Karol Nawrocki, nuevo presidente de Polonia
Perfil
Karol Nawrocki, un apasionado por el boxeo y duro defensor provida, será el nuevo presidente de Polonia
en 2008, hace ya 17 años, el Lechia Gdánsk, un equipo menor dentro del organigrama del fútbol polaco, logró un ansiado regreso a la primera división del país y cabe imaginarse en las gradas, entre miles de aficionados enloquecidos, a un joven de 25 años, en sus últimos coletazos de juventud, oriundo de esa misma ciudad báltica, liderando las celebraciones. Ese joven es Karol Nawrocki y ahora ha sido elegido presidente de Polonia.
Un año después, en el 2009, Nawrocki participó en una pelea de ultras como miembro de los hooligans del Lechia Gdánsk, uno de los más violentos de Europa. Es una de las muchas acusaciones que se han vertido sobre él durante la campaña, aunque una de las pocas que ha reconocido. «La violencia entre hinchas es un combate noble y masculino. Fue una actividad deportiva que forjó mi carácter», aseguró en una entrevista.
Ese mismo año, en el 2009, Nawrocki asumió el mando del Instituto de la Memoria Nacional, a donde llegó después de obtener un doctorado en Humanidades en la Universidad de Gdánsk a la vez que desempeñaba trabajos a tiempo parcial para poder pagarse los estudios. Realizaba todas estas actividades a la par que practicaba su gran pasión, el boxeo, un deporte en el que llegó a ganar el campeonato de Pomerania de peso pesado.
Ahora, con 42 años, y tras haber sido también director del Museo de la Segunda Guerra Mundial de Gdánsk entre 2017 y 2021, ha logrado, en una victoria ajustadísima, convertirse en el presidente de Polonia. Y aunque no contaba con el respaldo explícito de ninguna formación política, a nadie se le escapa que cuenta con el apoyo del partido conservador Ley y Justicia (PiS), que seguirá vetando todas las reformas impulsadas por el Gobierno del primer ministro Donald Tusk.
En lo referente a su ideología y propuestas políticas, Nawrocki se define como un patriota conservador y nacionalista, que hace hincapié en los valores tradicionales mientras es un vocal opositor del aborto o del colectivo LGTBI. Su lema, «primero Polonia, primero los polacos», suena similar al Make América Great Again de Donald Trump, su único aliado dentro de una enemistad declarada a Rusia, Ucrania y la Unión Europea.
Nawrocki durante un partido del Lechia Gdánsk
De hecho, Nawrocki tiene una orden de detención desde Moscú por haber sido partícipe de la retirada de monumentos soviéticos en su etapa al frente del Instituto de Memoria Nacional. Durante la campaña, por otra parte, ha sido claro en que no quiere que Ucrania se integre ni en la Unión Europea ni en la OTAN, además de comprometerse a revisar las ayudas otorgadas a los refugiados ucranianos en el país. De nuevo, las similitudes de sus políticas con las de Trump no podrían ser más claras.
También ha sido muy crítico con Tusk por su cercanía a Bruselas y Berlín, a quienes culpa de la guerra en Ucrania. El futuro de la relación entre la Unión Europea y Polonia es una de las grandes incógnitas en este ascenso al poder de Nawrocki. Las reformas impulsadas por Tusk, que logró desbloquear los fondos europeos paralizados durante el mandato del PiS, fueron un gran avance hacia la reconciliación, pero la promesa de reformas estructurales, especialmente en el ámbito judicial, queda ahora en el aire. Algunos observadores temen que, sin avances legislativos concretos, la Comisión Europea tenga que reconsiderar el desembolso de futuras partidas hacia Polonia.
A nivel nacional, la sombra que se proyecta ahora sobre el Gobierno de Tusk es inmensa. El rol presidencial en Polonia es mayoritariamente simbólico, pero tiene capacidad de veto para las reformas impulsadas desde el Gobierno. Y la coalición gobernante no tiene la mayoría suficiente para contrarrestarlo. Con Nawrocki en la presidencia, la agenda proeuropea y reformista de Tusk está en peligro, por lo que el primer ministro ya ha anunciado que se someterá el próximo día 11 a una moción de confianza que podría ser el paso previo a unas elecciones parlamentarias.
Nawrocki, por su parte, ha dicho que quiere acabar con la «guerra civil política» que divide a Polonia y se presentó a la ciudadanía, tras su victoria, como «un candidato cívico y fuera del sistema». Su victoria, forjada en las pequeñas localidades polacas —las grandes ciudades respaldaron la victoria de Trzaskowski—, se enfrenta ahora al implacable juicio de la realidad. Siendo aficionado de un equipo como el Lechia, sabe de primera mano lo que es competir contra el sistema, aunque ahora será él quien juegue el partido.