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04 de mayo de 2024

El fantasma de otra guerra en Nagorno Karabaj sacude a Armenia

Carmen de Carlos, en Armenia

El Debate en Armenia

El fantasma de otra guerra en Nagorno Karabaj sacude a Armenia

Armenia únicamente ha vivido en paz 40 años de su existencia, la última guerra se zanjó hace apenas tres años, en el 2020

En la carretera que sale de Goris en dirección a Nagorno Karabaj se cruzan los camiones de las tropas de paz rusas. A medida que se acorta la distancia, en la cuneta, sobresalen neumáticos a medio enterrar en la tierra y se aprecian las trincheras. «Son nuevas, el año pasado no había nada de esto», observa Aní Hayryan.
Armenia de nacimiento, esta traductora recuerda que parte de su familia está aislada en esa región bloqueada desde el 12 de diciembre por Azerbaiyán, el país vecino que el 3 de abril dio otro zarpazo a Armenia y levantó un puesto fronterizo en el corredor de Lachín.
Este pasillo es el único que comunica Armenia con el Alto Karabaj, Nagorno Karabaj o la autoproclamada República de Artsaj, diferentes denominaciones para una misma región. Con Gobierno y Ejército propio, la moneda de curso legal es el dram de Armenia, pero este territorio oficialmente y así se reconoce (hasta por el gobierno de Armenia) se encuentra bajo soberanía de Azerbaiyán.
La «situación es explosiva» admiten desde el presidente hasta el líder de la oposición, Ishkhan Saghatelyan o el vicecancillar Paruyr Hovhannisyan.
Los habitantes de Goris son conscientes de que eso es un polvorín. «El alcalde hace lo posible para tranquilizar a la población», pero la realidad, el ir y venir de vehículos de la Cruz Roja, camiones rusos y 4x4 de la misión de la Unión Europea desplazada en la zona, les hace tener los pies en la tierra y sentir, con razón, que la amenaza de guerra es una pesadilla con la que se despiertan todas las mañanas.
Lili, limpiadora del Ayuntamiento, lo describe de este modo. «Estamos preocupados, pero si hay que ir a la guerra se irá», comenta esta mujer en edad de estar jubilada.
Lili

Lili, limpiadora del Ayuntamiento, delante de una réplica local de la Torre EiffelCarmen de Carlos

Natali, de 22 años, es maestra de escuela y su visión no difiere mucho. «La vida es complicada. Hay familias con niños y ancianos que pasan penurias. No puedo ver a mis amigos y ellos no saben cuál va a ser su futuro, si mañana van a tener comida o les va a faltar», describe.
Mientras dura el asedio, la Cruz Roja ha tenido que sacar de emergencia a varias personas que necesitaban una intervención quirúrgica. «Si cumplieran la orden de la Haya de despejar el corredor no pasarían estas cosas», lamenta.

No estoy adiestrada para el combate, pero si hay que ir a la guerra, claro que iréNataliMaestra de escuela

De la noche a la mañana los 120.000 habitantes de Nagorno Karabaj se han «quedado sin gas y suministro eléctrico. La situación va de mal en peor y tememos que cualquier día se produzca una invasión total». Con estas palabras advierte que el «riesgo de una guerra es grande». «No estoy adiestrada para el combate, pero si hay que ir a la guerra, claro que iré», repite como si hubiera escuchado a Lili.
Dos agentes de Policía aceptan hablar con reserva de sus nombres y sin imágenes. «¿Por qué tenemos que tener miedo? Ellos [los azeríes] son los que deberían tenerlo porque son los que han invadido nuestro territorio», advierte uno.

Esta es nuestra ciudad, nuestro pueblo, nuestra patria. Si es necesario moriremos aquí defendiéndolaAgenta de Policía de Goris

Su compañero respira hondo y toma la palabra: «Esta es nuestra ciudad, nuestro pueblo, nuestra patria. Si es necesario moriremos aquí defendiéndola».
La pregunta recurrente tiene la misma respuesta en todas las ocasiones: ¿A quién pertenece Nagorno Karabaj? «A Armenia», dicen sin reconocer la división o regalo que le hizo Stalin a Azerbaiyán.

Soldados rusos

En una parada de la carretera que conduce al corredor de Lachín, los soldados rusos se esfuerzan en mostrar las palomas bordadas en el hombro. No están autorizados a hacer declaraciones, pero coinciden en que el problema es político. «La solución la tienen los tres presidentes», observa en referencia al primer ministro azerí Ilham Aliyev, a Nikol Pashinian de Armenia y a Vladimir Putin porque Rusia es garante de paz y la único capaz de forzar a Bakú a dar marcha atrás.
El recorrido hasta el último control de Armenia (cruzando el puente está el azerí y luego el ruso) viene acompañado de grúas detenidas con material de construcción. Su presencia es de manual, según un especialista en inteligencia que nos acompaña. «Está previsto en cualquier invasión, para poder cortar las rutas». Dicho de otro modo, para hacer saltar por los aires el camino y cortar el paso al invasor.
En los acuerdos de paz firmados en Minsk con Rusia, Francia y Estados Unidos, se estableció que Azerbaiyán permaneciera con el control de la carretera vieja del corredor de Lachín y Armenia construyera la que los azerís han ocupado con un paso fronterizo y bloqueado.

Ocuparon más de 15 kilómetros de nuestro territorio y permanecen allíHovhannisyanViceministro de Exteriores de Armenia

Aprovecharon un simulacro de manifestación de ecologistas que en realidad era agentes infiltrados, según los observadores, para dar un paso más en sus ambiciones expansionistas en Armenia. «Ocuparon más de 15 kilómetros de nuestro territorio y permanecen allí. Está claro que Azerbaiyán pretende ir lo más lejos que pueda, no es sólo Nagorno Karabaj, es también el territorio de Armenia».
El viceministro de Exteriores Hovhannisyan, había expresado la víspera en Ereván, a El Debate y a varios medios internacionales, su disgusto con el Kremlin: «Lamentablemente, en ocasiones, vemos que Rusia está más cautelosa y no cumple con sus obligaciones» de forzar a Azerbaiyán a levantar ese puesto.
Armenia únicamente ha vivido en paz 40 años de su existencia. El caso de Nagorno Karabaj es un déjà vu por triplicado. La primera guerra se extendió entre 1990 y 1994; la segunda se produjo en 2016 y duro cuatro días y la última, se zanjó en 2020, hace apenas tres años. El fantasma de una cuarta parece estar más vivo que nunca.
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