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13 de mayo de 2024

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der LeyenEFE

La doble moral de Europa con las bombas de racimo en la guerra de Ucrania

Bruselas ha condenado el uso de este armamento por parte de Rusia en la guerra de Ucrania

la decisión de Estados Unidos de entregar bombas de racimo a Ucrania ha levantado ampollas en Bruselas. El anuncio del presidente estadounidense, Joe Biden, cogió por sorpresa a uno de sus principales aliados en Occidente, la Unión Europea.
Washington, que ha criticado en múltiples ocasiones el uso de este armamento por parte de Rusia, ha intentado justificar esta polémica decisión explicando que el plan de Ucrania para usar las armas es muy diferente de cómo se han estado utilizando desde el Kremlin.
La Unión Europea ha querido mantenerse en un discreto segundo plano sobre este asunto. Las bombas de racimo están prohibidas en más de 100 países –muchos de ellos Estados miembros de la UE– mediante la firma de la Convención sobre Municiones en Racimo. Países como España, Francia y Alemania se han opuesto a la decisión de Estados Unidos.
Pero, a Bruselas se la ha escapado un pequeño guiño a Washington. Mientras Biden viajaba hasta Reino Unido, un día antes de la cumbre de la Alianza Atlántica, para convencer al primer ministro británico, Rishi Sunak, de que apoyara el envío de bombas de racimo a Ucrania, la Comisión Europea dejo entrever que respaldaba a Washington.
«En general, apoyamos el envío de munición a Ucrania», declaró la portavoz de Exteriores del Ejecutivo comunitario, Nabila Massrali. No fue un sí directo por parte de la UE, pero con estas declaraciones la Unión da a Estados Unidos una palmadita en la espalda. Además de esta afirmación por parte de la portavoz de Exteriores de la UE, en Bruselas se ha instalado el silencio en torno a la controversia sobre el suministro a Ucrania de las bombas de racimo.
Por el contrario, los Estados miembros han sido los que se han pronunciado sobre la postura estadounidense. La ministra de defensa española, Margarita Robles, aclaró que «nuestro apoyo a Ucrania es total y absoluto. Pero, respetando las decisiones de un país soberano como es EE. UU., España no comparte esa decisión. Estamos en contra de enviar bombas de racimo».
En esta misma línea se pronunció la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, quien aseguró que en su país rige el tratado de Oslo –donde se prohíbe el uso de bombas de racimo–. A pesar del poco apoyo de los Estados miembros de la Unión, sorprende la postura de Bruselas, sobre todo, tras las críticas vertidas a Rusia por el uso de este armamento, precisamente, en la guerra de Ucrania.
El pasado mes de octubre, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, recurría a su cuenta de Twitter, para condenar el ataque ruso sobre Kiev y otras ciudades ucranianas, donde se habrían usado bombas de racimo, según denunciaron varias organizaciones. «Tales actos no tienen cabida en el siglo XXI. Los condeno en los términos más enérgicos posibles», publicó el diplomático español.
Charles Michel, el presidente del Consejo Europeo, también se sumó a la denuncia de Borrell y subrayó que los «horribles ataques», equiparables a crímenes de guerra, evidencian «la desesperación del Kremlin». Una comparativa que ahora Rusia ha hecho suya al conocer que Estados Unidos va a enviar bombas de racimo a Kiev.
A las condenas de Michel y Borrell se unieron también las de otros destacados políticos de la UE como la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, el vicepresidente de la Comisión Europea responsable de seguridad e interior, Margaritis Schinas, o la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
La alemana catalogó los ataques como «atroces». «Rusia ha demostrado de nuevo al mundo lo que representa: terror y brutalidad. Los responsables deben rendir cuentas», denunció Von der Leyen en un vídeo en su cuenta de Twitter.
El envío de bombas de racimo a Ucrania ha abierto una brecha entre los aliados. Muchos de ellos prohíben el uso de este armamento, mientras que Estados Unidos, Rusia o Ucrania no forman parte de ningún acuerdo internacional de este tipo. Bruselas se mantiene de perfil y evita entrar a valorar la decisión de Estados Unidos, que se ha lanzado a la caza del apoyo de los países occidentales.
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