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26 de abril de 2024

Picture released by INA shows Iraqi President Sadadm Hussein saluting the crowds which gathered to greet him in Nineveh, late 07 March, during his visit to the northern parts of Iraq under government control. Most of the north has been under the control of Kurdish groups in defiance of Baghdad since the aftermath of the 1991 Gulf War. (Photo by STF / INA / AFP)

Imagen de Sadam Hussein durante una visita al norte de Irak en 1991AFP / EP

XX años de invasión de Irak

¿Quiénes fueron los más beneficiados de la caída en 2003 de Sadam Husein en Irak?

Veinte años después del derrocamiento de uno de los dictadores más crueles de la historia, los chiitas se pueden considerar unos privilegiados tras la caída del régimen

Murió en la horca, una manera de dejar este mundo bastante más humana de las que solía aplicar a sus enemigos. Sadam Hussein concentró todos los atributos que se presuponen a un psicópata desbordado de poder. Pasaron 20 años desde que lo atraparon escondido en una agujero, con una barba infinita y un olor pestilento. El todopoderoso presidente de Irak terminaría sentado en un banquillo, con un juicio justo y una sentencia de muerte cumplida.
Desde entonces ha corrido mucha agua -y también violencia- bajo el sol de Irak. La ilusión de una vida con democracia plena e igualdad de derechos y oportunidades para la población, incluidas las mujeres, se quedó, en rigor, en eso, una ilusión.
Desde entonces dominan y se han hecho los amos y señores de la política de Irak, un país multiétnico y multiconfesional de 42 millones de habitantes.

La comunidad chiita, mayoritaria en Irak, se vio marginada en los tiempos de Sadam Husein

La comunidad chiita, mayoritaria en Irak, se vio marginada en los tiempos de Sadam Husein, pero un cuestionado sistema de reparto del poder instaurado tras la invasión de Estados Unidos les garantiza la supremacía política.
Los chiitas gozan de buenas relaciones con Irán, el país vecino, que es también un influyente aliado. La República Islámica vigila de cerca la política iraquí.

El cambio más visible para los chiitas tras la caída de Sadam en 2003 fue que pudieron expresar nuevamente su fe y devoción a la figura fundadora del Islam chiita, el imán Husein

El cambio más visible para los chiitas tras la caída de Sadam en 2003 fue que pudieron expresar nuevamente su fe y devoción a la figura fundadora del Islam chiita, el imán Husein.
Durante las grandes conmemoraciones del Ashura y del Arbain, millones de peregrinos convergen en las ciudades santas de Nayaf y Kerbala. Bajo el mando de Sadam Husein, estas celebraciones eran semiclandestinas.

Tras la caída del régimen acordaron que el primer ministro sería un chiita, el presidente del Parlamento un sunita y que la presidencia, un cargo esencialmente simbólico, iría a un kurdo

Tras la caída del régimen, las autoridades interinas instaladas por Estados Unidos construyeron un nuevo orden político y acordaron que el primer ministro sería un chiita, el presidente del Parlamento un sunita y que la presidencia, un cargo esencialmente simbólico, iría a un kurdo.
«Era de esperar que los principales interlocutores iraquíes de Estados Unidos fueran los mejores posicionados para beneficiarse de un cambio de régimen», analiza Fanar Haddad, especialista de Irak en la Universidad de Copenhague.

«La oposición en el exilio» del régimen de Sadam estaba compuesta principalmente por movimientos chiitas y kurdos, recuerda

«La oposición en el exilio» del régimen de Sadam estaba compuesta principalmente por movimientos chiitas y kurdos, recuerda.
Dos décadas después, las cosas no han cambiado y los mismos nombres siguen dominando la «casa chiita», aunque muchos ya no ocupan cargos oficiales. Entre ellos están Nuri al-Maliki, Ammar al-Hakim y Hadi al-Ameri.
Muchos son antiguos opositores exiliados, procedentes de partidos conservadores e islamistas, y que durante mucho tiempo se refugiaron en Irán o en Europa para huir de la represión de Sadam Husein.
Desde entonces «hemos asistido a una consolidación de la élite política», afirmó Alshamary.
«Lo que ocurrió en los últimos 20 años es que pasaron de ser funcionarios a ser simples jefes de partidos políticos, que siguen teniendo poder aunque técnicamente no tengan un cargo estatal», continuó.
También han entrado nuevos actores en la escena política, como los Hashed al-Shaabi, facciones armadas pro-Teherán formadas para luchar contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) ahora integradas en el ejército y con representación tanto en el gobierno como en el parlamento.

Ningún acontecimiento ha servido tanto a los intereses iraníes como la invasión de Irak en 2003Fanar Haddad.

«Ningún acontecimiento ha servido tanto a los intereses iraníes como la invasión de Irak en 2003», resume Fanar Haddad.
«Los fundamentos del sistema permanecen en gran medida inalterados», confirma Haddad. «El acuerdo alcanzado por la élite en 2003-2005 sigue rigiendo la vida política», agrega.
Y las disensiones que resquebrajan la «casa chiita» a veces conducen a episodios de violencia sin precedentes.
Las últimas elecciones legislativas de 2021 desembocaron en un estallido de enfrentamientos entre el campo proiraní y el turbulento Moqtada Sadr, que culminó en agosto de 2022 con una jornada de combates mortales en el centro de Bagdad.
Esas manifestaciones han sacudido especialmente la capital Bagdad y el sur del país, de mayoría chiita, pobre y subdesarrollado, pese a su enorme riqueza petrolera.
Alshamary apunta a un «cambio generacional» y una ruptura con el voto «identitario» del que habían disfrutado los partidos chiitas desde 2005.
«La mayoría de los iraquíes nacidos después de 2003 (...) crecieron en un Estado en el que se enfrentan sobre todo a una creciente desigualdad de ingresos y corrupción. Es contra eso que luchan», sostuvo.
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