Keir Starmer, en una imagen del pasado mes de diciembre
Starmer titubea ante las presiones de Trump y el Ejército británico para aumentar el gasto en defensa
En su camino hacia Downing Street, Starmer prometió alcanzar el 2,5 % del PIB en gasto militar, pero esa medida sigue sin una fecha clara
Las horas de tensión vividas entre Colombia y Estados Unidos tras la negativa, en primera instancia, del presidente colombiano Gustavo Petro de permitir la entrada de aviones con ciudadanos deportados, y su posterior marcha atrás tras la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles de hasta el 50 %, son una clara demostración de la sombra que la nueva Administración estadounidense está imponiendo en todo el mundo, que teme sus represalias.
En el ojo del huracán se coloca ahora el primer ministro británico, Keir Starmer, que parece reacio a comprometerse con el objetivo de aumentar el gasto en defensa al 2,5 % del PIB para 2030, pese a las crecientes demandas de Trump y de altos mandos militares británicos. Según fuentes cercanas al Gobierno y tal como cita el diario The Times, la prioridad del laborista sigue siendo la estabilidad de las finanzas públicas.
Recientemente, el mandatario británico y el estadounidense mantuvieron una conversación telefónica que fue descrita como «cordial y personal», aunque ambos evitaron abordar de lleno los temas más controvertidos, como el gasto en defensa, los aranceles comerciales y la soberanía de las Islas Chagos. Sin embargo, el trasfondo del intercambio subraya una relación bilateral marcada por diferencias estratégicas y por la presión de la administración Trump para que los aliados de la OTAN aumenten sus contribuciones, llegando incluso a un 5 % del PIB.
En su camino hacia Downing Street, Starmer prometió alcanzar el 2,5 % del PIB en gasto militar, pero esa medida sigue sin una fecha clara. Mientras tanto, miembros del Ejército británico advierten que este retraso podría debilitar las capacidades defensivas del país en un momento de mucha tensión, con la guerra en Ucrania y las amenazas crecientes en el Atlántico Norte y el Indo-Pacífico.
Donald Trump durante su comparecencia en Davos
El primer ministro encargó una revisión estratégica que concluirá en primavera, pero ya se percibe un choque entre los recortes fiscales previstos por la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, y las demandas presupuestarias de las fuerzas armadas. Según economistas, cumplir con el objetivo del 2,5 % significaría recortar aún más en áreas como educación, sanidad y servicios locales, algo que podría ser políticamente inviable antes de las elecciones previstas para 2029.
«El coste de no aumentar el gasto en defensa es mucho mayor», advirtió un alto funcionario del gobierno británico. Pero para Starmer, encontrar el equilibrio entre las demandas internas y las expectativas de aliados como Estados Unidos podría convertirse en uno de los desafíos más complicados de su mandato.
Las tensiones con Estados Unidos
Este choque entre el gobierno británico y la Administración Trump no es una novedad. Estas semanas ya han estado llenas de polémica después del choque entre el primer ministro de Reino Unido y Elon Musk, uno de los hombres fuerte del nuevo gabinete trumpista.
El magnate y propietario de X hizo estallar la polémica tras un comentario en redes sociales donde acusó a Starmer de «cómplice» de encubrir delitos sexuales contra menores en Reino Unido durante su etapa al frente del Servicio de Fiscalía de la Corona entre 2008 y 2013.
El caso al que se refería Musk hacia referencia a los abusos que se produjeron desde finales de la década de 1990 y hasta aproximadamente el año 2014, donde alrededor de 1.500 menores fueron abusadas sexualmente en las áreas de Rotherham, Rochdale u Oxford por una mafia pakistaní.
Los comentarios de Musk, que devolvieron el caso a la primera línea mediática del Reino Unido, desestabilizaron al gobierno laborista y crearon polémicas con la oposición fueron acusados por diarios como el Financial Times de un intento de Elon de hacer caer al Gobierno británico. Ahora, y pese a que Starmer y Trump han resaltado los «estrechos y cálidos lazos» entre el Reino Unido y Estados Unidos, la polémica vuelva a estar sobre la mesa.