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Richard Nixon, George Bush, Donald Trump, Barak Obama y Bill Clinton

Richard Nixon, George Bush, Donald Trump, Barak Obama y Bill ClintonDavid Díaz

Cartas, mails, sms o el teléfono: usos y manías de los presidentes de Estados Unidos

De Nixon a Donald Trump sin olvidar a Bill Clinton, Biden y Barak Obama, todos tenían debilidad por algún sistema de comunicación

Cada maestrillo tiene su librillo de comunicación. Los presidentes de Estados Unidos responden a esta máxima con sus manías, debilidades o fortalezas.

Donald Trump es, quizás, el que disfruta con más registros. El republicano parece amanecer con el móvil en la mano para despacharse a gusto con su red Truth Social. No hay mañana que falle, pero Trump también se siente como pez en el agua escribiendo cartas, con llamadas de teléfono o mensajes de texto. Lo abarca todo.

Joe Biden, como recuerda The Washington Post, era conocido por recopilar números de teléfono. El demócrata, conocido por sus despistes, evitaba dejar por escrito o comunicarse mediante las teclas o notas de puño y letra. Biden, según el diario, buscaba una conexión personal en particular con quienes estaban de luto.

Barack Obama, el primer presidente negro, o casi, de la historia de Estados Unidos, comparte con Trump la costumbre de escribir cartas. Recurría a ellas para responder a los ciudadanos. Cada día leía 10 y las respondía religiosamente. Todas, seleccionadas la noche anterior por su equipo de colaboradores.

Clinton, el primero en enviar un mail

George W. Bush, austero en todos los sentidos, solía enviar breves notas manuscritas, pero el género epistolar no estaba entre sus aficiones. Los mismo le pasaba a Bill Clinton, aunque la diferencia entre uno y otro era que Clinton fue el primero en digitalizar los mensaje. Dicho de otro modo, en enviar un correo electrónico.

Un dato curioso, en 1994 escribió en mayúsculas desde la cuenta ClintonPz@aol.com al primer ministro sueco: «Esta demostración de las comunicaciones electrónicas es un paso importante hacia la construcción de una superautopista global de la información».

Carta a carta

La pasión de Trump por las cartas se aprecia casi a diario. Su peculiar guerra de aranceles viene acompañada de anuncios de cartas a decenas de países para aclarara –y que no tenga que adivinar– su última versión sobre los impuestos a las importaciones. The Washington Post publica que las ha mecanografiado, con membrete dorado de la Casa Blanca, y ha estampado su firma con su habitual rotulador de trazo grueso.

Al principio de su presidencia, cuando Trump quiso presionar al ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, para que firmara un nuevo acuerdo nuclear, también le envió una carta a través de intermediarios.

El presidente de Estados Unidos, conservador en lo emocional, guarda cartas de aliados y adversarios y reserva un lugar especial para su correspondencia.

Durante su primer mandato, atesoró las que le envió el líder norcoreano Kim Jong-un. «Nos enamoramos. ¿De acuerdo? —dijo Trump sobre la correspondencia con el dictador norcoreano—. No, en serio. Me escribió cartas preciosas, y son cartas geniales. Nos enamoramos.», recuerda el Post.

Para expresar su entusiasmo, admiración o repudio, Donald Trump elige intensas misivas. Le envió notas al mago David Copperfield y al golfista Arnold Palmer. También se dirigió al entonces príncipe Carlos de Inglaterra en 1994 para ofrecerle una membresía honoraria en Mar-a-Lago.

Trump también conserva cartas de Alec Baldwin («Para ser un tipo duro en un negocio duro, eres un hombre dulce y generoso», le escribió) y de Oprah Winfrey («No hay nada como ser tratada como una reina por un hombre que sabe cómo ser un rey», escribió en 1997, y en 2000 añadió: «¡Qué lástima que no nos presentemos como candidatos, qué EQUIPO!»). Ahora, la presentadora parece que escribiría algo totalemte doiferemnte

Richard Nixon, con el que tiene más coincidencias de las que algunos creen, le envió a Donald Trump una carta en 1987 que comienza así: «No vi el programa, pero la Sra. Nixon me dijo que usted estuvo genial en el Show de Donahue... Como puedes imaginar, ella es una experta en políticos y predice que, cuando decidas ser candidato, sea cuando sea, ¡serás un ganador!» Premonitorio.

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