Casi 18 meses después de la toma de Kabul por parte de los talibanes, la euforia por el poder se ha disipado y los combatientes empiezan a aburrirse de la rutina de oficina para dirigir el país.
Tras décadas de guerra, los talibanes han mostrado su disconformidad con su nuevo estilo de vida, mientras la «sed de sangre» les impide adaptarse a los rutinarios trabajos de ocho de la mañana a cuatro de la tarde en un aburrido despacho de la capital afgana.
«A veces echo de menos la vida de la yihad por todas las cosas buenas que tenía», admite el exsoldado Abdul Nafi, que asegura que ahora se pasa la vida deambulando por las redes sociales en vez de por el país para provocar el caos.
«Hay muy poco trabajo en nuestro ministerio, así que me paso la vida en Twitter», afirma Nafi. «Muchos de nosotros nos hemos vuelto adictos a internet».
Apedrear, torturar y ejecutar a menudo civiles en público parece no satisfacer del todo a aquellos talibanes que estaban acostumbrados a arruinar la vida de personas inocentes a diario.
El comandante talibán Omar Mansurhard afirma con resignación que hasta los combatientes más despiadados tiene ahora que asumir labores de oficina a cambio de un salario en lugar de campar a sus anchas por Afganistán y encontrar nuevas víctimas.
«Teníamos libertad sobre a dónde ir, dónde quedarnos y si participar o no en la guerra», explica Mansurhard. «Ahora tienes que estar todo el día a la oficina y si no vas, te recortan el sueldo».
El diario británico Daily Mail recoge también el testimonio de un exfrancotirador de 24 años que asegura que sus vidas «se han vuelto monótonas, detrás de un escritorio y un ordenador los siete días de la semana».
Además del aburrimiento que les provoca su nueva ocupación, los talibanes no terminan de encontrar su sitio en
Kabul debido al caótico tráfico que irrumpe el orden en las calles y a los numerosos robos a los que se enfrentan a diario
.
Desde la llegada de los talibanes al poder, la pobreza ha aumentado de forma preocupante y el caos en la administración pública, cada vez más ineficiente, están a la orden del día.
Las
sanciones impuestas por Occidente han llevado al país
al borde del colapso y tanto las migraciones a gran escala como la inestabilidad regional parecen inminentes.