía cerrada una entrevista con él en Buenos Aires y a Alberto Fernández, el anfitrión de la sexta reunión de un foro cuya utilidad, hasta ahora, ha sido más retórica de izquierda que efectiva. ¿Por qué lo hizo?
El dictador venezolano tenía sobradas razones para quedarse en casa, pero su afán por rehabilitar su figura en un foro internacional le hizo creer que podía aterrizar en Buenos Aires y generar la atención mediática que lograba su padrino y antecesor en el Palacio de Miraflores, Hugo Chávez.
Maduro pensó que con Alberto y Cristina Fernández en la Casa Rosada, sería recibido con los brazos abiertos, que podría subirse a surfear la ola rosa, roja, bolivariana o perokirchnerista que inunda buena parte de Sudamérica y ser recibido como un líder. Se equivocaba.

La sociedad argentina está agotada de un presidente y de un gobierno incapaz de resolver sus problemas o, lo que es más grave, con una habilidad extraordinaria para profundizarlos

La sociedad argentina está agotada de un presidente y de un gobierno incapaz de resolver sus problemas o, lo que es más grave, con una habilidad extraordinaria para profundizarlos y, para mayor crueldad, no reconocerlos y hasta burlarse de ellos.
El penúltimo episodio lo protagonizó el jefe del Estado al decir que la inflación de Argentina, que ha superado el 95 por ciento, «está en la cabeza de la gente».
El último desprecio es más reciente aún. Lo ha hecho este martes al tratarles de ignorantes y afirmar en la inauguración de la Celac que todos dirigentes invitados fueron «elegidos por sus pueblos» y eso «los legitiman como gobernantes» (sic).
Maduro, que lo debió ver por televisión, debió troncharse de risa al ver a Díaz-Canel sentado en su silla mientras la suya estaba vacía en un rincón. Pero como el sol no se puede tapar con la mano, las denuncias previas contra de los tres dictadores –Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel ponían en evidencia a un Alberto Fernández que perdió la brújula antes de comprarla.
Como finalmente Maduro, Ortega tuvo claro desde el minuto uno que no se expondría al repudio y a una hipotética detención en Buenos Aires mientras Miguel Díaz-Canel, con un centenar de cubanos recluidos en sus mazmorras, asumió el desafío y se aferró a las garantías del presidente de Argentina de que se respetaría su inmunidad.

Maduro tiene el mayor número y gravedad de denuncias a sus espaldas. Torturas, asesinatos, juicios sumarísimos, desapariciones, violaciones, narcotráfico...

Maduro no podía hacer eso o podía y no se animó. Tiene el mayor número y gravedad de denuncias a sus espaldas. Torturas, asesinatos, juicios sumarísimos, desaparición de personas, violaciones, narcotráfico y el resto de los delitos que se pueden encontrar en el Código Penal se recogen y concentran en su contra. Dicho de otro modo, Maduro –y lo sabe– cumple todas las condiciones para que esté acusado, como está, de cometer «crímenes de lesa humanidad» y que por aquellos azares del destino podría terminar detenido.

La Corte Penal Internacional y Maduro

La Corte Penal Internacional ha puesto de límite para presentar testimonios en su contra hasta el 7 de marzo. Sobran los informes de la ONU y organizaciones como Human Rights Watch donde dan cuenta de las brutalidades cometidas por los servicios bajo las órdenes del aparato del Estado.

Recompensa de EE.UU. por Maduro

Además, sobre su cabeza pesa una recompensa de Estados Unidos de 15 millones de dólares desde el 2020 al estar acusado de narcoterrorismo.
A Maduro el Departamento de Estado le considera el máximo responsable del «Cartel de los Soles», una organización delictiva formada por militares (los soles son los galones del ejército venezolano) y miembros del gobierno que operaban en connivencia con las FARC (Fuerzas Armadas Colombianas) para trafico de armas y de estupefacientes. También para contrabando de combustible y de cualquier producto que les resulte lucrativo.
En Argentina, Patricio Bullrich advirtió: «Si Nicolás maduro viene a la Argentina, debe se detenido de manera inmediata por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Tal como ocurrió con Pinochet en Londres, en 1998. La justicia debe actuar en resguardo de la vigencia universal de los derechos humanos».
Este contexto le hizo ver a Nicolás Maduro que no era buena idea salir de Caracas. Entre el miedo y la prudencia, decidió quedarse con los dos y no arriesgarse a perder la libertad aunque sólo pueda disfrutarla en su país y en aquellos donde la democracia es un espejismo.
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