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Ciudadanos sirios celebran la caída del régimen de Bashar Al Asad

Ciudadanos sirios celebran la caída del régimen de Bashar Al AsadAFP

Israel celebra la caída de Al Asad pero refuerza su frontera ante el incierto futuro de Siria

Nace un nuevo Medio Oriente, absolutamente distinto: Hamás ha sido eliminado como estructura militar organizada, su jefe Yahya Sinwar fue eliminado, al igual que su socio Hasan Nasralá y toda la cúpula de Hezbolá. Irán está más débil que nunca y Asad tuvo que huir a Rusia para salvar su pellejo

Israel tiene absolutamente claro que la caída del presidente Bashar Al Asad en Siria es una muy buena noticia, dado que él constituía una pieza central en el eje chií concebido, armado y financiado por Irán, y era a través de su territorio que los ayatolás enviaron durante años armas a Hezbolá en Líbano. Si bien no es que Hezbolá ha desaparecido totalmente, y el régimen de los ayatolás no ha caído, en Israel se percibe la enorme debilidad de ambos y se entiende que, con el derrocamiento de Asad, de hecho este triángulo se ha desmoronado. Además, con el cambio en Siria y la toma de control por parte de insurgentes suníes que son declarados enemigos del eje chií, se terminó la presencia de Irán en Siria que Israel combatió denodadamente durante años.

Pero Medio Oriente tiene sus propias reglas y los festejos tienen también sus limitaciones.

«Está claro que lo que pasó es muy bueno para Israel, es indudable. Lo que aún no está tan claro es cómo serán los que vienen ahora, por lo cual es importantísimo que Israel haya tomado ya medidas preventivas de seguridad», dice a El Debate el Profesor Amatzia Bar Am, experto en Medio Oriente de la Universidad de Haifa. «Me parece excelente que se haya tomado posiciones en la zona divisoria, para disuadir y dejar en claro que no podemos arriesgar nuestra seguridad», sostiene.

El profesor Baram se refiere a la entrada de Israel hace ya unos días en la zona desmilitarizada. Se trata de una zona pactada en los acuerdos de Separación de Fuerzas de 1974 elaborados a través de las Naciones Unidas como corolario de la guerra de Iom Kipur (el Día del Perdón) de octubre de 1973. Estos determinaban que no puede haber presencia militar armada de ninguno de los dos países en esa zona «colchón», cuyas medidas son de 74 kms. de largo de sur a norte, con 1 km de ancho en su parte más angosta, hasta 8 kms. en la más ancha y muchas variaciones a lo largo de toda su extensión.

El régimen de Al Asad cayó tras la entrada de los rebeldes en Damasco

El régimen de Al Asad cayó tras la entrada de los rebeldes en DamascoAFP

El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, declaró que al haber abandonado sus puestos los soldados del Ejército sirio en la zona a raíz de los últimos acontecimientos, en la práctica el acuerdo en cuestión se había desmoronado. Por ende, se ordenó al Ejército tomar posiciones en dicha zona «para garantizar la seguridad de las comunidades israelíes en los Altos del Golán».Y el ministro de Defensa, Israel Katz instruyó completar la toma de control de dicha zona.

Un punto clave es la toma del monte Hermon del lado sirio, clave por su altura y por ende por la ventaja topográfica que eso da. El Hermon del lado israelí, que es unos 200 metros más bajo que el sirio, es llamado «los ojos del país», o sea que controlar también el otro, tiene gran importancia de seguridad porque permite una visibilidad muy grande de lo que ocurre en la zona.

El general (retirado) Giora Eiland, exdirector del Consejo de Seguridad Nacional y otrora miembro del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, sostiene que las medidas tomadas «tienen una clara explicación militar». En entrevista con este diario comenta que: «Habría sido mejor si cuando el primer ministro habló sobre eso, hubiera aclarado explícitamente que Israel no tiene ninguna ambición territorial respecto a Siria». También sugiere dejar muy en claro que «si el nuevo régimen sirio acepta y respeta el acuerdo de 1974 tanto respecto a Israel como a la presencia de la ONU en el lugar, Israel se retira de esas posiciones que tomó días atrás».

Eiland, considerado uno de los grandes analistas de estrategia de Israel, aclara que «después de lo que vivimos el 7 de octubre del año pasado, es evidente que no podemos correr ningún riesgo en ningún plano». En ese sentido, está plenamente de acuerdo con las medidas tomadas por Israel. Por otro lado, pide destacar que «aquí realmente tenemos una oportunidad de crear una nueva realidad porque Irán y su eje han salido de esto sumamente debilitados y, más allá de ello, Siria con todos sus misiles y armas ya no será por unos años la amenaza directa que era sobre Israel».

Y agrega: «El problema son los interrogantes, no sabemos qué ocurrirá en Siria, cómo será la situación interna, qué querrán hacer los nuevos gobernantes, aún no podemos afirmarlo, sino sólo tratar de analizar».

En esta nueva constelación creada por la caída de Bashar Al Asad, la mirada central de Israel, sostienen diversos expertos, debe estar dirigida hacia el este, a la República Islámica de Irán. Es desde allí que puede llegar la peor amenaza sobre Israel, si Irán decide finalmente irrumpir hacia la bomba y convertirse en una potencia nuclear. El General (retirado) Israel Ziv opinó en declaraciones al canal N12 de la televisión israelí y en su cuenta personal de la red social X, su opinión al respecto. «Irán nunca ha estado más débil que ahora. Esta es la oportunidad histórica para Israel, que en coordinación con Estados Unidos, debe exigirle que desmantele absolutamente su plan de desarrollo atómico». Sin subestimar en absoluto las otras amenazas con las que Israel seguirá lidiando, un Irán nuclear sería la única de carácter existencial.

Pero hay también otro peligro, estima: que en lugar de la Siria de Asad se levante una Siria suní islamista que signifique de hecho Turquía lindando con Israel. «La amenaza sobre Israel es estratégica, no táctica. Y un eje suní en la frontera de Israel traería otros riesgos», escribió.

En medio del mosaico de problemas a los que aún tiene Israel que enfrentarse, parecería que la mayoría de los analistas consultados por distintos medios en los últimos días, también por El Debate, llegan al menos en un punto a una misma conclusión: cuando Hamás atacó Israel el 7 de octubre del año pasado lanzando la masacre en el sur del país, quería un nuevo Medio Oriente sin Israel o con un Israel mal herido e incapaz de defenderse. Catorce meses después, nace un nuevo Medio Oriente, absolutamente distinto: Hamás ha sido eliminado como estructura militar organizada, su jefe Yahya Sinwar fue eliminado, al igual que su socio Hasan Nasralá y toda la cúpula de Hezbolá. Irán está más débil que nunca y Asad tuvo que huir a Rusia para salvar su pellejo. Una realidad diametralmente opuesta a la que soñaba Hamás al preparar los horrores del 7 de octubre en el sur de Israel.

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